lunes, 11. diciembre 2006
Jaime, 11 de diciembre de 2006, 9:52:32 CET

You know what they call a Quarter Pounder with Cheese in Paris?


Me parece un escándalo esto de la publicidad, venta e ingestión de las hamburguesas gigantes. Con lo que nos costó ganar la guerra del 93. Estos jóvenes de hoy en día no saben lo que significa la palabra libertad. Todo sería muy diferente si se hubieran visto rodeados de aquellos trozos de vaca deshuesada, si hubieran perdido a un amigo asfixiado entre los panecillos asesinos, si hubieran visto cómo una patata frita le atravesaba el pecho al sargento Cortés. Durante los primeros seis meses de guerra parecía que íbamos a perder. Los soldados, obesos, se arrastraban por las trincheras, sudando tanto que muchos llevaban una toalla en el cuello. La mayoría no podía ni respirar. Tengo clavado en la memoria el quejido de sus pulmones, aplastados por los kilos de grasa de aquellas enormes barrigas. Apenas nos salvamos porque los americanos se pusieron de nuestra parte, con sus refrescos light, y luego además vinieron los japoneses con el pescado crudo y la repugnante soja, con ese bendito sabor a bayeta húmeda. Y al final casi fuimos masacrados por culpa de los italianos. Parecían nuestros aliados, hasta que sacaron aquellas pizzas a nuestras espaldas. No quiero ni recordarlo. Les... les... les llamabas por teléfono y te traían... Y la masa era... No era fina... Era... Parecía un colchón... No puedo ni... ni pensar en ello... Ni siquiera eran italianas... No sé de dónde... Y ahora nos vendemos otra vez al enemigo. Éste es el respeto que los jóvenes muestran por sus mayores. Ya deberían saber que el ejército gastronómico español no podrá resistir otra invasión del colesterol. ¿Con qué nos defenderemos? ¿Con la fabada? ¿Con turrón? ¿Con un atascaburras? En fin. Esta nueva generación necesita una guerra, lo llevo diciendo desde antes incluso de que esta generación naciera. Hay que limpiar sus filas.


 
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