diciembre 2005 | ||||||
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En profundidad
Como figura pública que soy, de la que están pendientes los medios y los ciudadanos, tengo que estar muy bien informado acerca de la actualidad. Y no me refiero sólo a la rápida y habitual lectura en diagonal de los diarios, además de seguir las tertulias radiofónicas de la mañana y ver los informativos de televisión. No. Eso vale para los columnistas de relleno, los analistas de salón y los expertos de diarios regionales. Yo necesito ir un poco más allá, ya que mis artículos se convierten en clásicos en el mismo momento en el que le doy al botón de enviar. Por eso llevo años leyendo íntegramente y cada día cuatro periódicos nacionales y tres internacionales, además de seguir diversas publicaciones políticas de máximo peso --en todos los sentidos. Por supuesto, internet me ha abierto un mundo de papers y publicaciones que he de tener en cuenta si quiero que se me tenga en cuenta a mí mismo. Y no hablo de tenerme en cuenta en los bares y por los lectores --llamémoslos así-- de diarios gratuitos. Sino en los círculos en los que de verdad merece la pena que a uno se le lea. Esto hace que --obviamente-- mi trabajo sea más lento que el de muchos de los más citados plumillas. Yo he de ir con tranquilidad y con cuidado, sin precipitarme antes de emitir una opinión y procurando haber leído todo lo que tiene que haberse leído. Ahora mismo estoy terminando con los periódicos de 1981 y tengo pensado escribir un artículo sobre el golpe de estado del 23-F, una fecha que sin duda será recordada durante no poco tiempo. Como es natural, apenas estoy trabajando en una primera y difícil redacción, pero creo interesante avanzar alguno de los puntos principales del que sin duda será un influyente trabajo. Para empezar, creo que lo fundamental es --o fue-- convocar elecciones después de este ataque a la libertad por parte de Tejero y de sus secuaces. Estas elecciones pueden suponer una buena oportunidad para el retorno de Adolfo Suárez, que creo sinceramente que es quien ha de liderar y liderará la política de los años ochenta en nuestro país. Se habla --bueno, se hablaba en 1981-- acerca de una posible victoria electoral del Psoe, con Felipe González al frente. Sinceramente, lo dudo mucho. No creo que el país y sobre todo los herederos del franquismo estén preparados para un gobierno socialista. Si González llega a la presidencia, no estará más de dos o tres años en el cargo. Será un gobierno débil e inestable. La política española se ha de afianzar hasta principios de los noventa en torno al Psoe y al CDS. El partido de Suárez será el dominante y acabará absorbiendo a la Alianza Popular de Fraga, que no tardará en retirarse de la política. En fin, sólo es un esbozo, pero valga a modo de anuncio y para ordenar mis ideas.