octubre 2003 | ||||||
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Enterrar (apunte)
Un profesor mío decía, probablemente plagiando a alguien, que escribir es la forma más fácil de olvidar. La tradición oral era la que realmente ejercitaba la memoria, ya que sólo quien apunta algo se puede permitir el lujo de olvidarlo. Pocas veces recordamos la dirección que hemos anotado en la agenda. Del mismo modo, cuando escribimos algo más que direcciones, permitimos que los demás sepan de nuestras manías a cambio de que para nosotros queden enterradas. Así pues, la hoja de papel en la que hemos volcado lo que queremos o podemos olvidar -ya sea un cuento o un número de teléfono- es, en el mejor de los casos, un plano para volver a encontrar lo ocultado; en el peor, un ataúd.