de Korochi.
Sin embargo, me temo -y permitidme que chismorree- que ese oro no era bueno. Nada más que baño, que rascas y ya salta. La pregunta es ¿hay oro del de tropocientos quilates por ahí escondido? ¿O jamás lo hubo? Aunque, bueno, insisto, esto no son más que cotilleos, que habladurías, vaya usted a saber... Pero cuando el río suena...
Increíble historia de cómo Jaime se adentró en el Mundo de la Música, de las maravillas que allí halló, de las gentes que conoció y lo que estas gentes le contaron, narrada por él mismo
Quería tocar la guitarra, pero la muy estrecha no se dejó.