julio 2004 | ||||||
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Mira que me voy a sacar la zapatilla
Los Lores británicos han votado a favor de convertir en delito los castigos físicos a los niños, aunque no se manifiestan en contra de los bofetones que no dejen marca. Parece que sólo les molesta lo que se nota, pero, en fin, algo es algo. En todo caso, esta iniciativa no me parece mal: en unas pocas décadas hemos pasado de los azotes con cinturón y los golpes de regla en la punta de los dedos a que, como mínimo, esté mal visto soltarle una torta a un crío. Tiene su lógica e incluso le devuelve a uno la confianza en una palabra que últimamente no está nada de moda y cuyo sonido, lo reconozco, ya le hace a uno levantar la ceja y prepararse un comentario más o menos jocoso: progreso. En todo caso y como dice Salman Rushdie, que está a favor de la prohibición total de las bofetadas: "agredir a un niño es tan inaceptable como agredir a un adulto". Una cosa es que los padres sean quienes tengan que educar a sus hijos y otra bien distinta que puedan hacer cuanto se les antoje para convertirlo en un hombre de pro. Aquello de "quien bien te quiere te hará llorar" no es más que otra prueba de que los refranes son idioteces que algunos se toman en serio sólo porque se oyen a menudo. Además, sería paradójico eso de decirle a un chavalín que no tiene que pelearse con sus compañeros de escuela y que la violencia ha de ser el ultimísimo recurso, para luego soltarle un tortazo por una mala respuesta. No voy a decir que los niños son unos angelitos y que no se puede ser duro con ellos, pero, en todo caso, los padres estarían dándole estopa a un crío de metro diez. Eso de meterse con los más pequeños está muy feo. Alguno dirá que un cachete puede ir bien de vez en cuando para educar a un niño. Igual uno de esos que no deja moratones. Hombre, no sé. Eso de educar a un hijo es muy complicado, y éste es uno de los motivos por el que yo ya renuncio de entrada a cometer esa temeridad que es reproducirse. De hecho, no hubiera estado de más que alguno se hubiera puesto un condón hace unos cuantos años: así no iría soltando bofetones a sus hijos o, al contrario, consintiéndoselo todo durante la media horita que les ve al día, después de haberlos tenido aparcados en la escuela, en la clase de idiomas, en la de informática o en el esplai. El caso es que no molesten.