lunes, 6. septiembre 2004
Jaime, 6 de septiembre de 2004, 10:49:04 CEST

Todo por la nada


No sé si el fin justifica los medios. Imagino que depende de los fines y de los medios de los que se trate en cada momento. Lo que sí tengo bastante claro es que el terrorismo no está justificado por ningún fin, por muy elevado que sea. Y además de ser injustificable, no hay atentado que consiga ninguno de los objetivos por los que los terroristas dicen luchar. Un ejemplo: Irlanda. Después de treinta años de bombas y tiros, se firma un acuerdo de paz y Londres concede autonomía al Ulster. Como explica Juan Pablo Fusi en La patria lejana, tras este acuerdo "se vería la tragedia del Ulster, de Irlanda del Norte: la violencia había sido inútil; el Acuerdo de 1998 no suponía cambios esenciales respecto de la situación anterior a 1969-1971". No sólo se quedaron más o menos como estaban, sino que seguramente se retrasó la atención a las demandas de los católicos, que se consideraban (con razón) discriminados. La causa: muchas de estas demandas coincidían con objetivos de los terroristas. Costaba que en Londres respetaran el gaélico porque, de haberlo hecho, podría parecer que se plegaban a las exigencias de los asesinos. Cosa parecida a lo ocurrido con la retirada de las tropas españolas de Iraq. Es decir, en relación con sus objetivos, el terrorismo sólo consigue evitarlos o retrasarlos. Como escribe Francisco Veiga en El Periódico: "Las ofensivas terroristas, sobre todo las indiscriminadas, sólo consiguen vigorizar a los regímenes establecidos". En lo único en lo que los terroristas tienen éxito es en extender su lógica militar a lo que ellos consideran el bando contrario. Controles policiales en Belfast, visados para entrar en Estados Unidos, muros -o vallas, tanto da- en Israel, sospechas no muy justificadas de la policía ante inmigrantes de según qué países. Una lógica militar que muchos gobiernos aplican con entusiasmo y sin tener en cuenta ni los derechos que ponen en riesgo, ni el peligro que supone usar el mismo lenguaje que los terroristas. Fernando Savater explica en La tarea del héroe las características de esta lógica militar que el terrorismo ayuda a perpetuar en los Estados: "Maniqueísmo, simplificación extrema de posturas, ausencia de término medio entre adhesión fervorosa y complicidad, jerarquización autoritaria, situación perpetuamente excepcional que muestra poca delicadeza con los derechos individuales o con las consideraciones éticas suprapartidistas, información restringida o deformada, acumulación ilimitada de armamento e invención progresiva de nuevas técnicas de destrucción, doctrina del 'ojo por ojo', escalada permanente de las acciones de 'castigo', supeditación de los representantes civiles a los especialistas bélicos, insensibilización progresiva ante la brutalidad y la muerte, encomio de los 'valores superiores' que justifican tales violencias ('honor', 'patria', 'revolución', etc.)... El terrorismo ha venido a brindar a ciertos Estados el enemigo interior que necesitaban para el desarrollo y consolidación de la lógica militar". Lo curioso es que el copyright de este texto es de 1982. Con lo que tanto hablar del nuevo orden mundial e igual resulta que simplemente se ha alargado el antiguo, cambiando algunos nombres. Lo que parece evidente es que ni los terroristas conseguirán nada haciendo explotar coches, ni el camino para acabar con el terrorismo es convertir en habitual el estado de excepción.


 
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