septiembre 2005 | ||||||
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El efecto 2000
A pesar de lo que opinan los ingenuos, el efecto 2000 sí tuvo lugar. Es cierto que no cayeron aviones, ni explotaron los ordenadores, ni los microondas se convirtieron en terribles robots asesinos, pero a medida que han ido pasando los años se han recogido pruebas que demuestran que los sistemas informáticos del mundo entero están provocando graves problemas. Por ejemplo, los directivos de una conocida marca de móviles reconocieron hace poco que el 2 de enero de 2000 se encontraron con un cambio en un prototipo de móvil, un cambio que ninguno de los empleados introdujo. Así nacieron los móviles con cámara. Más sobre cámaras: las cámaras digitales hacen fotos solas. Si no, no se explica que un turista normal eche más de doscientas fotos en cinco días de vacaciones en Tenerife. La mayoría, repetición de la foto anterior con un encuadre ligeramente diferente. La cajera del súper pasa la compra tan rápido por el lector que, cuando nos quiere cobrar, nosotros aún estamos intentando abrir la bolsa de plástico para colocar los yogures. Y es que el lector de códigos de barras va demasiado aprisa por culpa del efecto 2000. Y por culpa del mismo desastre informático, todos los productos nuevos que salen al mercado llevan soja, a excepción de la soja, que es un sucedáneo. Es todo por un error en la cadena de montaje, que incluye la soja como ingrediente a pesar de que nadie lo haya planeado así, ni siquiera en marketing, que es donde se deciden todas las tonterías. Más: las elecciones en todos los países han sido en realidad fraudulentas desde el año 2000, al producirse errores en el recuento, en la introducción de datos o en el cálculo de escaños. La excepción: las presidenciales estadounidenses de 2000 y de 2004. El error no fue informático, sino humano, demasiado humano. También se han visto afectados los periódicos. Varios de los columnistas con prosa más polémica e insultante son en realidad tipos tranquilos y conciliadores, que no se explican quién introduce esos cambios en sus artículos. Obviamente no se trata de quién, sino de qué: el efecto 2000. Por supuesto la subida de los precios de la gasolina también es debida a esta catástrofe técnica, que hace que los contadores de las gasolineras vayan a su aire. Y es que ni siquiera el precio del petróleo influye en el de la gasolina, ya que desde hace más de cinco años la gasolina se obtiene destilando papel. A causa del efecto etcétera, etcétera. Se podrían citar más ejemplos: las zonas verdes de Barcelona, el diario Avui, el éxito de David Bisbal, los politonos, el blog de Arcadi Espada. Todo consecuencias funestas del mencionado y olvidado efecto. El problema de este tipo de consecuencia indirecta es que aún existen dudas acerca no sólo de su alcance, sino también de su existencia. Por este motivo no se están poniendo en marcha las medidas necesarias para solucionarlo, a pesar de las múltiples inconveniencias causadas. De todas formas, con lo dicho debería bastar para dejar más o menos claro que el efecto 2000 no fue sólo un truco para vender ordenadores nuevos. Y que hay que combatirlo para que no nos quedemos sin lo que llamamos civilización. La solución es fácil: format c: y volver a las Olivetti color aceituna. O eso o el caos.