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abril |
Un espíritu recorre España
Jaime Rubio fue conducido ante el juez por atentar contra el espíritu de la transición. Según ha explicado la policía, este terrorista fue detenido de madrugada en un pasillo del Congreso de los Diputados, donde correteaba con un crucifijo y una tabla de ouija. Después de ser torturado, Rubio admitió libremente y sin haber sido sometido a presión de ningún tipo por parte de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, que pensaba exorcizar el parlamento para "dejar descansar en paz a ese pobre y torturado fantasma". Al comenzar el juicio y ante las negras perspectivas que se le abrían a Rubio, el juez decidió asignarle un verdugo de oficio, en lugar de un abogado de oficio. "Así vamos adelantando faena", explicó. Mientras el verdugo afilaba el hacha, el acusado exigió ejecutarse a sí mismo. El juez rechazó la petición, asegurando que por regla general los acusados que se ejecutan a sí mismos suelen matarse menos de lo necesario. El fiscal se negó a interrogar al acusado, limitándose a "hacer lo que a todo el mundo le gustaría": se plantó delante de Rubio y le estuvo escupiendo durante más de veinte minutos, parando sólo para beber agua. Cuando se cansó, le explicó al jurado que era inaudito que hoy en día aún hubiera personas que no guardaran el respeto necesario por el espíritu de la transición, sin el cual hoy en día comenzaría una decimocuarta guerra civil que traería el hambre, la muerte y la destrucción a los hogares españoles. Una vez se hubo dado cuenta de que se trataba de un juicio sin jurado, el fiscal le repitió lo mismo al juez, que le escuchó diciendo que sí con la cabeza, en una clara muestra de independencia. Al fin y al cabo, nadie le había obligado a decir que sí con la cabeza. Llegado el turno de la defensa y mientras el verdugo preparaba el nudo de la horca, Jaime Rubio comenzó a explicar que ya había llegado el momento de que el espíritu de la transición caminara "hacia la luz". Esa diatriba comunista y antidemocrática fue interrumpida por el juez, que le recordó que debía responder a las preguntas de su abogado o, en su defecto, a las de su verdugo, y no "soltar mítines contra la concordia entre los partidos, que llevan treinta años unidos con el objetivo común de construir una democracia que permita el cobro ordenado de comisiones de las constructoras". El verdugo, pillado por sorpresa, le preguntó a Jaime Rubio por la capital de Mongolia, por el nombre de la actriz más veces candidata a los Oscar, por el general que venció a Napoleón en Waterloo, por el autor de Cien años de soledad, por el sexto planeta del sistema solar y, acabando con los deportes, por el nombre del toro que mató a Manolete. Las respuestas de Jaime fueron respectivamente: Ulan Bator, Aída de Gran Hermano, Patton, Cervantes, Omicrón Persei 8 e Islero. Al haber acertado sólo dos preguntas, Rubio fue declarado culpable de atentar contra la reconciliación nacional y de conspirar para comenzar una guerra civil. Se le condenó a escribir todos los editoriales que se publicarán en ABC hasta 2010 sobre los treinta años de democracia, la constitución española, el entendimiento entre los pueblos de España y el deseo de que no se repitan las condiciones que propiciaron la guerra fraticida del 36. Al oír la sentencia, Rubio le arrebató el hacha al verdugo para acabar con su sufrimiento, pero se lió con el pronombre posesivo y acabó con su sufrimiento (el del verdugo). Consternado, pidió perdón a la familia y se matriculó en un taller de gramática para adultos.
Criminal
Isabel Sánchez ha sido arrestada por haber cometido todos los delitos sin esclarecer del 24 de febrero de 2007 entre las ocho y las doce de la noche. "Fuimos preguntando aquello de dónde estaba usted la noche del tal a la hora cual, medio en broma medio en serio --comenta el comisario de los mossos d'esquadra Bernat Metge--, hasta que dimos con un periodo de tiempo para el que la sospechosa no tenía coartada. Y usted no sabe la de robos y asesinatos que se cometieron en esas cuatro horas. Podemos asegurar sin temor a equivocarnos que hemos capturado a una de las delincuentes más sanguinarias del mundo y parte de Europa". El abogado de Isabel Sánchez espera poder exculpar a su cliente de al menos la mitad de los delitos. "Lo peor es que la policía ha especificado el periodo de tiempo, pero no el lugar. Estados Unidos ya ha pedido su extradición para juzgarla por un total de cuarenta asesinatos y, en fin, parece que hay base legal. Incluso Irán quiere apedrearla por haber mirado con ojos lascivos la fotografía de una mujer que sonreía en un anuncio de dentífrico". Aunque su abogado es moderadamente optimista, las cosas se le podrían poner aún peor a Isabel Sánchez. Y es que fuentes cercanas a la investigación sugieren que la acusada tampoco tendría coartadas para varias horas del 12 de marzo de 2007, del 27 de agosto de 2004 y del 14 de junio de 1999. La familia de la presa ya se ha movilizado y ha impreso octavillas y camisetas con el lema: "Isabel será inocente de algo, digo yo". Este contundente lema no ha impedido la compra de los derechos de la historia por parte de una productora de Hollywood, que quiere llevar al cine este relato de una mujer que viaja a la velocidad de la luz para satisfacer su sed de sangre.
Segurísimo
A: Como dice Woody Allen, cada vez que oigo a Wagner siento el impulso de invadir Colonia. B: ¿Colonia? Será Polonia. A: No, es Colonia. B: ¿Cómo va a ser Colonia? A: Es Colonia, seguro. Segurísimo. B: Pero es que eso no tiene sentido. A: Sí, claro que lo tiene. Es por la guerra francoprusiana. B: No digas tonterías, es por Wagner, el imperialismo alemán, Polonia que está siempre en medio. A: No, no, la que está entre Francia y Prusia es Colonia. Clarísimamente. Y como Wagner era francés, pues quería conquistar Alsacia. B: ¿Pero qué dices? ¿Tú te estás oyendo? A: ¿Qué pasa? ¿Como eres un inculto, lo único que sabes hacer es insultar? Respóndeme con argumentos. O dame la razón, que la tengo. B: Wagner era alemán. A: No, en absoluto. Era francés. Seguro. Wagner, pronunciado Vagné. Es un apellido típico del norte de Francia. B: Estás inventando. A: No, no, seguro. Lo leí. B: ¿Dónde? A: En una biografía de Wagner. Wagner y la guerra de Colonia. Por eso tiene gracia la frase de Allen. Porque Wagner estaba obsesionado con la grandeur francesa y la siempre conflictiva ciudad de Colonia. B: No es verdad. Era alemán y amigo de Nietzsche. A: No, no... Ni siquiera era contemporáneo de Nietzsche. Lo estás confundiendo con otro. Bach o alguien. No sé, no importa. Es Colonia. Seguro. Colonia. B: No, maldito imbécil, no es Colonia. Es Polonia. A: No. Colonia. Seguro. Segurísimo. Comprendo que te dé rabia haberte equivocado otra vez. Pero es Colonia. B: ¿Otra vez? ¿No te referirás a...? A: Sí. El de Toro salvaje es Al Pacino. B: ¿Todavía sigues con eso? Es Robert de Niro. Te enseñé el deuvedé. A: Tienes la partida defectuosa. Ya te lo expliqué. Pone Robert de Niro porque se confundieron en la imprenta. Pero es Al Pacino. La gente los confunde porque son morenos, tienen apellido italiano y los dobla el mismo actor. Pero son gente diferente. Y el de Toro salvaje es Al Pacino. Seguro. Segurísimo. Junto con Rain Man, es mi película favorita de Al Pacino. B: ¿Rain Man? El de Rain Man es Dustin Hoffman. A: Sí, ya, Dustin Hoffman y Al Pacino. B: No me lo puedo creer. Estás confundiendo a Al Pacino con Tom Cruise. Nadie confunde a Al Pacino con Tom Cruise. A: Bueno, tú lo estás haciendo ahora. B: ¡Yo no...! A: Y no lo entiendo, porque ni siquiera les dobla el mismo actor. B: El de Rain Man es Tom Cruise, maldito imbécil. A: Ya te estás poniendo violento. Por gritar más no vas a tener razón. B: ¡Eres un idiota! ¡No sabes lo que dices! A: ¿Ves? Ya has perdido el rumbo. B: ¡Eres tú el que me hace perder la cabeza! ¡Estás como una puta cabra! A: Te recuerdo que la última vez que te pusiste así, me rompiste dos dientes y tuviste que disculparte. B: Me voy, no lo soporto... A: Ahí estabas, en el hospital, diciendo que lo sentías, que tenía razón, que el cantante de The Cure se llama Richard Smith y no Robert Smith. Robert... Qué ridículo. B: Me voy... Me voy... Adiós, no quiero saber nada más de ti. Nunca. No me llames. No me hables. No pienses en mí. A: Va, hombre, quédate, acaba tu cerveza y olvidemos la discusión. B: De acuerdo, pero cambiemos de tema, ¿eh? A: Sí, vale, ya sé que confundirte te da rabia... Vale, vale, no te pongas así, ya paro. Hablemos de otra cosa. ¿Has leído ese libro de Murakami? B: ¿Kafka en la orilla? Sí, claro, todo el mundo lo ha leído. A: Ja, ja, Kafka, dice. ¡Kundera! Kundera en la orilla. Claro, como son checos y su apellido comienza con K, te has confundido. No está mal el libro del chino este, Murakami. Ya había leído uno suyo antes, Shangai Blues... ¿Qué te pasa? ¿Y ese toc? Sí, toc. No, tic, no. Se dice toc. Un tic es otra cosa. Seguro. Segurísimo.
Pinchazos
Como todo el mundo sabe, una parte no poco importante de las detenciones policiales se realiza gracias a pinchazos telefónicos, que permiten acceder a las confidencias entre peligrosos delincuentes, quienes hablan de sus fechorías con la desenfadada confianza de quienes creen estar fuera del alcance de la justicia. Los malos, además de malos, a veces son tontos y, lo que es peor, casi siempre nos toman por tontos. Nuestro equipo de investigación ha tenido acceso a algunas de las conversaciones que han ayudado a los sagaces cuerpos de seguridad del estado a detener a asesinos, ladrones, narcotraficantes y cantantes de copla. Reproducimos algunas de ellas, por su interés.
A: Hoy he ido otra vez a comisaría. B: ¿Por lo mismo? A: Sí, les he vuelto a decir que yo maté a ese hombre. Les he intentado entregar el arma y la camisa manchada de sangre. Otra vez. También les pedí que contrastaran mis huellas con las que seguro que encontraron en su coche. B: ¿Y? A: Nada, no me creen. Dicen que sólo me estoy incriminando porque quiero hacerme famoso. B: Pues me temo que tendrás que olvidarlo. Y vivir con eso. A: No puedo. Quiero... No, no quiero: necesito pagar por lo que hice, cumplir con la sociedad y conmigo mismo, mirarme al espejo cada mañana sabiendo que, sí, es cierto, cometo errores, pero que también hago todo lo posible por corregirlos. B: Tío, tú te has tomado algo.
Gracias a esta conversación, B fue arrestado por posesión y tráfico de heroína, cocaína y pan de molde.
C: Ayer fui a ver Piratas del Caribe D: ¿Y qué tal? C: Distraidilla. D: La chica esta, la Knightley, está bien, ¿no? C: A mí es que tan delgadas no me gustan. Yo no sé qué manía tienen todas con parecerse a la... cómo se llama... la drogadicta. D: Kate Moss. C: Ésa. No conozco a nadie a quien le guste Kate Moss. Es como una percha de estas de alambre. Con peluca. Una percha con peluca, eso es lo que es. D: Pues yo me la tiraba. C: Porque tú eres un garrulo y mientras respire te da igual.
C y D fueron arrestados por conspiración para cometer un delito (la violación de Kate Moss). La modelo envió una carta de agradecimiento a las autoridades policiales españolas, ahí es nada.
E: Ep, ¿qué tal? ¿Te vienes a jugar un billar?
Esta frase sirvió para demostrar las conexiones de E con la mafia rusa, tan aficionada al billar como cualquiera.
F: Oye, ¿a qué hora hemos quedado? G: A las doce. F: ¿Y viene el pesao ese de la otra vez? G: ¿Quién? F: Sí, hombre, este que es abogado. G: ¿Abogado? F: Sí, el moreno. El gilipollas ese que habla todo el rato de coches. El Alfa Nosequé tiene nosecuántos caballos. No hay quien lo soporte. Ese que parece que hable por la nariz. Qué voz más desagradable tiene. Y habla siempre gritando. Hablar con él es como si te taladraran la cabeza. Uno que iba con una camisa roja. Todo sudado. Cómo sudaba el cerdo. Creo que era amigo de Nuria. Nuria se trae a cada anormal de su oficina, que da miedo. En serio, alguien debería decirle algo. Vale que se traiga a sus amiguetes, pero un poco de criterio no le vendría mal. Bueno, ¿sabes quién digo? G: Sí, te refieres a Luis, ¿no? F: Eso, Luis. G: Yo soy Luis. F: Ah... Er... ¿Y vienes o qué?
No se produjeron arrestos a consecuencia de esta conversación, pero en comisaría se rieron mucho porque conocen a Luis y siempre le pasan cosas de estas. Es un tipo muy majo. En serio. Un poco pesado, sí, pero es de esta gente que hay que conocerla bien. Un buen tipo. Aquello que dices, coño, este tío es buena gente. Bueno, tuvo ese problema... Se le cruzaron los cables y, en fin, asesinó a sus padres. Y a sus hijos, los gemelos recién nacidos. Estaban ahí en el apartamento de la Costa Brava y... Bueno, que el pobre hombre pasaba por una mala racha. La mujer logró escapar saltando desde el balcón. Un tercero. Suerte que había unas plantas y tal. Sólo se hizo unos rasguños, nada importante. Y Luis pasó una época en un hospital, pero ahora está bien. Cosas que pasan. Si es que trabajaba demasiado. Hacía horario intensivo y estaba el tío ahí, de ocho a dos sin parar. Excepto cuando se iba a tomar el café a media mañana. En fin. Buena gente, el Luis. Yo prefiero no tratarlo mucho porque cuando bebe se pone violento. Y cuando está sobrio le da por, bueno, como decirlo, pegar a la gente que está cerca. Pero casi nunca con el bate de béisbol. Buena gente, el Luis.
Contra los rebaños
El otro día celebramos la reunión mensual de la ACA, la Asociación Contra las Asociaciones. Nos encontramos cada mes para criticar a esas personas que no saben hacer nada solas y tienen que fundar grupos y organizaciones y clubs, con la única intención de hacerle creer a todo el mundo que tienen amigos, cuando son tan tristes que necesitan alquilar un local y convencer a cuatro extraños de que comparten intereses y objetivos. Cómo los odio. Odiamos. Nosotros. Mis amigos y yo. Nuestra asociación promueve el individualismo extremo. No soportamos el gregarismo, las multitudes, los rebaños. Nos interesa la gente rebelde e independiente. Y, como bien saben los traidores, no queremos en nuestras filas a cobardes que se resignan a pensar como los demás. Todo aquel que tiene ideas conformistas y, por tanto, ajenas a las que publica nuestro grupo en su boletín, es expulsado de la asociación por disidente. Aprovechamos la reunión para repasar las actividades que llevamos a cabo el mes pasado, como la quema de sedes de varias asociaciones de estas que no nos gustan nada y las palizas que propinamos a los presidentes, secretarios y vocales de las mismas. También aprobamos las actas de la reunión anterior y nombramos un nuevo vicepresidente. Nuestra querida y respetada Ana María Serrador ha decidido dejar el cargo, ya que ha sido ascendida en su bufete y le va a tocar viajar más a menudo. Esto no deja de ser una buena noticia para ella, desde luego, pero lamentablemente no podrá dedicar tanto tiempo a la ACA. Desde aquí le mando un saludo en nombre de todos los socios. Felicidades, Ana María, te echaremos de menos. Y, en fin, me da cierto apuro decirlo, ya que todos saben de mi modestia, pero fui elegido nuevo vicepresidente. Y eso a pesar de las inquinas y maquinaciones de cierto sector minoritario que lo único que quiere es utilizar la asociación para sus intereses personales. Espero no defraudar a quienes han depositado su confianza en este humilde servidor. Gracias a todos. En la ronda de ruegos y preguntas, se debatió la propuesta de Juan Carlos Mateo, socio desde 2002, de comprar un ordenador nuevo para llevar los archivos, ya que el anterior se está quedando algo anticuado. Por cincuenta y tres votos contra veintidós, se aceptó la propuesta. Cada socio aportará una cantidad voluntaria, con la intención de evitar recurrir a los fondos propios, que cubrirán lo que falte. En caso de que sobrara (pero eso nunca pasa, como siempre dice Luis, nuestro malpensado tesorero), lo recaudado pasaría a los fondos de la asociación. Y buena falta hace que engorden si queremos seguir celebrando estas cenas. La próxima vez que no escoja el restaurante Nuria, ja, ja.