junio 2008 | ||||||
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Una y otra vez
A: El otro día estuve a punto. B: ¿A punto de qué? A: De trabajar. B: Joder. Qué ánimos. A: Sí, sí. Llegué puntual, bostecé, me crují los dedos, me llevé un caramelo de menta a la boca y coloqué la mano derecha sobre el ratón, dispuesto a. B: ¿Dispuesto a? A: Sí, dispuesto a. Ése fue el problema. Es que. En fin. Olvidé en qué consistía mi trabajo. B: Ostras. Odio cuando pasa eso. A: Hice un esfuerzo por recordar, pero sólo tenía claro que a media mañana me tomaba un café y que consultaba el correo varias veces al día, el personal y el del trabajo. B: ¿Le preguntaste a alguien? A: Sí, sí. Obviamente, no quería preguntarle a mi jefe, a ver si me iba a soltar una de estas broncas tontas que uno se puede ahorrar si presta un poco de atención. B: Sí, siempre se cabrean por las chorradas. Cuando la cagas de verdad, no se dan ni cuenta. Como no tienen ni idea. A: Pues eso, en el bar les pregunté a mis compañeros. Pero tampoco sabían lo que yo hacía. B: ¿Y ellos sabían lo que hacían ellos? A: No quise preguntar, pero hubo uno que se puso blanco. B: Je, sé lo que es eso. La última vez que me monté en una montaña rusa también me puse blanco. A: Suerte que la de recursos humanos es amiga. Bueno, amiga... Ya sabes, la clásica amistad del trabajo... B: El que iba delante de mí, se subió bebiendo un cartón de leche. Y, claro, me lo tiró encima. Blanco, me puso. A: ... Cuatro bromitas cuando te la cruzas por el pasillo, la clásica charlita tonta en la cena de navidad... B: Ya me dirás tú qué hacía ese tipo con un cartón de leche en una montaña rusa. Se lo pregunté. A: ... La habitual declaración de amor a las tres de la mañana después de la cenita de navidad... B: Le digo, ¿para qué te subes a una montaña rusa con un cartón de leche abierto? A: ... El anillo, los dos años de noviazgo, el matrimonio, los tres niños, la hipoteca... B: Y el tío, no, es que le iba dando sorbitos porque me han dicho que eso es bueno para evitar el mareo. A: Pero, vamos, lo típico que se va de la empresa y ya no vuelves a hablar con ella. Como mucho en el bar dices, eh, ¿os acordáis de la Nosequé? La vi el otro día en Nosedónde. No, no la saludé porque no me vio y yo estaba haciendo ver que no la había visto. B: Pero, vamos, yo había oído justamente lo contrario de la leche y los mareos, pero bueno, cada loco con su tema. A: Entonces ella se puso a mirar entre los papeles y tal y resulta que no me encuentra. B: ¿Pero no estabas delante suyo? A: No, entre los papeles. B: Pues estás bien fondón. Como para no verte entre los papeles. A: Quiero decir, que mi expediente no estaba. Y me dice, ahora te lo miro. B: ¿El qué? A: Lo mío. B: Ah. A: Y me lo miró. B: ¿Lo tuyo? A: Lo mío. B: Ah. A: Y resulta que yo no tenía ni contrato ni nada, que yo no trabajaba allí. B: Joder, cinco años madrugando y haciendo el tonto. Al menos cobrarías tu sueldo, ¿no? A: Claro. Si no, ¿de qué? Entonces llamamos al ministerio y resulta que yo trabajo para otra empresa. B: Anda. A: Una empresa que se mudó de esas oficinas hace tres años. B: ¿Sin avisar? A: A mí no me dijeron nada, los muy cabrones. B: ¿Ni un mail ni nada? A: Ni un mísero mail. B: Qué cabrones. A: Ya ves. B: Eso ya es mala educación. A: Ya ves. B: Una llamada, en plan, oye, que nos vamos, recoge tus cosas. A: Nada. B: Es lo mínimo. A: Nada. B: O un post-it en el monitor. A: Nada, ni eso. B: Con la dirección nueva. A: Nada. B: ¿Y vas a volver a tu empresa? A: No sé... Está más lejos de casa... B: Buf, qué palo. A: Y estoy a gusto con la gente. B: Eso es importante: que haya buen ambiente de trabajo. A: Me llevo bien con el jefe. B: Eso es importante: llevarse bien con el jefe. A: No sé, de momento creo que me quedo donde estoy. B: Bien hecho. Cambiar por cambiar es tontería. A: Ahora además tengo la mesa más cerca de la ventana. B: Ay, sí, dónde estén las ventanas. A: En la pared, por norma general. B: Sí. Eso es importante: que las ventanas estén en las paredes. A: O en los techos. B: Pero entonces creo que no se llaman ventanas. A: ¿No? B: No, si están en los techos se llaman de otra forma. A: ¿De otra forma? ¿Todo junto? ¿Deotraforma? B: No lo sé. Nunca lo he visto escrito. A: Yo tampoco. B: No hemos vivido mucho, ¿verdad? A: No, siempre las mismas palabras. Una y otra vez. B: Siempre una y otra vez. Gran libro: Una y otra vez. A: Me gustó más la peli. B: Te creo. Soy así de ingenuo.