viernes, 21. octubre 2011
Jaime, 21 de octubre de 2011, 18:56:34 CEST

Soy el motor de Europa


No es por nada, pero mientras vosotros matabais a Gadafi, yo he acabado con la crisis. Lo he conseguido gracias a una serie de pequeños gestos que me han ayudado a ahorrar y a estimular mi propia economía: como por ejemplo, este gesto, que se hace poniendo los dedos así y alzando la ceja izquierda. Os falta práctica, pero ya os acabará saliendo. En todo caso y como soy un tipo generoso cuya única intención es ganar el Nobel de Economía y llevar a los bares esa medalla que te dan y con la que se debe ligar mucho, paso a detallar mi programa económico, que sin duda servirá para que las familias puedan seguir pagando sus hipotecas a ciento sesenta y nueve años vista, los países reduzcan el paro hasta que la gente vuelva a no trabajar, pero porque no le da la gana, que mucho vago es lo que hay, y por supuesto, que los bancos puedan seguir robándonos usando los medios tradicionales y sin necesidad de recurrir al estado, como haría un cineasta español. Lo primero que hay que hacer es reducir el gasto, pero al mismo tiempo mantener o incluso incrementar el consumo, para ayudar a impulsar la economía. Esta terrible paradoja que los periodistas económicos solventan con un "posestá claro, ya lo dice Krugman en su blog", yo la resolví gracias a comprar lo mismo, pero usando billetes más pequeños. Incluso monedas. Tras reducir el gasto e incrementar el consumo a la vez me dispuse a crear empleo. Lo conseguí gracias a una serie de acciones que se desarrollaron en varios campos y sectores de actividad: primero, le llevé camisas a mi madre, para que me las planchara; luego me dediqué a tirar papeles por la calle, para que el ayuntamiento tuviera la necesidad de contratar empleados de la limpieza; después empecé a comprar cosas en las tiendas para devolverlas media hora más tarde: no gastaba un duro, pero los locales no podían prescindir de las dependientas; casi cada noche iba a restaurantes, pedía vinos caros y los devolvía indignado, asegurando que estaban picados y encorchados, para luego huir con la copa por la ventana del lavabo; también apretaba botones de todos los interfonos: así los posibles parados de esos domicilios al menos hacían algo. Que mucho vago es lo que hay. Para estimular aún más la economía, decidí comprarme una impresora a color. Creo firmemente que la inflación es un riesgo secundario frente a la necesidad de liquidez por parte de las empresas. Y si el Banco Central Europeo no está de acuerdo, yo, como iniciativa privada que soy, tendré que tomar la ídem (la iniciativa --privada--). Así pues, desde hace unos meses imprimo en mi casa billetes con una calidad aceptable, si se arrugan bien y se muestran con confianza. (Por cierto, vendo billetes de cincuenta euros por sólo veinte cada uno. El pedido mínimo es de diez. A partir de cien, se aplica un descuento del diez por ciento.) Por último, llegó el momento de dar ejemplo y montar mi propia empresa. Como soy un tipo ambicioso, he decidido MONTAR LA COCA-COLA. Ahora soy fundador, consejero delegado y presidente de esta empresa, para lo cual he enviado una carta informando de su cese a la anterior junta directiva. Aún no he recibido respuesta, pero ya se sabe, estas empresas tan grandes funcionan como un ministerio y todo lo que es el papeleo va lentísimo. Eso va a cambiar. Creo que con diez becarios me apaño. "Externalizar y delegar", ese es mi lema.


 
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