jueves, 14. junio 2007
Jaime, 14 de junio de 2007, 10:23:13 CEST

Pinchazos


Como todo el mundo sabe, una parte no poco importante de las detenciones policiales se realiza gracias a pinchazos telefónicos, que permiten acceder a las confidencias entre peligrosos delincuentes, quienes hablan de sus fechorías con la desenfadada confianza de quienes creen estar fuera del alcance de la justicia. Los malos, además de malos, a veces son tontos y, lo que es peor, casi siempre nos toman por tontos. Nuestro equipo de investigación ha tenido acceso a algunas de las conversaciones que han ayudado a los sagaces cuerpos de seguridad del estado a detener a asesinos, ladrones, narcotraficantes y cantantes de copla. Reproducimos algunas de ellas, por su interés.

A: Hoy he ido otra vez a comisaría. B: ¿Por lo mismo? A: Sí, les he vuelto a decir que yo maté a ese hombre. Les he intentado entregar el arma y la camisa manchada de sangre. Otra vez. También les pedí que contrastaran mis huellas con las que seguro que encontraron en su coche. B: ¿Y? A: Nada, no me creen. Dicen que sólo me estoy incriminando porque quiero hacerme famoso. B: Pues me temo que tendrás que olvidarlo. Y vivir con eso. A: No puedo. Quiero... No, no quiero: necesito pagar por lo que hice, cumplir con la sociedad y conmigo mismo, mirarme al espejo cada mañana sabiendo que, sí, es cierto, cometo errores, pero que también hago todo lo posible por corregirlos. B: Tío, tú te has tomado algo.

Gracias a esta conversación, B fue arrestado por posesión y tráfico de heroína, cocaína y pan de molde.

C: Ayer fui a ver Piratas del Caribe D: ¿Y qué tal? C: Distraidilla. D: La chica esta, la Knightley, está bien, ¿no? C: A mí es que tan delgadas no me gustan. Yo no sé qué manía tienen todas con parecerse a la... cómo se llama... la drogadicta. D: Kate Moss. C: Ésa. No conozco a nadie a quien le guste Kate Moss. Es como una percha de estas de alambre. Con peluca. Una percha con peluca, eso es lo que es. D: Pues yo me la tiraba. C: Porque tú eres un garrulo y mientras respire te da igual.

C y D fueron arrestados por conspiración para cometer un delito (la violación de Kate Moss). La modelo envió una carta de agradecimiento a las autoridades policiales españolas, ahí es nada.

E: Ep, ¿qué tal? ¿Te vienes a jugar un billar?

Esta frase sirvió para demostrar las conexiones de E con la mafia rusa, tan aficionada al billar como cualquiera.

F: Oye, ¿a qué hora hemos quedado? G: A las doce. F: ¿Y viene el pesao ese de la otra vez? G: ¿Quién? F: Sí, hombre, este que es abogado. G: ¿Abogado? F: Sí, el moreno. El gilipollas ese que habla todo el rato de coches. El Alfa Nosequé tiene nosecuántos caballos. No hay quien lo soporte. Ese que parece que hable por la nariz. Qué voz más desagradable tiene. Y habla siempre gritando. Hablar con él es como si te taladraran la cabeza. Uno que iba con una camisa roja. Todo sudado. Cómo sudaba el cerdo. Creo que era amigo de Nuria. Nuria se trae a cada anormal de su oficina, que da miedo. En serio, alguien debería decirle algo. Vale que se traiga a sus amiguetes, pero un poco de criterio no le vendría mal. Bueno, ¿sabes quién digo? G: Sí, te refieres a Luis, ¿no? F: Eso, Luis. G: Yo soy Luis. F: Ah... Er... ¿Y vienes o qué?

No se produjeron arrestos a consecuencia de esta conversación, pero en comisaría se rieron mucho porque conocen a Luis y siempre le pasan cosas de estas. Es un tipo muy majo. En serio. Un poco pesado, sí, pero es de esta gente que hay que conocerla bien. Un buen tipo. Aquello que dices, coño, este tío es buena gente. Bueno, tuvo ese problema... Se le cruzaron los cables y, en fin, asesinó a sus padres. Y a sus hijos, los gemelos recién nacidos. Estaban ahí en el apartamento de la Costa Brava y... Bueno, que el pobre hombre pasaba por una mala racha. La mujer logró escapar saltando desde el balcón. Un tercero. Suerte que había unas plantas y tal. Sólo se hizo unos rasguños, nada importante. Y Luis pasó una época en un hospital, pero ahora está bien. Cosas que pasan. Si es que trabajaba demasiado. Hacía horario intensivo y estaba el tío ahí, de ocho a dos sin parar. Excepto cuando se iba a tomar el café a media mañana. En fin. Buena gente, el Luis. Yo prefiero no tratarlo mucho porque cuando bebe se pone violento. Y cuando está sobrio le da por, bueno, como decirlo, pegar a la gente que está cerca. Pero casi nunca con el bate de béisbol. Buena gente, el Luis.


 
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