octubre 2003 | ||||||
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¿Encima de qué?
Si fuera vasco, yo votaría en contra del Plan Ibarretxe. Por lo que he leído al respecto, creo que es una memez, un golpe de efecto y poca cosa más. Es más, todo independentismo o dependentismo me parece una tontería y una pérdida de tiempo. Pero eso no quita que este proyecto sea una propuesta democrática de la que en ningún caso se puede decir que se apoye "encima de los mil muertos del terrorismo". Y es que el Partido Nacionalista Vasco no es responsable de los asesinatos de Eta, a pesar de que algunos se empeñen en presentarlo así sólo por intereses de partido. El intento de asimilación entre terroristas y nacionalistas llega hasta el punto de decir que los planteamientos del PNV son los de Eta, sugiriendo que están a las órdenes de los asesinos. Me parece ridículo, teniendo en cuenta que el PNV siempre ha condenado los atentados y además está en el poder porque los vascos le han dado sus votos y no por otra cosa. Aunque, en fin, comprendo que a algunos les siga escociendo la no asimilada derrota electoral de Mayor Oreja. De todas formas, supongamos que los objetivos de Eta y los del Plan Ibarretxe son exactamente los mismos. Porque desde luego hay coincidencias, ya que el partido presidido por el dinosaurio Arzalluz no renuncia a la independencia. Pues bien, aun así, esto sólo significaría que los medios por los que el terrorismo quiere llegar a ese fin son repugnantes, no que el fin sea repugnante en sí mismo. Que Eta asesine por la independencia de Euskadi no deslegitima el independentismo, sino a Eta. Claro que este juego de asimilaciones parece tener como objetivo jugar con la amenaza de suspender la autonomía vasca e incluso de ilegalizar al propio PNV (porque, claro, es lo mismo que Batasuna), amenazas que a los votantes del PP les encantan. Pero, en definitiva, si se está en contra del Plan Ibarretxe o de la posible secesión del País Vasco, hay que argumentar por qué. Algunos parecen olvidar que hay que acabar con el terrorismo, no con las ideas. Y las ideas no se combaten, se rebaten. Por poner un ejemplo, ¿si mañana cuatro locos cometen atentados porque están en contra de Fidel Castro, vamos a defender al dictador cubano porque los atentados nos repugnan? Creo que fue Antoni Batista el que en uno de sus libros sobre el País Vasco escribió que cuanto más espacio se dé a la política, menos se deja a la violencia. Pues eso. Hay que discutir el Plan Ibarretxe. Apoyarlo o manifestarse en contra. Dar motivos para fundamentar cada una de las posiciones. Y recordar que cuantas más propuestas se presenten y se debatan, menos excusas tendrá el terrorismo para seguir con sus crímenes. Sí, es algo de cajón, algo que les tendría que salir a los políticos de forma natural, ya que se supone que son, sobre todo, gente que habla. Pero no. Parece que lo que importa es insultarse, tergiversar las ideas del contrario y montar escándalos por documentales que luego resultan ser comedidos y moderados. Pero, claro, hoy en día la moderación es tan difícil de ver que cualquiera puede cometer el comprensible error de confundirla con el radicalismo.