miércoles, 7. septiembre 2005
Jaime, 7 de septiembre de 2005, 9:39:22 CEST

La teoría de la conspiración


Aún no sé qué ha ocurrido ni con el Jakob Adenauer vivo ni con el muerto, pero el Leipziger Morgenblatt, ajeno a las dificultades que provoca la inexistencia de universos paralelos, ha publicado el que cree el último artículo de Jakob Adenauer. Lo reproduzco por su interés.

Quizás alguien recuerde mi paso por la política durante los años setenta. Junto a mi hermano Hans fundé un partido, el Grupo Tranquilo, que demandaba cambios importantes para la sociedad. Como cobrar por dormir, cosa que no hubiera parecido tan absurda de haber prestado algo de atención al libro de Hans acerca de la importancia de dormir más de doce horas diarias. El Grupo Tranquilo se disolvió a los pocos meses de su fundación, pero nos dio tiempo a reunir su ideario en Teoría de la conspiración, un libro que denuncia que todas las teorías de la conspiración son en realidad fruto de una conspiración de oscuras intenciones. Es decir, hay una única y verdadera teoría conspiratoria, mientras que las demás son sólo mentiras que a su vez forman parte del rompecabezas que supone esa gran conspiración. No sé si me explico. Ni me importa. Una prueba de todo esto es que las teorías conspiratorias menores suelen echarle la culpa de todo a la Cia: la muerte de Kennedy, el 11S, Bin Laden, el hecho de que los padres de Hitler se conocieran, etcétera. Qué poco sospechan estos conspiranoicos que la Cia no existe. Un oscuro subsecretario de defensa estadounidense, Martin Fiddle, escribió un informe a finales de los años cuarenta en el que proponía crear una agencia de espías al estilo de las de películas y novelas. Fiddle explicaba que "los ingleses tienen o tenían algo así, me parece". El informe concluía proponiendo varios nombres, entre los que estaba, claro, el de la Cia. El informe se olvidó en un cajón, pero acabó en manos rusas por un error en la correspondencia. El problema fue que llegó fragmentado, con lo que los rusos creyeron que la Cia efectivamente existía. Lo que decidió entonces Stalin fue hacer creer a Occidente que había creado el KGB a modo de respuesta. Por tanto, el KGB tampoco existe. Lo que dirigía Putin era el departamento de loterías y apuestas de la unión. El problema de estas cosas es que acaban escapándose de las manos de los responsables y luego la gente se imagina chorradas y se hacen películas y los verdaderos conspiradores lo tienen facilísimo para usar estas ideas absurdas para sus oscuros propósitos. Es así de sencillo.


 
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