octubre 2008 | ||||||
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El premio Nobel de Literatura (mantengamos la intriga): "Dejé de leer a los siete años para dedicarme por entero a la literatura"
El jurado que entrega el premio Nobel de Literatura conspira (¡de nuevo!) contra mí, por envidia y por cierto intento de atentado con bomba que algunos resentidos no saben dejar atrás. ¡Me disculpé! ¡Por carta! ¡Por carta manuscrita! No me refiero a que, de nuevo, el premio vaya sin duda a recaer sobre alguna otra persona. Bah. La reputación de un premio con nombre de cigarrillo y que ignoró a Shakespeare, Sófocles, Horacio, Mozart, Flaubert y Cervantes está lo suficientemente maltrecha como para que prefiera no recibirlo. Se trata de que, un año más, lo anuncian justo cuando la entrevista de Dos puntos comillas ha aparecido ya publicada en la edición matutina de Libro de notas. (Gritos de “no puede ser”, “ultraje”, “boicot”, “¿ése era el tren de las 11:42?”, “no”, “menos mal”.) A pesar de que los Nobel están sin duda sobrevalorados, la resonancia de este galardón bien merecía una entrevista. Pero su caducidad convertía en imposible esperar una semana a su publicación. Por ejemplo, ¿quién se acuerda hoy en día de Terence Grasshopper? ¡Pues fue el sastre de mi abuelo! ¡Y aún me puedo poner esta chaqueta! ¡Está como nueva! ¡No, no es de Grasshopper, me la compré el sábado en Zara! ¡No me liéis con preguntas que no vienen al caso!
Si queréis saber el nombre del premiado y leer el resto de la entrevista, pinchad justo aquí.