martes, 17. febrero 2004
Jaime, 17 de febrero de 2004, 9:30:26 CET

Qué cachondo


Todos los esfuerzos de Aznar por que España deje de ser un país simpático se pueden ir al traste por culpa de alguno de los miembros de su propio gabinete. Con lo bien que íbamos con el soseras de Rajoy y el doberman de Álvarez Cascos, que vuelve a ladrar aunque sólo sea para defender a su novia, ahora salta Federico Trillo, humorista digno de Noche de fiesta y le da un euro a una periodista que le preguntó por las armas de destrucción masiva de Iraq: "Llevo una semana guardando el mismo euro para el que me preguntara por las armas de destrucción masiva -dijo nuestro Groucho Marx-, pero como he sabido que empiezan a perder interés, se lo ha ganado usted, luego se lo doy". Bueno, al menos no le ofreció un terroncillo de azúcar o un arenquito. Eso sí, el ministro de defensa no contestó a la pregunta porque, total, ¿qué tendrán que ver las armas y la guerra con la defensa? ¿Y qué mejor que una monedita para acallar las críticas y comprar silencios? A todo esto cabría añadir que quien pierde interés no son las armas, sino el propio ministro, que junto a otros como Pilar del Castillo o el ya citado Álvarez-Cascos son ya prácticamente ex-ministros, pase lo que pase y no siempre por decisión propia. Es decir, que Trillo debería ir buscándose un empleo. A lo mejor le apetece ir a la universidad a dar clases sobre Shakespeare, y puede que no lo hiciera mal, pero yo creo que debería dar paso a la que es sin duda su verdadera vocación y dedicarse al mundo del espectáculo. Creo que quedaría muy bien de humorista en el Un, dos, tres. Tiene el aire rancio, pero simpaticote del programa y, además, es un tipo leído, cosa que tiene su importancia: los libros son la excusa del concurso, del mismo modo que las armas fueron la excusa (y no la causa) de la guerra. Añadámosle a esto la infinidad de frases de batalla con las que cuenta el casi humorista (manda huevos, viva Honduras) y tenemos a una nueva Bombi, a un nuevo Bigote Arrocet preparado para dar el gran salto. Desde luego, la prensa dará buena cuenta de ello.


 
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