marzo 2006 | ||||||
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Experiencia profesional
Durante una época trabajé en una agencia de publicidad. Dirigí una campaña muy exitosa, la de los cereales Cornico. Seguro que más de uno la recuerda: "Come nuestros cereales o te romperemos las piernas". Al final, el notable aumento de las ventas no compensó los costes de contratación de matones. Este éxito relativo me hubiera permitido seguir progresando en el mundillo de los anuncios, pero me metieron en la cárcel por el tema de las piernas rotas, así que no tuve más remedio que dedicarme a la propaganda electoral. En la cárcel, uno no puede escoger para quién trabaja. Al partido político en cuestión le propuse el eslogan "Vótanos o te romperemos las piernas", pero no gustó. Los políticos son muy conservadores en cuestión de propaganda. Es más, son unos analfabetos en todo lo que se refiere a innovación: publicidad, nuevas tecnologías, prácticas mafiosas rompedoras (de piernas), etcétera. Obviamente, no puedo revelar el nombre de las personas para las que trabajé. No por lo del secreto profesional, sino simplemente porque me da vergüenza. De ahí salté a la política. Cuando uno sale de la cárcel, no está en condiciones de elegir empleo. También me surgió la posibilidad de hacerme terrorista suicida, pero ya se sabe cómo son los puestos de responsabilidad: el sueldo es bueno, pero no tienes tiempo para gastarlo. Fundé un partido político en defensa de que Albert Boadella y Arcadi Espada fundaran un partido político. Más que nada porque así el primero dejaría el teatro y el segundo de escribir, con lo que todos correríamos menos riesgo de aburrirnos. Mi éxito fue incuestionable. Me gustaría que más gente se dedicara a la política. Lucía Etxebarría, Joan Barril, los Planetas, Alfonso Ussía, James Cameron, Enrique Bunbury, George W. Bush, Isabel Coixet, Björk, Arturo Pérez Reverte. El mundo sería mucho mejor. Siempre que no ganaran las elecciones, claro.