viernes, 9. mayo 2003
Jaime, 9 de mayo de 2003, 0:02:09 CEST

Que no vuelvan


Los tres jefazos supremos de mi empresa no han aparecido por la oficina en toda la semana, ocupados como han estado alargando sus vacaciones o haciendo viajecitos (en teoría) de negocios. Así las cosas, hemos trabajado más a gusto que nunca: relajados, bromeando, charlando sin preocuparnos por cuándo se va a abrir la puerta del despacho. Y el trabajo se ha hecho. Incluso mejor que de costumbre, ya que no hemos tenido al director de turno en el cogote metiendo prisa o, peor, no nos hemos visto obligados a enmendar las pifias que cuela la jefa cuando se empeña en rebajarse a nuestro nivel y trabajar con nosotros. Visto el panorama, estamos dispuestos a llegar un pacto con nuestros jefes: nosotros seguimos haciendo nuestro trabajo, sin romper nada, y ellos no vuelven a aparecer. Una versión capitalista y de libre mercado de la famosa colectivización comunista. Se podría llamar el Plan Déjennos en Paz. Por ejemplo. Y por favor. Claro que ahora pienso que igual es una trampa. Es posible que los jefes trabajen mal adrede. Porque es difícil que haya gente tan torpe. Y su objetivo quizás es que no nos quejemos cuando se toman esos días de vacaciones de más, o cuando llegan un par de horas tarde, o si han de irse a uno de estos viajecitos de negocios en los que viajar, no se viaja mucho, pero desde luego se negocia aún menos. Es decir, pretenden que no nos indignemos comparando sus privilegios con nuestros deberes, sino que nos alegremos cuando hagan uso de estas prerrogativas. Lo que faltaba.


 
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