junio 2004 | ||||||
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Perder el respeto
Puede que esté de moda reírse del Ulises, pero lo cierto es que Joyce se ríe de todo en esa novela: del patriotismo, de la literatura, de Hamlet, de las interpretaciones de Hamlet –incluida la del propio Joyce-, del amor, de la muerte, de la familia, de Homero, del periodismo, del Ulises. También se ríe de nosotros, pobrecitos lectores, y no sólo de que nos parezcamos tanto al patoso Bloom, sino también de nuestros esfuerzos por intentar leer el libro. Venga, tú puedes, ahora te pongo un juego de palabras para que descanses un poco, pero, espera, ¿ves ese punto? Pues disfrútalo porque es el último que vas a ver en unas cuantas páginas. Los lectores que salen peor parados de las burlas del irlandés son, obviamente, los críticos. El propio Joyce ya dijo que había escrito Ulises "para tener ocupados a los críticos durante 300 años". Creo que se quedó corto. En todo caso, sus juegos literarios tienen mucho de mofa a todos los que se preguntan qué diablos ha querido decir este tipo con esa frase. Lo curioso es que, a pesar de que se trata de una parodia universal, de una burla pantagruélica, normalmente se habla de esta novela con el ceño fruncido y soltando frases supuestamente muy serias y aparentemente muy profundas, cuando lo normal sería verla entre cromos y chucherías.