lunes, 15. septiembre 2003
Jaime, 15 de septiembre de 2003, 17:11:38 CEST

You and me baby ain't nothing but mammals


Como si no tuviéramos suficiente con las despedidas de Pujol y de Aznar, ahora se nos va Copito de Nieve, enfermo de cáncer de piel y desahuciado por los veterinarios. El caso de Copito es más trágico, ya que su despedida es definitiva: apenas vivirá unos meses. Además, al contrario que Pujol y Aznar, el gorila albino tiene pocos enemigos entre los humanos y, encima, no deja sucesor, ya que su abundante descendencia ha sido morenita y más bien común. Siguiendo con la analogía podríamos decir que los sucesores de Pujol y de Aznar son también morenitos y mediocres, pero aunque Pujol tiene prestancia política e histórica suficiente como para ser albino en caso de haber nacido gorila, hay que decir que Aznar, de haber sido mono, sería, como mucho, un chimpancé gris. Pero eso son apreciaciones personales, claro. Siguiendo con los monos y las sucesiones, hay que decir que Maragall, el relevo de Pujol en caso de que CiU perdiera las elecciones, no llega a gorila blanco, pero sí al menos a mono pelirrojo o perro verde, que raro y original lo es un rato. En cambio, Zapatero es más como Chita. Simpático y gracias. Por cierto, dicen que a Copito de Nieve no lo piensan clonar, aunque se guardarán muestras de ADN. Lo digo porque a más de uno le gustaría clonar a los presidentes de España y de Cataluña, y no son pocos los que piensan que, de hecho, Rajoy y Mas son clones de sus jefes. Pero ya sabemos lo que pasa con los clones. Que, como la técnica aún no se controla, suelen salir defectuosos. De todas formas, más que clones, estos sucesores digitales (por lo del dedo, claro) parecen más bien fotocopias. Rajoy ha salido borroso y Mas viene con lifting. Esto del lifting me recuerda que Jordi Portabella, teniente de alcalde y presidente del zoo, asegura que retirarán al pobre gorila cuando no esté visible. Cosa que me hace pensar en Manuel Fraga, no sé por qué. Es curioso lo facilón que es comparar a políticos y monos. Quizás porque lo mejor sería enjaularlos. A los políticos, quiero decir. Les iríamos a ver al zoo, les tiraríamos trozos de pan y reiríamos sus gracias. Así podrían pelearse entre ellos sin salpicarnos a nosotros, que bastante tenemos con lo nuestro. Y también observaríamos con curiosidad cómo el mono blanco particular de los políticos españoles (y ahora pienso en Felipe González) se dedica a pasearse enfurruñado, acostumbrado a los elogios y a los mimos, siendo aún la estrella del zoo y lamentando, en su caso, haber sido prejubilado. Claro que si los políticos fueran hombres y mujeres de cierta altura y dignidad, la comparación con chimpancés y babuinos no sería tan facilona. Pero ocurre que, por lo general, las personas de bien no se dedican a la política.


 
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