jueves, 25. septiembre 2003
Jaime, 25 de septiembre de 2003, 15:13:01 CEST

El pecado de discrepar


Las víctimas no tienen razón por el mero hecho de ser víctimas. Aunque lo sean de Eta. Marçal Sintes lo explicó hace unos días, haciendo referencia a los intentos de censurar a Fermín Muguruza y a Julio Medem. Sintes deja bien claro que hay que apoyar a quienes sufren secuelas de atentados, a quienes se ven obligados a ir con escolta y a quienes han perdido familiares y amigos en los injustificados asesinatos terroristas. Pero "lo que opina sobre Euskadi, el nacionalismo vasco o sobre lo que sea, un señor que, desgraciadamente, ha de ser protegido, no es necesariamente más cierto que lo que dice alguien a quien no acompaña ningún escolta". Por eso hay que escuchar a todo el mundo. A todo el que no mata, se entiende. Porque igual los que tienen razón son los demás. Y eso se suele olvidar demasiado rápido. En este sentido, es curioso que quienes no hayan querido aparecer en La pelota vasca, de Medem, sean los miembros del Partido Popular, de ¡Basta ya! y los pistoleros de Eta. Y es que ellos son justamente quienes rechazan de entrada el diálogo. Obviamente, la postura del PP en lo que se refiere al conflicto vasco es respetable y legítima. Al fin y al cabo, no son ellos quienes matan. Pero que sea legítima no quiere decir que esté exenta de crítica: al fin y al cabo, si uno puede estar en desacuerdo con una víctima del terrorismo (que no tiene por qué ser del Partido Popular, aunque haya quien quiera dar a entender otra cosa), con más razón uno podrá opinar que el partido de Rajoy está equivocado. El problema es que este partido no deja margen a la divergencia. Todo aquél que no acate palabra por palabra su plan de confrontación en el País Vasco es automáticamente tildado de colaboracionista. Un partido democrático como el PNV ha sido demonizado y al Psoe se le niega todo derecho a discrepar: por su tímido cambio de actitud, se le amenaza con ser arrojado al noveno círculo del infierno. El de los traidores, claro. Además, todo aquel que sugiere la posibilidad de resolver (o de ayudar a resolver) el conflicto vasco por medio del diálogo es prácticamente tildado de criminal. Pero, vaya, últimamente hay que pedir disculpas por ser pacifista, así que esto último tampoco es de extrañar. Muchos me dirán que lo tienen peor quienes están en desacuerdo con los terroristas. Estos últimos no demonizan a nadie: simplemente le pegan un tiro. De acuerdo, pero es que yo no niego tal cosa. Simplemente trato de recordar que, por suerte, la del Partido Popular no es la única alternativa democrática al terrorismo. Hay que escuchar a quien tenga algo que decir, entre otras cosas porque podemos estar equivocados. Y después valorar lo que nos cuenten. Pero después, que no nos pase como con la película de Medem, de la que hablamos todos sin haberla visto.


 
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