domingo, 25. febrero 2007
Jaime, 25 de febrero de 2007, 13:28:24 CET

Qué podemos hacer para convertirnos en potencia mundial


(La gente del Blog de bloggers de El País ha tenido a bien invitarme a publicar un texto, que además reproduzco a continuación para los vagos que no quieran darle al enlace. Y sí, ya les he avisado de que han puesto La decadencia del imperio en lugar de La decadencia del ingenio. Parece que hablen de un blog anti-Prisa de los amigos de Losantos. Actualización 26/2/07: Ya está corregido. Podemos dormir tranquilos.)

A: Buenos días, caballero. B: Buenos días. A: Vengo del Departamento Estatal de Estadísticas. ¿Usted es B? B: Sí. A: ¿Y está casado con C? B: Pues sí. A: Bien, firme aquí, por favor. B: ¿Qué es eso? A: Es para el divorcio. B: ¿Cómo? ¿Qué divorcio? A: Sí, verá: resulta que el porcentaje de divorcios de este año ha bajado con respecto al del año pasado, así que para igualarlo, nos vemos en la obligación de exigirles a ustedes y a otros cuarenta y seis matrimonios que se divorcien. B: Pero yo no quiero divorciarme. A: Ya me imagino. Pero es por el bien del país. Tenemos que ponernos al mismo nivel que el resto de estados europeos. Además, si tampoco tiene nada de malo divorciarse. B: Pero es que yo estoy muy a gusto con mi mujer. A: ¿No le cansa la monotonía? ¿La ausencia de pasión? B: ¡No! Deje de decir estupideces. Estamos muy bien. A: Ya, claro... B: ¿Qué pasa? A: Que no es lo que ella dice... B: ¿Cómo? A: Bueno, ya sabe, las mujeres suelen darse cuenta antes de cuándo se ha deteriorado una relación. No es feliz ¿sabe? Ella me ha dicho que... B: ¿Pero usted la conoce? A: No, vale, estoy inventando. Sólo quería ponerle las cosas fáciles. Si se van a tener que divorciar igual. B: Pero esto es un abuso. A: Amigo mío... B: Yo no soy su amigo. A: ... Estamos dos puntos por debajo de los alemanes. Y siete por debajo de los americanos. B: ¿Y a mí qué me importa? A: Y eso sólo en divorcios. Si habláramos de compra de automóviles, litros de leche por cabeza, relojes por muñeca o uñas por dedo... ¡Las cifras asustan! B: Pero las cosas no se hacen así. A: Pues es bien fácil. Y lo suyo, aún. Acabo de ver a un señor al que le tenemos que trasplantar el corazón. El número de trasplantes es un claro indicativo del avance de una nación, con independencia de la salud de los sujetos trasplantados. B: Oiga, y aunque nos divorciemos, ¿podemos seguir viviendo juntos? A: Por mí... B: Menos mal. A: No, a mí me da igual. Pero porque eso es de otro departamento. B: ¿De otro departamento? A: Sí, el de Ilusiones. Ahí se encargarán de dejarle bien claro que no es normal que la realidad (el divorcio) no esté de acuerdo con su realidad (que vivan juntos). Hay que asimilar los hechos. No será feliz si no acepta que su situación ha cambiado. B: Pero es que yo soy feliz tal y como estoy. A: Ja, ja, ja. ¿Cómo va a ser feliz, si España sólo está la decimocuarta en el ránking mundial de la felicidad? Qué tontería... Usted lo que necesita es divorciarse. Bueno, y beber más leche, pero de eso hablaremos otro día, que ya he alcanzado la media de cantidad de trabajo que me corresponde. Ahora tengo que perder el tiempo un rato. Si me disculpa, firme aquí... Y aquí... Gracias... B: ¿Y mi mujer no tiene que firmar nada? A: Oh, sí, su mujer, se me olvidaba. ¿Recuerda lo del trasplante que le he mencionado hace un momento? Verá, resulta que su mujer es la donante. Aún no lo sabe, eso sí. Ahora vamos a recogerla a la oficina con la ambulancia. Ya firmará por el camino.

¿Del imperio?


 
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