miércoles, 7. marzo 2007
Jaime, 7 de marzo de 2007, 16:00:00 CET

La máquina de la verdad


Jaime Rubio ha sido llevado de nuevo ante las autoridades judiciales, en esta ocasión por asegurar en voz alta, en un bar y seguramente borracho por completo, que "la tele está muy bien para pasar el rato". Los allí presentes no dudaron en llamar a la policía y retenerle hasta que llegaran dichas fuerzas del orden, con grave peligro para sus vidas y aprovechando para recriminarle su escaso interés por la solidez cultural e intelectual de España y parte de Europa. Después de pasar una noche encerrado en la biblioteca de comisaría, rodeado de las mejores obras de la literatura española del Siglo de Oro y sin poder ver Dolce vita, Jaime Rubio fue arrastrado ante el juez, quien le recordó que estaba en su derecho de llamar a un abogado. Como no le quedaba saldo en el móvil, Rubio optó por defenderse a sí mismo. El fiscal solicitó someter al acusado al polígrafo, para demostrar así su culpabilidad al más puro estilo americano de hace veinte o treinta años. El juez accedió, no sin antes hacer un estimulante elogio del progreso, "que nos permite saber qué pensamos y que en un futuro cercano incluso nos permitirá dejar de pensar, con el más que deseable ahorro de tiempo que supondrá tal cosa. Imaginen, aún más tiempo libre para comprar aparatos electrónicos pequeñísimos". A la pregunta: "¿Es verdad que le importa un bledo el asunto De Juana Chaos?", Jaime Rubio respondió: "Si me tengo que preocupar por cada chiflado que hace cosas raras a la hora de comer, mal vamos", y el detector determinó que decía la verdad. A la pregunta: "¿Has participado en algún montaje para ganar dinero?", Jaime Rubio respondió: "A mí es que el dinero me da igual, mientras haya salud...", y el detector determinó que mentía. A la pregunta: "¿Entendiste algo de Gravity's rainbow?", Jaime Rubio contestó: "Al menos el cuarenta por ciento", y el detector determinó que mentía. A la pregunta: "¿Qué tal tiempo hace en Estocolmo?", Jaime Rubio contestó que nublado y, tras un par de llamadas telefónicas, se comprobó que tampoco decía la verdad. Entusiasmado con el juguetito, el juez pidió que le dejaran probar a él, cosa a la que accedieron encantados todos los presentes. Por desgracia para el juez, pero no para la justicia, el detector determinó que el magistrado mentía al decir que no tenía nada que ver con los atentados de las torres gemelas, por lo que ha sido deportado a Guantánamo. El juicio a Jaime Rubio ha sido pospuesto hasta nuevo aviso. De momento, se le ha confiscado la televisión y se le ha obligado (preventivamente) a leer los treinta y siete libros que lleva publicados César Vidal en lo que va de año, todos superinteresantísimos y llenos de datos curiosísimos, como por ejemplo que los masones mataron a Kennedy, que a su vez era un masón y un rojo.


 
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