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El debate
PRESENTADOR: Buenas noches a todos. El próximo 20 de noviembre los españoles elegirán mediante su voto con uve –por favor, no cometan el mismo error ortográfico que los siete millones de españoles que salieron a dar saltitos en 1989– a los diputados de los que saldrá el nuevo gobierno de España, que si todo va bien, debería sacar al país de la crisis en las siguientes tres o cuatro semanas. Cinco, como mucho y contando el previsible retraso por culpa de los festivos de diciembre. Aunque en teoría las elecciones las podría ganar cualquiera, incluida Izquierda Unida... (suelta una carcajada, palmoteándose la pierna; mientras suspira, se seca una lagrimilla con el dedo índice). Disculpen: decía que en principio es más o menos legal votar a cualquiera, pero lo más probable es que gane alguno de los dos partidos mayoritarios. Hoy tenemos aquí con nosotros a los líderes de estos dos partidos, que expondrán y discutirán sus principales propuestas en materia económica y social. A mi izquierda (guiño, guiño, codazo, guiño) se encuentra el candidato del PSOE, Angela Merkel. Buenas noches. ANGELA MERKEL: Buenas noches. P: Y a mi derecha (guiño, guiño, codazo, guiño) tenemos al candidato del Partido Popular, Angela Merkel. ANGELA MERKEL: Buenas noches. P: Si les parece bien, comencemos por las principales medidas económicas que piensan adoptar, dado que los españoles están muy preocupados por la crisis. A. M.: Nosotros desde el PP adoptaremos las medidas económicas que Alemania encuentre oportunas. A. M.: Nosotros desde el PSOE, también. El otro día recibimos un mail de Angela Merkel... A. M.: Oh, Angela Merkel: la líder que necesita Europa para salir de la crisis. A. M.: ¿Verdad que sí? Decía que recibimos un mail de Angela Merkel y allí pone bien claro lo que Alemania necesita: media docena de huevos, un cartón de leche, pan de molde, queso del bueno, manzanas... A. M.: ¡Eso no es cierto, caballero! ¡Lo que Angela Merkel necesita en realidad son peras! ¡Así jamás saldremos de la crisis! A. M.: Sí, peras... Como se nota que echamos de menos a Franco. A. M.: No, que yo soy del PSOE, si no he perdido la cuenta. A. M.: Pues a Stalin. ¡Comunista! P: De todas formas, ambos coinciden en la media docena de huevos. Porque hay candidatos que no sé qué opinan al respecto porque no están aquí y ni siquiera sé si existen. A. M.: ¡Opinarán lo que se les diga! A. M.: ¡Y si intentan opinar otra cosa, les señalaremos con el dedo y les llamaremos demagogos! P: Hablando de demagogia, ¿cómo puede afectar a España la situación de Grecia? A. M.: La situación de Grecia no tiene nada que ver con España. A. M.: Ni con el resto de Europa. A. M.: Ni siquiera tiene nada que ver con Grecia. A. M.: En todo caso, España es diferente. A. M.: Por supuesto: España tiene su Oktoberfest, sus salchichas, su sauerkraut. ¿Usted ha oído hablar de la Oktoberfest de Atenas? ¿Verdad que no? P: ¿Y qué necesita España para reducir el nivel de paro? A. M.: ¡Moverse mucho! A. M.: JAJAJAJAJAJA... P: JAJAJAJAJAJA... A. M.: Qué bueno... Como están parados... A. M.: Sí, jajaja... Ay... P: Hay gente que asegura que no hay diferencia entre sus posturas y que sólo responden al dictado de Angela Merkel. A. M.: Qué tontería. Nosotros por ejemplo llamaremos al matrimonio entre homosexuales con otro nombre, probablemente Joaquín. También tenemos previsto prohibir que la gente saque a pasear más de dos perros a la vez y sólo se podrá fumar haciendo el pino. Eso los alemanes no lo hacen. A. M.: Nosotros en cambio vamos a legalizar el toreo, pero sólo entre toros, privatizaremos la lengua española y doblaremos el número de buzones: que ningún español tenga que caminar más de un kilómetro para echar una carta. P: ¿Y qué hay de la educación pública? A. M.: Mi partido impulsará una ley que hará obligatorio el uso de expresiones como buenos días, gracias y por favor. A. M.: Nuestra apuesta es más radical. Cuarenta dólares por McGregor. K.O. antes del décimo asalto. Y además de eso cerraremos las universidades porque así podremos decir aquello de "claro que están parados, haber estudiao". A. M.: Eso no me parece mal. Si alguien quiere una carrera, que corra por su cuenta. A. M.: Y así además no estará "parado". A. M.: Jajaja, me ha encantado cómo has hecho el signo de las comillas con los dedos. Si no, no lo hubiera pillado. A. M.: Iba a guiñar el ojo, pero me parecía excesivo. A. M.: Sin duda es más lo que nos une que lo que nos separa. A. M.: Yo siempre me he sentido muy próxima a Angela Merkel, a pesar de que es una comunista. O una facha. No estoy seguro porque me he liado. A. M.: Yo también. De hecho, te considero muy atractiva. A. M.: Te estoy mirando el escote desde que ha comenzado el debate. A. M.: ¿Crees que no me he dado cuenta? A. M.: Ven aquí, jamona. (Angela Merkel y Angela Merkel se ponen en pie y se besan con las bocas muy abiertas y las lenguas muy afuera, mientras con las manos se magrean el culo y los pechos). P (Inclinándose, para salir en la imagen): Como pueden ver, las posiciones de ambos candidatos son opuestas y se han encontrado de frente, bruscamente, en un choque de lenguas. La decisión está en sus manos, a no ser que como buenos demócratas ahora mismo se estén tocando, ¡cochinillos! En todo caso, si dudan, pregúntense qué haría Angela Merkel en su lugar. Señoras, por favor, no se... Señoras, no se desnuden... No, aquí no, por favor... (Suena una música romántica: La cabalgata de las Valquirias. Fundido a negro.)
Vamos a morir todos: los riesgos de la cubertería
Creo que no sorprenderé a nadie si digo que los japoneses son un pueblo sabio. Quizás sí que sorprendería a más gente si lo dijera desnudo, así que procederé a quitarme la ropa. Un momento. A ver, que se me ha enganchado la pernera del pantalón. Los japoneses son un pueblo sabio. Exclamaciones de asombro entre el público. Oh. Ah. Lo ha dicho desnudo. Vestido no tendría tanta gracia. Etcétera. Recientemente y tal y como anuncié en mi cuenta de Twitter (ENLACE A MI CUENTA DE TWITTER: HAZ CLIC AQUÍ Y VISÍTALA; DE NADA), viajé a Japón para llevarle a ese gran país un gran regalo:
EL TENEDOR.
Yo pensaba que mi viaje iba a acabar con siglos de angustia y largas comidas, además de luchas interminables con los últimos fideos, esos que se resisten a ser agarrados y que al final se dejan en el fondo del cuenco por pereza y después de esfuerzos, lágrimas y calambres en los dedos. De hecho, se calcula que los restaurantes chinos y japoneses tiran a la basura cada año fideos y arroz suficientes para alimentar a varios países africanos o a la familia Ruiz Mateos. Así pues, me coloqué en el famoso cruce de Shibuya, alcé el tenedor, dije algo así como "japoneses, os traigo el ten..." y fui atropellado por un autobús. Muchos periodistas me visitaron en el hospital, donde pude mostrarles las ventajas que tiene el tenedor sobre los dos palillos y la cantidad de ataques de rabia que uno se puede ahorrar gracias a su uso. Yo creía que tenía a mi audiencia completamente a mi favor, pero un periodista ya casi anciano -tendría al menos 37 años- mostraba su desagrado con muecas de desagrado y tirándome cacahuetes con cierta rabia (además de desagrado). Le pregunté por los motivos de su animadversión y me explicó que "el tenedor es peligroso. Uno puede estar comiendo y sacarse un ojo sin querer". Y para ejemplificar su advertencia, me clavó sin querer el tenedor en un ojo. --Eso es cierto --confesé una vez dejé de gritar--. Los tenedores son peligrosos, pero los palillos, también. Y para ejemplificar mi advertencia, me clavé sin querer un palillo en el otro ojo. Juntos llegamos a la conclusión de que comer en general entraña muchos riesgos, y eso sin entrar a valorar lo que supone utilizar un cuchillo. Los cuchillos son ARMAS y sorprende por tanto que no haya más muertes en los restaurantes. Ah, y con las cucharas uno también se puede sacar un ojo accidentalmente. Hubiera ejemplificado esta última advertencia sin dudarlo, pero ya no me quedaban más ojos :( Total, que este periodista japonés (Juan García) y yo estamos escribiendo un libro sobre la necesidad de comer sólo bocadillos y sopa directamente de un bol para salvar la vida. Se titula Vamos a morir todos: los riesgos de la cubertería. Qué casualidad, igualito que este post. Dicho lo cual, me costó mucho volver a España porque cada vez que salía a la calle, cruzaba sin mirar, me volvían a atropellar y tenía que volver a la clínica. Me pusieron dos ojos de cristal, pero yo no veo nada bien con ellos. Creo que están estropeados. A ver si en Privalia salen algunos baratitos. Por si alguien se lo pregunta, le he dictado este texto a uno de mis monos redactores. Jaime está gordo. JAJAJAJA, ¡VENGANZA!
El Juicio Final se retrasa OTRA VEZ
Mi carrera como fundador, consejero delegado y presidente de la Coca-Cola ha llegado a su fin. Ha sido breve, pero intensa. Dieciocho minutos: lo que tardó seguridad en encontrarme y echarme del edificio. Y eso a pesar de los inmejorables resultados que la empresa registró bajo mi gestión, incluyendo un incremento de la facturación en un 3% respecto a los mismos dieciocho minutos del jueves anterior. En el mundo de la empresa hay mucha envidia y muy pocos amigos de verdad. La mayoría son amigos invisibles o imaginarios. Los de verdad se pueden contar con los dedos de una mano. Y si sabes contar, incluso con la cabeza, moviendo ligeramente los labios. También puedes ayudarte con un bloc de notas o incluso con una calculadora, para no equivocarte. Yo me equivocaba poco, pero a veces me perdía. Volviendo al tema, después de dejar la Coca-Cola POR LA PUERTA GRANDE (me echaron por esa), decidí retomar mi carrera profesional como profeta. Recuperé mis viejos cartones con mensajes apocalípticos, mi campana, mi sombrero de papel de plata y salí a la calle a gritar que el fin del mundo se aleja. Sí, se aleja. Hay que tener en cuenta que la mayoría de profetas insiste en que el fin del mundo se acerca, por lo que ahí hay un nicho de mercado por explotar: el del alejamiento del fin del mundo. Dada la saturación en el mercado de profetas, ese es el hueco en el que tengo que encontrar mi público. Por otro lado y como explico a las señoras mientras el semáforo está en rojo y siempre que no llamen a gritos a la policía, es mucho peor que el fin del mundo se aleje. No, en serio, ¿cuánto más puede durar esto? Es una broma, ¿o qué? Ya vale, ¿no? Ya vale. Con la tontería. En serio. Ya vale. Con la tontería. De verdad. Después de tantos años (entre 6.000 y 13.700 millones, según si se consulta a los manifestantes o a la Delegación del Gobierno), es evidente que ya vamos necesitando un buen Juicio Final, un paraíso para los justos y un infierno para los sobrados, además de para esta lista de personas que me cae mal. Ya está bien de madrugar, maldita sea. Ya vale. Cada mañana, de lunes a viernes, la misma rutina desde hace 13.700 millones de años. Suena el despertador a las siete. Con la tontería. Ya vale. Me levanto. Desayuno. Me ducho. Ya vale, ¿no? Me ensucio, por aquello de la credibilidad. Me afeito. Me pongo la barba postiza y el gorro de papel de plata. Cojo mis carteles con anuncios apocalípticos, mi campana y a gritar por las calles. Ah, la rutina me está matando por dentro. Me está dejando seco. Es que ya voy a profetizar sin ganas, con el piloto automático, sin ese entusiasmo que me caracterizaba al principio, hace ya tres días. A ver si me toca la lotería y me puedo retirar de una vez por todas.
(Lista de personas que me caen mal, sin ningún orden en particular: Amaia Montero, Fernando Sánchez Dragó, Justin Bieber, el del gorro de lana de Amaral, Jaime Rubio, Locke de Lost, Penélope Cruz, González Pons, mi vecina de enfrente -que se mete en todo-, los actores de Friends, los guionistas de Friends, todos los que hayan dirigido algún capítulo de Friends, Jaime Rubio, cualquier persona que haya trabajado en un capítulo de Friends, quienes hayan comprado los DVD de Friends, los Rembrandts, Jaime Rubio, todos los que se sepan la letra de I'll be there for you y toda esa gente por algún motivo que se empeña en seguir dando algo parecido a trabajo a los actores de Friends.)
(Actualización: el analfabeto de Extremoduro también me cae mal.)
(Nota: cuando digo analfabeto, no quiero insultar a nadie; me refiero a que no sabe ni leer ni escribir. Eso es algo muy triste y espero que en la cárcel pueda solucionarlo. ¡Muchos ánimos, Robe!)
(Actualización: ¿¡Cómo!? ¿¡Que no está en la cárcel!? ¿¡Pero es que la policía no sabe lo de sus discos!?)
Soy el motor de Europa
No es por nada, pero mientras vosotros matabais a Gadafi, yo he acabado con la crisis. Lo he conseguido gracias a una serie de pequeños gestos que me han ayudado a ahorrar y a estimular mi propia economía: como por ejemplo, este gesto, que se hace poniendo los dedos así y alzando la ceja izquierda. Os falta práctica, pero ya os acabará saliendo. En todo caso y como soy un tipo generoso cuya única intención es ganar el Nobel de Economía y llevar a los bares esa medalla que te dan y con la que se debe ligar mucho, paso a detallar mi programa económico, que sin duda servirá para que las familias puedan seguir pagando sus hipotecas a ciento sesenta y nueve años vista, los países reduzcan el paro hasta que la gente vuelva a no trabajar, pero porque no le da la gana, que mucho vago es lo que hay, y por supuesto, que los bancos puedan seguir robándonos usando los medios tradicionales y sin necesidad de recurrir al estado, como haría un cineasta español. Lo primero que hay que hacer es reducir el gasto, pero al mismo tiempo mantener o incluso incrementar el consumo, para ayudar a impulsar la economía. Esta terrible paradoja que los periodistas económicos solventan con un "posestá claro, ya lo dice Krugman en su blog", yo la resolví gracias a comprar lo mismo, pero usando billetes más pequeños. Incluso monedas. Tras reducir el gasto e incrementar el consumo a la vez me dispuse a crear empleo. Lo conseguí gracias a una serie de acciones que se desarrollaron en varios campos y sectores de actividad: primero, le llevé camisas a mi madre, para que me las planchara; luego me dediqué a tirar papeles por la calle, para que el ayuntamiento tuviera la necesidad de contratar empleados de la limpieza; después empecé a comprar cosas en las tiendas para devolverlas media hora más tarde: no gastaba un duro, pero los locales no podían prescindir de las dependientas; casi cada noche iba a restaurantes, pedía vinos caros y los devolvía indignado, asegurando que estaban picados y encorchados, para luego huir con la copa por la ventana del lavabo; también apretaba botones de todos los interfonos: así los posibles parados de esos domicilios al menos hacían algo. Que mucho vago es lo que hay. Para estimular aún más la economía, decidí comprarme una impresora a color. Creo firmemente que la inflación es un riesgo secundario frente a la necesidad de liquidez por parte de las empresas. Y si el Banco Central Europeo no está de acuerdo, yo, como iniciativa privada que soy, tendré que tomar la ídem (la iniciativa --privada--). Así pues, desde hace unos meses imprimo en mi casa billetes con una calidad aceptable, si se arrugan bien y se muestran con confianza. (Por cierto, vendo billetes de cincuenta euros por sólo veinte cada uno. El pedido mínimo es de diez. A partir de cien, se aplica un descuento del diez por ciento.) Por último, llegó el momento de dar ejemplo y montar mi propia empresa. Como soy un tipo ambicioso, he decidido MONTAR LA COCA-COLA. Ahora soy fundador, consejero delegado y presidente de esta empresa, para lo cual he enviado una carta informando de su cese a la anterior junta directiva. Aún no he recibido respuesta, pero ya se sabe, estas empresas tan grandes funcionan como un ministerio y todo lo que es el papeleo va lentísimo. Eso va a cambiar. Creo que con diez becarios me apaño. "Externalizar y delegar", ese es mi lema.
Lanzamiento de gatos
Juan Tomeo ganó el campeonato de lanzamiento de gatos al río, que se celebró a orillas del Ebro durante una alegre jornada en la que los entendidos pudieron disfrutar de momentos espléndidos de este arte, como el globo de María Fernanda Gomis, cuyo gato cayó al río casi sin salpicar –excepto de entusiasmo–, además de la gran final, en la que se arrojaron veintisiete gatos en apenas doce minutos, con gemidos, giros y efectos de primer nivel. Como ya viene siendo habitual, la velada se vio ensombrecida por la presencia de radicales que intentaron entorpecer el torneo, con el pobre argumento de que los aficionados al lanzamiento de gato disfrutamos con la tortura de animales. Sí, puede que caer al agua helada del río no sea muy agradable, pero eso sólo es cierto en invierno y además es un hecho irrelevante. Lo verdaderamente importante, lo que no tienen en cuenta estos supuestos ecologistas es lo bien que se lo pasa el gato mientras vuela por los aires. Hay gente que paga por saltar en paracaídas o hacer puenting: estos gatos disfrutan de un pasatiempo perfectamente comparable -o incluso mejor- totalmente gratis. Por otro lado, es falso que los artistas que se dedican al lanzamiento de gatos maten a estos animales. Sólo los lanzan. Contra el agua. El agua está blanda. De acuerdo, algunos gatos caen en la orilla y se abren la cabeza. Pero esos lanzamientos no son nada valorados. Al contrario, el lanzador es humillado con risotadas y recibe puntuaciones moderadamente bajas. Lo que se puntúa y se aprecia es la caída limpia y acrobática. Y el gato en todo caso muere por culpa del río, no del lanzador, y por supuesto tiene la oportunidad de salvarse nadando. Si la corriente es demasiado fuerte, no es culpa de los aficionados al lanzamiento de gatos. En todo caso, es culpa de los ecologistas, que son quienes están en contra de poner un poco de orden en la naturaleza. Sí, la eterna lucha entre el bosque y el jardín. Lo siento, pero yo soy partidario del jardín, del parque, del laberinto de setos y de las simpáticas orgías versallescas. No de las violaciones, los entrenamientos de terroristas, la tala de árboles, las terribles ardillas mutantes y los hombres lobo. Como los ecologistas. A esos abrazaárboles les gustaría vernos a todos devorados por hombres lobo. Además y volviendo al tema que nos ocupa, siempre que no haga mucho frío, los gatos que no se ahogan son recogidos y se les colocan unas alegres bengalas en las orejas, lo que resulta divertidísimo y alegra a todos los presentes. Estos felinos además se conservan de forma adecuada para una siguiente ocasión, a no ser que mueran de pulmonía, cosa difícil, porque se guardan en sacos muy calentitos. Si mueren, suele ser por asfixia o por pelearse con otros gatos del saco. Pero claro, ahora también nos van a culpar a nosotros de que los animales se comporten como lo que son: animales. Pobres argumentos, en definitiva, los de estos supuestos defensores de mininos. Digo supuestos porque es evidente que no pretenden defender a ningún animal. En cambio, nosotros somos los primeros defensores de los gatos. Sólo en este último torneo se arrojaron ciento cuarenta y tres animalitos al Ebro. Es absurdo pensar que hubieran podido “salvarse”, por usar el término hipócrita de los amigos de los hombres lobo. Porque al fin y al cabo, ¿quién va a meter ciento cuarenta y tres gatos en su casa? Desde luego, no iba a ser uno de esos ecologistas quien lo hiciera. Esos gatos estaban condenados. Nosotros, los lanzadores de gatos y su público, fuimos a las perreras, a los descampados y a las casas de las viudas para proporcionarles un instante de diversión y todo el riesgo, la adrenalina y, por qué no decirlo, la dignidad de los deportes de agua. Intentar hundir -jaja, hundir... En el agua, jaja...- Er... Decía... Intentar hundir esta tradición que cuenta ya con dos semanas de historia y una amplia literatura -esta crónica- es simple demagogia.