septiembre 2005 | ||||||
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El patriota
Esta mañana se ha celebrado el juicio a Jaime Rubio, por alta y doble traición a ambas sus dos patrias. El señor --es un decir-- Rubio fue arrestado ayer en el metro de Barcelona, tras quejarse en voz alta de lo atestado que estaba el vagón "por culpa --palabras textuales, según los testigos-- del puto Barça de los cojones, a ver si prohíben el fútbol y devuelven a los hinchas a sus malditos establos de una vez". Los mossos de esquadra se personaron inmediatamente en las instalaciones de Transports Metropolitans de Barcelona y arrestaron a Rubio, no sin que éste opusiera resistencia y reincidiera en los insultos primero a la nación catalana y luego a la española. No podemos reproducir sus comentarios al publicarse este diario en horario infantil. Baste señalar que, entre otras cosas, Rubio aseguró que usaba las banderas a modo de herramientas de higiene íntima, cosa que la policía comprobó durante el registro a su domicilio. Nada más comenzar la vista, Rubio hizo gala de su rebeldía e internacionalidad, hablando en inglés con un claro acento de Dublín, fruto, explicó, de sus problemas con un tal señor Jameson. Según el intérprete, Rubio exigía ser juzgado por un jurado con mayoría de negros. "Los blancos me oprimen", aseguró. El juez le conminó a guardar silencio y dejó que el fiscal expusiera los hechos. Tras las palabras del fiscal, el abogado defensor escupió sobre la cara de Rubio y se largó a llorar al lavabo. "Señoría --dijo Rubio, ya en casto español--, exijo representarme a mí mismo". Exigencia que se le concedió ante la ausencia de voluntarios. Durante el juicio, Rubio reconoció haber dicho que el fútbol es un deporte de cretinos e incluso mantuvo su opinión. "Señoría, ¿ha pasado alguna vez cerca del Camp Nou en día de partido? Fíjese en la gente que se dirige al campo. Todos feos y con cara de garrulos". "Resulta --respondió el juez-- que yo soy el socio 34.562". "No se sulfure --respondió Rubio--, eso significa que hay 34.561 tipos que son garrulos desde hace más tiempo". También reconoció que le parecía ridículo ir a ponerle flores a una estatua y sentirse orgulloso por lo que había hecho gente muerta cuya única relación con él era haber vivido más o menos en la misma zona y no ser franceses. También afirmó que puestos a escoger entre sentirse solo español, más español que catalán, tan catalán como español, más catalán que español o solo catalán, optaba por el revólver. Y en ese momento sacó una pistola --que no era un revólver-- y se llevó el cañón a la sien. Tras un forcejeo, dos agentes le arrebataron el arma. Uno de ellos estuvo a su vez a punto de disparar sobre Rubio, al grito de "¡justicia!", pero otros dos agentes lograron desarmarle. Después de exigir orden, el juez conminó a Rubio a enmendarse: "Del mismo modo que usted es diestro y no puede convertirse en zurdo sólo porque sí, usted es catalán y español, y no puede dejar de serlo sólo porque se le antoje. Le condeno a suscribirse a La Razón y al Avui durante un año. Y quiero resúmenes diarios de los editoriales. Las patrias no pueden permitirse el lujo de no actuar con irresponsables como usted. Si el día de mañana entramos en guerra con Marruecos o con los socialistas, necesitaremos que hombres jóvenes se levanten empuñando un rifle. Hombres jóvenes como, bueno, como usted antes de convertirse en un alcohólico". Tras un desgarrador "¡Nooooo!" del acusado, dos agentes se lo llevaron a la calle y lo tiraron escaleras abajo de una patada. Rubio quedó tendido en el suelo, llorando como el medio hombre que es, ya que para hacer un hombre entero, éste tiene que ser un patriota. "Bueno, bueno, no hay para tanto --le dijo uno de los agentes--, ha dicho de los editoriales, no le hace falta leer ni a Isabel Clara-Simó ni a Alfonso Ussía".