julio 2006 | ||||||
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junio | agosto |
Respirar es malo para la salud
Se están perdiendo las buenas costumbres. Un amigo mío incluso dejó de respirar hace poco. Y hay pocas costumbres mejores que esa. Desde que le dio por ahí, el tipo está cada vez más delgado. Claro que igual es porque se apuntó a un gimnasio. Y además va. Ésa es otra buena costumbre que se está perdiendo: apuntarse a los gimnasios para luego quedarse en casa, tumbado en el sofá, como tiene que ser. Lo peor de todo es que, debido a la ausencia de aire en los pulmones, le cuesta mucho hablar. Apenas le sale un hilillo de voz. De todas formas, me contestó amablemente cuando le pregunté por qué había tomado la decisión de no introducir más aire en sus pulmones: "Esto es sanísimo. Lo dicen todos los estudios. Es la última moda después de la asquerosidad esa de la soja". Busqué por internet y es cierto: hay médicos que aseguran que no respirar es bueno para la salud. Todos citan un artículo de Hans Adenauer, publicado en el número de mayo de The nature of Science. Según Adenauer, al respirar entran en nuestro organismo gérmenes, virus y bacterias, además de polución, insectos minúsculos, extraños cuerpos no identificados y demás porquería, provocando enfermedades, agotamiento, calvicie y oxidación en general. Por tanto, es evidente que no respirar ayuda a mantener un cuerpo limpio y sano. Y para que el cuerpo reciba el oxígeno que necesita, basta con beber mucha agua, que tiene todo el oxígeno que a uno le pueda hacer falta. Y, de propina, algo de hidrógeno, que nunca viene mal. Hans Adenauer asegura que descubrió este hecho por casualidad. "Le recomendé a un amigo y paciente que dejara de respirar, con la excusa de que así aliviaría su cáncer de pulmón. Esperaba que muriera al hacerlo. Era un pesado y estaba hasta las narices de sus quejas y de sus tosecitas. A veces es un suplicio esto de ser médico". Para su sorpresa y contrariedad, la salud de aquel íntimo amigo mejoró notablemente. De hecho, vivió hasta los noventa y cuatro años, pasando los últimos treinta y dos sin respirar. "Y murió porque era un imbécil y le tuve que empujar escaleras abajo", asegura Adenauer, quien, por extraño que pueda resultar, no sigue su propio consejo y sigue respirando: "Es por lo de tener que beber tanta agua --explicó en una entrevista al Leipziger Zeitung--. Me da mucho asco el agua".