septiembre 2007 | ||||||
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Cómo ser inmortal sin morir en el intento
El doctor Hans Adenauer ha desarrollado un método que retrasa la muerte indefinidamente. Todo comenzó hace unos meses, cuando un enfermo terminal de una larga enfermedad cuyo nombre no se pronuncia, pero contra la que siempre se lucha valientemente --pista: comienza por c y acaba por áncer--, acudió a su consulta, dispuesto a entregarse a las prácticas poco éticas, siempre experimentales y de vez en cuando exitosas del doctor de Leipzig. "Al tratarse de un tumor cerebral --explica Adenauer-- sólo teníamos dos opciones: amputar la cabeza o aplicar una técnica que había ideado hacía poco. Como amputar la cabeza por encima del cuello tiene efectos secundarios graves como son la ceguera permanente y la pérdida del apetito, el paciente optó por este nuevo método". En realidad, la idea es tan sencilla que una vez explicada resulta hasta obvia: "Todos hemos oído alguna vez eso de que el tiempo transcurre más despacio cuando uno se aburre. Pues decidí aburrir tanto a mi paciente como para que el tiempo se detuviera". Adenauer obligó al enfermo a contar los bultitos del gotelé de un apartamento de ciento diez metros cuadrados, le instó a ver todas las temporadas de Friends, le recetó conducir por ciudad un mínimo de dos horas diarias, le obligó a leer la prensa económica y le consiguió un trabajo que nadie sabía muy bien en qué consistía, pero para el que tenía que utilizar las hojas de cálculo de Excel. Eso, entre otras muchas actividades que, según Adenauer, "han llevado al paciente a un estado que algunas religiones llaman nirvana y otras pearl jam: para él, el tiempo se ha detenido. Se iba a morir en cuestión de semanas y ya lleva meses viviendo sin que la enfermedad haya avanzado. Podría seguir así durante siglos; todo depende de si alguien le deja un arma cerca". ¿Un arma? "Sí --afirma Adenauer--, podría intentar pegarse un tiro".