miércoles, 3. enero 2007
Jaime, 3 de enero de 2007, 9:45:14 CET

Las armas salvan vidas


Los comunistas y demás ralea suelen opinar equivocadamente que las armas provocan heridas, algunas de ellas graves. Es más, he oído a algún indocumentado asegurar que un arma podría provocar la muerte. Falso: uno no se muere por culpa de las armas, sino por la pérdida de sangre o por el trauma. En todo caso y aunque creo razonable admitir que las armas en manos inexpertas pueden causar graves accidentes, lo normal es que salven vidas, como bien sabemos nosotros los liberales. A modo de ejemplo, reproduciré unos cuantos titulares de periódicos, de esos que la mayoría de la población no llega a leer por culpa de la censura estalinista a la que se ve sometida hoy en día la sociedad occidental: El liberal matutino, "Escopeta practica la maniobra heimlich a gordo ansioso que se había atragantado con hueso de pollo". The leftist hammer, "Pistola descubre tratamiento contra el cáncer de colon". Y añade: "El arma espera que su medicamento salve cientos de miles de vidas, aunque no lo comercializará hasta que se certifique la muerte de Fidel Castro, no vaya a ser que el remedio sea peor que la enfermedad, y nunca mejor dicho". Mundo capitalista, "Tanque salva niña de incendio". Y no sólo eso: "El tanque también rescató a dos gatitos, pero por desgracia murieron intoxicados pocas horas después". Lo que nos gusta leer, "Obús se sacrifica". "Ante la ausencia de antibióticos, un obús dio su vida, al dejarse usar como supositorio para tratar la enfermedad de un pobre anciano". L'utopia liberale, "Magnum 357 evita crimen". "La pistola llamó a la policía, que acudió al domicilio del empresario A. R. M. y detuvo a los delincuentes, que iban armados". Estas historias no hacen más que poner en evidencia la necesidad que tenemos los ciudadanos de contar con pistolas que nos defiendan de enfermedades, del hambre y de la polución. Los beneficios superan con mucho los posibles riesgos, como por ejemplo que a algún inútil se le agujeree la cabeza. Seamos claros: las armas aumentan nuestra esperanza de vida, impiden la caída del cabello e incrementan el tamaño del pene en al menos dos centímetros. No podemos permitirnos el lujo de renunciar a esos lujos.


 
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