jueves, 27. noviembre 2003
Jaime, 27 de noviembre de 2003, 9:32:46 CET

Jugadores


Los tipos más supersticiosos que conozco trabajan en la bolsa. Muchos de ellos no sólo adornan su mesa y sus monitores con figuritas de plástico a modo de amuletos, sino que llegan al punto de sentarse siempre en la misma silla durante las reuniones. El otro día, por ejemplo, vi cómo alguien que no estaba al corriente de estas manías agarraba una silla que no era la suya con la terrible intención de dejar caer su culo sobre ella. El usuario habitual de este mueble soltó un gritito histérico y se abalanzó sobre el respaldo, apartando al casi asustado compañero. No era la primera vez que presenciaba una escena similar. -Damos pena, lo sé –le dijo entre risas, después de explicarle el porqué de aquel ataque de pánico-. Pero imagina que me cambia la racha: te echaría la culpa a ti. Son como jugadores de casino, pero sin encanto libresco. Hablan siempre de métodos matemáticos y fiables, pero en realidad no hacen más que confiar en rituales de los que se avergüenzan, además de amenazar con el estigma del gafe. Un poco como todo el mundo, imagino, sólo que más exagerado. Y es que supongo que todos llevamos dentro a un deprimente jugador de ruleta. Sin ir más lejos, yo mismo eché una primitiva anteayer, justo después de que las necesidades de una paloma cayeran sobre mi chaqueta. Dicen que trae buena suerte. Me conformo con que me traiga unos cuantos millones o, al menos, lo justo para pagar la tintorería.


 
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