jueves, 26. noviembre 2009
Jaime, 26 de noviembre de 2009, 7:57:47 CET

José María Aznar: "Para solucionar la crisis del Alakrana bastaba con invadir Iraq otra vez" (o De cómo salvé al mundo de la crisis mundial, 3)


José María Aznar nos recibe en su despacho de la Universidad de Georgetown, mientras toma una copa de vino y juega al Gran Turismo 4 en la Play. En cuanto se estrella contra un hospital, apura la copa, se gira hacia nosotros y musita, apenas moviendo los labios debajo de lo que no hace mucho fuera un bigote y ahora es un bigote con depilación brasileña: “¿Alguien quiere un vinito?” Gorbachev, Merkel y yo rechazamos la oferta: el vuelo en el batcóptero ha sido, digamos, poco agradable. Al parecer, el aparato se resiente del peso, al estar preparado para un superhéroe adulto y otro adolescente, y no para dos líderes mundiales con tendencia la redondez y un redactor obeso y con gases. La canciller alemana le explica para que estamos aquí, o sea, allí: “Necesitamos que vayas bingo y saques al mundo de la crisis gracias al método infalible que ha diseñado Mikhail”. Aznar se queda pensativo. Se abre otro cartón de tintorro, se sirve una nueva copa y explica que sus tiempos de “salvar al mundo ya han pasado. No sé si estoy preparado para otro… Iraq”. Su rostro se oscurece mientras explica cómo trajo “la democracia a un país atrasado que se acabaría convirtiendo en uno de los motores de la economía mundial. Sólo hay que ver cómo está Iraq ahora: hay un McDonalds, dos cortesingleses, un Ikea y una renta per cápita comparable a la de Suiza. ¿Y cómo me lo agradecieron los socialistas? Robándome el gobierno que le di en herencia a Rajoy. Sí, robar. ¿Nadie leyó El Mundo entre 2004 y 2007? Ahí se explica todo. Lo del ácido bórico, por ejemplo: Zapatero lo colocó en una oficina de la Renfe. Está clarísimo”.

El resto, en Libro de notas


 
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