martes, 17. mayo 2005
Jaime, 17 de mayo de 2005, 16:30:25 CEST

Despistes


El nuevo director de orquesta es un verdadero desastre. El primer día llegó todo despeinado y con los calcetines de diferente color. Dijo que nos dirigiría con un boli bic, ya que había perdido la batuta en el autobús. Luego resultó que había perdido la chaqueta, en cuyo bolsillo interior guardaba tanto la batuta como el bolígrafo. Nada más iniciar los ensayos nos comenzamos a preocupar. Empezamos a tocar el segundo concierto para piano y orquesta de Rachmaninov, mientras él movía los brazos de una forma que nos pareció curiosa. A los pocos compases se paró y musitó: "Ustedes tocan El pájaro de fuego de un modo peculiar". Luis, que es un santo varón, le dio una copia del programa que tocaríamos en la gira. Durante los ensayos se siguieron sucediendo los despistes: perdió tres o cuatro copias de las partituras, un día vino sin pantalones y en otra ocasión estuvo dos días sin aparecer: resulta que tardó toda una noche en encontrar su casa y, con el esfuerzo, se había olvidado de cómo volver al trabajo. La cosa se agravó cuando comenzó la gira. En Barcelona perdimos dos violoncellos y una tuba. En Madrid desaparecieron los estuches de los violines. En Ámsterdam tocamos una de las representaciones más emocionantes que se recuerdan de la sexta de Tchaikovsky, que no sólo no estaba en el programa, sino que además yo no la he tocado ni ensayado ni creo que escuchado en más de una década. Y soy primer violín. El director se excusaba diciendo que los viajes le atontaban mucho y aseguraba que en seguida le cogería el ritmo a todo aquello. Pero la cosa fue a peor: la sala de conciertos de París en la que íbamos a actuar había cerrado hacía siete años, a pesar de que firmamos los contratos en noviembre. Cuando llegamos a Roma --sin equipaje-- no fuimos capaces de encontrar a nuestra contrabajista y a su marido, que toca el clarinete, aunque desde entonces viaja con nosotros una soprano húngara que se muerde las uñas. Y ahora estamos en Nueva York y en el viaje hemos perdido al pianista. Y a ver cómo tocamos el dos de Rachmaninov sin pianista. El director quiere que la soprano tararee, pero yo no lo acabo de ver claro. Cosas de genio loco, dice Luis. Y más tratándose de este buen señor, que tiene un currículum impresionante. Pero yo no lo veo tan claro. Precisamente por su currículum. Todas las orquestas que ha dirigido hace tiempo que desaparecieron. Me temo que en sentido literal.


 
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