miércoles, 16. abril 2008
Jaime, 16 de abril de 2008, 16:00:44 CEST

¿Te apetece un café?


A: Mi primer impulso fue estrangularle con el cable del teléfono. B: ¿Pero...? A: Mi teléfono es inalámbrico. B: Ah, los odio. Donde esté un buen cable. A: Así que decidí quitarme el cordón de uno de los zapatos. B: ¿Pero...? A: Pero le dio tiempo a huir, claro. Bueno, en realidad no huyó. O huyó de forma bastante tranquila. Teminó el café, bostezó durante mucho rato y salió a la calle silbando. B: Ah, cómo odio a esa gente que sabe silbar y te lo restriega por la cara. A: Cuando acabé de quitarme el maldito cordón salí a la calle tras él, pero el zapato se me caía todo el rato. Le dio tiempo a escaparse calle arriba. Caminando. Parándose a mirar en un escaparate. B: Calle arriba. Encima estaba en buena forma. A: Entonces volví a poner el cordón en el zapato, para recobrar velocidad y, por qué no, elegancia, y corrí también calle arriba. B: Así que tú también estás en buena forma. A: No. De hecho, de ahí viene el infarto. B: Oh. Vaya. Cierto. Ahora entiendo por qué nos rodea este hospital y por qué traigo un ramo de flores. A: Gracias. B: No, si no son para ti. A: Oh. Vaya. B: Tengo una cita. A: Anda. ¿Y está buena? B: No lo sé. Es la primera vez que voy. A: Es una cita a ciegas. B: Supongo que la puedes llamar así, pero en realidad es una cita con un o una dentista. Lo que pasa es que yo soy un romántico y siempre llevo flores a todas mis citas. A: Por eso te trataron tan bien en hacienda. B: Y tan mal en el taller mecánico. A: Y tan bien en la sastrería. B: Y tan mal en aquella cena con aquella morena. A: ¿Y eso? B: Alergia. A: Yo también tengo alergia, pero a los gatos. B: Lo tendré presente. Si alguna vez vamos a cenar juntos, no traeré ninguno conmigo. A: Gracias. B: ¿Y qué piensas hacer? A: Las alergias no se curan, así que me tendré que aguantar. Supongo que si me ataca un gato iré al médico para que me recete algo. B: Me refiero a ese asesinato frustrado. A: Ah. No sé. Al fin y al cabo nos conocemos desde hace mucho tiempo. Claro que durante todo este tiempo he querido estrangularle. De hecho, le invité a tomar café con esa única intención. No lo sé, la verdad, no lo sé. B: Igual es demasiado astuto para ti. La horma de tu zapato. A: Sí, algo tendrá que ver con los zapatos porque tuve muchos problemas para quitar el cordón. B: Deberías buscarte una víctima más... fácil. A: Igual sí. ¿Te apetece un café? B: Uhm. ¿No querrás... matarme? A: No, no. No. No, por favor. ¿De dónde habrás sacado esa idea? No. Ja, ja. No, no. No. B: Ya. A: Aunque no sería mala idea. Como entrenamiento. Pero no. No, no. Ja, ja. No. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y... Vamos, que no. B: Ya. Bueno. A: No, no. Ja, ja. No. Qué idea tan absurda. B: De todas formas, creo que voy a pasar del café. A: Como quieras. Pero no lo hagas porque tenía pensado asesinarte. B: No, no. Bueno, en realidad es por eso. Pero. Bueno. Además tengo que ir al dentista. A: Claro, claro, ningún problema. Déjame a solas en este sucio hospital. B: Tengo la cita programada desde hace más de un mes. No es una excusa. A: Yo no he dicho que fuera una excusa. B: Mira: traigo flores. Y me he puesto colonia. A: Yo no digo nada. B: Sí que lo dices. Me estás reprochando que te... A: Yo no te estoy reprochando nada. B: No, ya veo. Te recuerdo que tú querías asesinarme. A: No mezcles cosas que no tienen nada que ver. B: Mira, lo siento, pero tengo que ir al dentista. A: Podrías llamar y decir que vas otro día. B: Y qué hago con las flores. A: Eso, vete, que te has gastado quince euros en un ramo de mierda. B: Oye... A: Así valoras nuestra amistad. En quince euros. B: Insisto en que querías asesinarme. A: Eso, no soy capaz de matar a nadie y no me quieres echar una mano. B: Mira, lo siento, pero me voy. Tengo prisa. A: Vete, vete. No te necesito para nada. Ni a ti ni a nadie. B: Oh, vale, me quedo. Pero sólo un rato. A: ¿En serio? B: Sí, es igual. Puedo quedarme un rato más y pillar un taxi. Llegaré diez minutos tarde y en paz. A: Guay. B: Total, los dentistas siempre le hacen esperar a uno. A: Y no sólo los dentistas: también los peluqueros. B: Y los abogados. A: Sí. B: Uhm. A: Bueeeno. B: Sí. A: Ehm... B: Hace calor, ¿eh? A: Sí. En la calle no tanto. B: Ya. A: Uhm... ¿Un café? B: Me voy. A: No, espera. B: Te odio. A: No digas eso. B: Te odio. A: Oh, últimamente todo me sale mal. B: Ya, bueno, será por algo.


 
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