martes, 28. octubre 2008
Jaime, 28 de octubre de 2008, 11:13:25 CET

Ctrl+Z


El Doctor Jakob Adenauer ha inventado el Ctrl+Z, que permite la corrección de errores en el mundo real. Tiene fabricado incluso un prototipo de Ctrl+Y, para corregir las correcciones. Pero da igual: ha decidido destruir ambos aparatos: Adenauer considera que resultan excesiva y peligrosamente graciosos. Para probarlo, le rompió la cabeza a su ayudante con un martillo, y usó el Ctrl+Z seguido del Ctrl+Y unas cincuenta veces. "Me reí muchísimo --explica--. Al final me dolía la mandíbula de tanta carcajada. Y además creo que a mi ayudante no le han quedado secuelas. No lo sé seguro, porque le despedí antes de publicar mis experimentos, para que no me acusaran de mobbing. Lo mejor era la cara. La misma cara de sorpresa cada una de las cuatrocientas veces. Exagero: igual sólo fueron doce. No tengo tanto tiempo libre". Lo importante en este caso es que Adenauer cree que "un mundo en el que uno pudiera controlzetear y controlygriegar continuamente perdería la gracia después de diez minutos. Un poco de cachondeo está bien. Pero mucho cansa. Estas cosas se han de usar con responsabilidad. Además, igual a largo plazo generan remordimientos de conciencia por cosas que a efectos prácticos en realidad no se hicieron. La paradoja moral resultaría tan compleja que miles de filósofos escribirían libros larguísimos para no llegar a ninguna conclusión. ¿Usted ha leído a Heidegger? ¿Y? ¿Entiende lo mismo que yo? ¿Que el ser es en un sitio? ¿Qué clase de broma pesada es esa? ¿Seiscientas páginas para decir que somos ahí? ¿Dónde vamos a ser si no? ¿Aquí? ¿Esto es Barrio Sésamo, o qué? Imagine si nos metemos ya en asuntos importantes de verdad, como martillazos en la cabeza dados, pero no dados". En todo caso y dejando al margen la metafísica, la caída en la rutina, la monotonía y, en consecuencia, el aburrimiento, "nos llevaría a odiar nuestras vidas y a arrojarnos en masa desde puentes y rascacielos". Según Adenauer, resulta fundamental preservar el modo de vida occidental tal y como lo conocemos, en el que cada día nos depara nuevas sorpresas como "oh, cielos, me quedé sin mermelada" o "he ido a toda hostia con el coche y he llegado tres minutos antes a la oficina". Debemos ser conscientes de que cada uno de nuestros actos es "la última oportunidad que tenemos para hacer esa fotocopia bien o para marcar correctamente el número de teléfono que estemos marcando. El vértigo del riesgo es mucho más importante para la vida que unos cuantos martillazos, por muy divertidos que resulten al principio". El profesor de Leipzig admite que "la ciencia debería ser neutra y mantenerse al margen de los posibles malos usos, pero hay casos en los que la tentación es excesiva. Usted no lo sabe, pero ya le he apuñalado tres veces para luego deshacerlo y volverlo a hacer. Ji, ji, ji... Vale, ya paro. Bueno, va, la última".


 
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