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Los Reyes Magos existen casi con toda probabilidad
El distinguido (o más bien distinguible, ya que nos referimos a su altura) profesor Jakob Adenauer ha publicado un estudio en la prestigiosa (o mejor dicho… No, prestigiosa está bien) revista Socionomics en el que plantea que es más probable que los Reyes Magos, Papá Noel y compañía existan a que los niños reciban los regalos de Navidad de sus padres. Según Adenauer, la única prueba de que los reyes son los padres es justamente la "palabra de estos, mientras que no conocemos la versión de los siempre discretos Gaspar, Melchor y Baltasar, a quien nadie extrañaría que no se vieran molestos por el hecho de que otras personas se adjudicaran los méritos que les corresponden". Según el científico alemán, las declaraciones paternas han de ser "examinadas críticamente como no se ha hecho hasta ahora", dado que los progenitores son "una parte interesada: pretenden comprar el amor de sus hijos con la remota y probablemente vana esperanza de no morir solos en un asilo". Hay que tener en cuenta que la mayoría de los padres no se comporta con sus hijos como debiera a lo largo del año, limitándose a aparcarles "frente a la tele o en actividades extraescolares absurdas, como piano o clases alguna lengua extranjera con mayor o menor futuro". Así, no es de extrañar "primero, que se apropien las buenas acciones de los demás y, segundo, que los Reyes apenas les traigan una corbata horrible o alguna colonia barata: cosa que demuestra que no han sido lo suficientemente buenos a lo largo del año". Otra prueba que aduce Adenauer es que "dada la cantidad de gente que abarrota los centros comerciales en estas fechas es físicamente imposible que las personas normales tengan tiempo de comprar todos los juguetes necesarios y que las tiendas tengan espacio para almacenarlos". Además, según los cálculos del alemán, la cantidad de personas que visita las jugueterías de cualquier capital de provincia durante un fin de semana de diciembre triplica la reserva media de juguetes media, por lo que es "materialmente imposible que se compren todos los regalos necesarios por el procedimiento mercantil clásico".
Animales en peligro de existencia
Jakob Adenauer ha alertado de "la existencia de científicos que, como yo mismo, jugamos a ser Dios, y amenazamos con crear nuevas especies animales asesinas, crueles y, lo que es peor, feas. Feísimas. Son tan feas que varios zoófilos anónimos que no son yo y que han sido consultados al respecto han asegurado que jamás, repito, JAMÁS me acostaría con ellos. Se acostarían. Ellos. Los zoófilos. Ehem. ¿Qué coño miran? ¿Acaso tengo monos en la cara? Ojalá. Quiero decir, espero que no. Qué asco. Monos. Puaj. Ehem". Poco antes de ser arrestado por contravenir las leyes de Dios, del hombre y de la naturaleza, Adenauer advirtió de la existencia de una nueva raza de elefantes borrachos, que verían potenciado su carácter destructor gracias al alcohol: "Todos sabemos que los elefantes son demasiado grandes para ser seguros y creíamos que no había nada peor que esos bichos horribles que pisotean todo a su paso en cuanto se enfurecen, cosa que sucede siempre que hay una cámara grabando; pues sí que hay algo peor: los elefantes alcohólicos. Una raza de superelefantes con genes irlandeses capaces de destruir el mundo tal y como lo conocemos o incluso imaginamos". Pero hay más animales horribles que podrían existir por culpa de la maldad de otros científicos. "Sí... Er... ¡Elefantes más grandes! ¡En colores! ¡Con halitosis! ¡Muchos elefantes, todos juntos, corriendo como salvajes y aplastando coches! Ya, puede parecer que estoy obsesionado con los elefantes, pero no tiene nada que ver con la trompa. No es verdad que me haga sentir violento. ¡Vienen a por nosotros! ¡Son imparables! ¡Acabarán con la vida en el planeta! ¡Al Gore HAZ ALGO, maldita sea!" El propio Adenauer reconoció haber creado una raza de elefantes asesinos de elefantes "para que se destruyeran entre ellos", pero que por un error de cálculo resultó ser una raza de elefantes asesinos de ancianas que vivían solas. "Fue horrible --explica Adenauer--. Una anciana prestamista de Leipzig fue atacada por un elefante que la asesinó con un hacha para robarle cuatro duros. Es una de las dieciocho cosas de las que más me arrepiento de haber causado indirectamente". En espera de lo que dictamine el juez acerca de lo que Adenauer considera "sexo consentido interracial, puede que interespecial", el científico alemán trabaja en la creación de unos elefantes de cinco centímetros de alto, graciosos e inofensivos. "De momento, he conseguido un tamaño adecuado, pero resultan terriblemente venenosos. Es lo que tiene jugar a ser Dios, supongo: que nuestros ayudantes se ven obligados a tomar riesgos y a morir entre terribles dolores. Son cosas que van incluidas en el sueldo de becario".
Acerca de los peligros de la bebida
Jakob Adenauer asegura haber demostrado que los gemelos "no son más que una ilusión óptica". En un artículo publicado en The nature of science, Adenauer explica que la culpa es del alcohol que no se ingiere: "El alcohol que se bebe hace ver doble, pero, al ser uno más o menos consciente de que está borracho, sabe que sus sentidos son víctima de una ingesta excesiva de esta droga. En cambio, el alcohol que no se bebe se evapora y se libera en la atmósfera, por lo que uno acaba respirándolo, emborrachándose de tanto en cuando sin saberlo". Según el físico de Leibniz, al ignorar que estamos borrachos por inhalación, "creemos que esa visión doble que nos hace ver gemelos se corresponde a un fenómeno real". Para Adenauer, el exceso vapores de alcohol también explicaría conductas como la de conductores borrachos que aseguran, después de haber dado positivo en un control, que apenas se han tomado media copa de vino: "Estos conductores no son conscientes de que, además de beber, han respirado alcohol y por tanto corren grave riesgo de sufrir un accidente o de ver gemelos". Para evitar estos problemas, Adenauer aconseja el consumo excesivo de alcohol por vía oral: "Cuanto más bebamos, menos vapores de alcohol respiraremos. Siempre es mejor saber que uno está borracho a emborracharse desprevenido". Según explica, el alcohol se evapora con demasiada facilidad para intentar otra cosa: "Por muy bien que se cierren las botellas, siempre se pierde algo: no es bueno que se queden acumulando polvo, hay que vaciarlas lo antes posible". Otra opción sería sellar todos los licores existentes en depósitos herméticos, guardarlos en sótanos de seguridad y prohibir su fabricación y comercialización, pero tal cosa es difícilmente realizable: "Pasaría como en la época de la Ley Seca: florecería el mercado negro y los bares clandestinos se llenarían de alcohol de baja calidad y alta evaporación, con lo que personas inocentes se emborracharían aún más y peor, que es lo que pasó en el Chicago de los años veinte. De ahí los tiroteos: eran peleas de beodos. Por no hablar de los niños. ¿Es que nadie piensa en los niños? Bebamos cuanto más mejor: hagámoslo por ellos, para que no acaben alcoholizados y cirróticos".
Cómo ser inmortal sin morir en el intento
El doctor Hans Adenauer ha desarrollado un método que retrasa la muerte indefinidamente. Todo comenzó hace unos meses, cuando un enfermo terminal de una larga enfermedad cuyo nombre no se pronuncia, pero contra la que siempre se lucha valientemente --pista: comienza por c y acaba por áncer--, acudió a su consulta, dispuesto a entregarse a las prácticas poco éticas, siempre experimentales y de vez en cuando exitosas del doctor de Leipzig. "Al tratarse de un tumor cerebral --explica Adenauer-- sólo teníamos dos opciones: amputar la cabeza o aplicar una técnica que había ideado hacía poco. Como amputar la cabeza por encima del cuello tiene efectos secundarios graves como son la ceguera permanente y la pérdida del apetito, el paciente optó por este nuevo método". En realidad, la idea es tan sencilla que una vez explicada resulta hasta obvia: "Todos hemos oído alguna vez eso de que el tiempo transcurre más despacio cuando uno se aburre. Pues decidí aburrir tanto a mi paciente como para que el tiempo se detuviera". Adenauer obligó al enfermo a contar los bultitos del gotelé de un apartamento de ciento diez metros cuadrados, le instó a ver todas las temporadas de Friends, le recetó conducir por ciudad un mínimo de dos horas diarias, le obligó a leer la prensa económica y le consiguió un trabajo que nadie sabía muy bien en qué consistía, pero para el que tenía que utilizar las hojas de cálculo de Excel. Eso, entre otras muchas actividades que, según Adenauer, "han llevado al paciente a un estado que algunas religiones llaman nirvana y otras pearl jam: para él, el tiempo se ha detenido. Se iba a morir en cuestión de semanas y ya lleva meses viviendo sin que la enfermedad haya avanzado. Podría seguir así durante siglos; todo depende de si alguien le deja un arma cerca". ¿Un arma? "Sí --afirma Adenauer--, podría intentar pegarse un tiro".
Retrasados
Jakob Adenauer ha descubierto una región de la Tierra que rota al revés. Esta rotación inversa no es lo suficientemente potente como para rejuvenecer a nadie, pero es útil si se va con el tiempo justo. De hecho, el profesor de la universidad de Leipzig descubrió esta curiosa zona cuando llegaba tarde a una reunión. Creyendo seguir un atajo pasó por el mencionado territorio y, para su sorpresa, llegó a la reunión quince minutos antes de lo previsto. Según explica Adenauer en un artículo publicado en Geology Today, los nativos de la región están algo atrasados con respecto a la sociedad occidental. Concretamente, tres o cuatro días, dependiendo de las fases lunares. Así, para ellos el 11-S fue el 15-S y celebran fin de año el dos o el tres de enero, según. Las comunicaciones telefónicas con el resto del planeta son complicadas y, sobre todo, caras, ya que ellos hablan el lunes y no se les oye hasta el jueves. Los viajes al extranjero también son difíciles: el jet lag, de varios días, resulta agotador. Por si fuera poco, esta rotación inversa no es uniforme y hay territorios e incluso calles que avanzan más deprisa que otros, por lo que quienes viven en esta región se pasan todo el día preguntando por la hora oficial y atrasando o adelantando sus relojes según convenga. Esto provoca estrés y desengaños amorosos, debido a los plantones más o menos involuntarios. Los habitantes de esta zona no pueden subirse al carro del progreso, ya que viven anclados en la semana pasada. La ventaja es que todo resulta bastante más barato.