julio 2005 | ||||||
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junio | agosto |
El calumnista
Entre el 3 de enero de 1983 y el 15 de junio de 1989, Alberto Pérez del Oso publicó en el desaparecido diario Las mañanas una columna diaria titulada "Calumnia de opinión". En sus Memorias de un maleducado, Del Oso explica que la idea surgió durante un almuerzo con el director del rotativo, Santiago Moreno, y con la escritora María Teresa Redondo. La idea era escribir una columna llena de insultos sólo por el placer de insultar, sin ningún objetivo social o político. Porque sí, vaya. La pena era que, como explica el propio del Oso, "sólo se podía insultar a políticos, ya que están tan pendientes de la opinión pública que supusimos que serían los únicos sin el valor suficiente como para denunciar a nadie". Así, el día del estreno, Del Oso publicó una columna titulada "Pedazo de cabrón", en la que soltaba ladridos como: "El diputado López es imbécil. Sólo hay que verle el bigote para darse cuenta. O, mejor dicho, para no darse cuenta. Porque a pesar de la calva y del mencionado mostacho, el diputado López es la diputada López. Sí, esa cosa entre rosa y morado que se sienta en los escaños de la oposición (ocupa dos) es una señora. No me extraña que su partido se oponga a la igualdad entre sexos, ya que la diputada López tiene hermanas que también son militantes de la formación y que podrían exigir cargos de responsabilidad". No sólo los políticos de segunda fila recibían sus palos. También y por ejemplo el secretario general del extinto PLE: "Menudo cretino. Consiguió su primer empleo gracias a que desgravaba. Trabajó en una gasolinera. Sus jefes fueron muy desconsiderados con él: le despidieron por fumar sin esperar a que saliera de la unidad de quemados". Y los ministros: "Por cierto, la ministra Ramírez le pone los cuernos a su marido. Esto es mentira, pero es lo más agradable que se puede decir de esa mujer. Y de su marido, que le debe varios millones a Hacienda y que anda huido del país. Bueno, esto también es falso: ya está en la cárcel. Y eso que era chivato de la policía". Por supuesto, no se conformó con este paso: "A menudo nos han reprochado --escribía Del Oso el 23 de julio de 1985-- que no insultáramos ni al presidente del gobierno ni al rey. Es cierto, pero esto es sólo por guardar el debido respeto institucional. Porque en realidad pensamos que ambos son unos gusanos despreciables que aprovechan su posición para no pagar ni en los bares ni en las joyerías". El diario recibió una única denuncia, cuando Del Oso llamó "putero y cocainómano" al portavoz del partido del gobierno. Durante el juicio se supo que las acusaciones eran ciertas, aunque, claro, no dejaban de ser constitutivas de delito. La sanción impuesta fue de apenas 50.000 pesetas, que no eran poca cosa en el 87, pero que no dejaban de ser una indemnización simbólica. Y es que, de hecho, la calumnia diaria de Del Oso pasó bastante desapercibida, a pesar de alguna que otra carta del director alarmada ante lo que creía acusaciones ciertas. Del Oso explica en su biografía que esta poca atención recibida "vendría dada porque los políticos preferían mis mentiras a las verdades que nadie se atrevía a publicar. Aunque, claro, esto ya es pura conjetura interesada, ya que siempre me decepcionó la escasa repercusión de mis artículos". La "Calumnia de opinion" desapareció con el diario. Se despidió con un texto en el que explicaba las extrañas costumbres sexuales de Santiago Moreno y María Teresa Redondo, en un emotivo homenaje a los amigos que le ayudaron a crear sus calumnias. Del Oso tenía ya 66 años y se jubiló, para después escribir sus memorias y un par de exitosas novelas policiacas.