martes, 26. febrero 2008
Jaime, 26 de febrero de 2008, 10:15:06 CET

Oscar


Por cierto, antes de que se me olvide: yo fui candidato al Oscar al mejor actor de relleno. En serio. Fue hace mucho tiempo. Corría el año 2006 (finales de) cuando se estrenó no recuerdo qué película. El caso es que se rodó no sé si por las calles de Barcelona o de cualquier otro sitio por el que pasaba (Sants, quizás) y yo salía al fondo y de espaldas, mirando un escaparate. Luego me giraba, corría hacia la cámara, me paraba a resoplar, volvía a correr, volvía a resoplar, de pie y con las manos apoyadas en los muslos, volvía a correr y, entre los retortijones del flato acertaba a gritar indignado: "¿Qué coño se cree que está usted grabando, caballero?" Esa parte la quitaron. Pero sí que se me ve girándome y engurruñando los ojos para ver a toda esa gente grabando cosas (no llevaba las gafas puestas; o sí que las llevaba y en realidad no las necesito, nunca me acuerdo de qué es lo correcto). Además de a mí, nominaron a una señora que paseaba a un perro, a un camarero que servía un café, a un tipo que estaba de público en un concierto y a una prometedora actriz que gritaba "no puede ser" mientras un superhéroe levantaba un camión. Todos haciendo bulto en grandes producciones, que contrastaban con mi película, una modesta cinta independiente, rodada con cuatro duros, o eso me dijo el productor, un tal Spielbog o Spailber, como excusa para no pagarme. No gané por mis opiniones políticas: ja, los americanos no estaban preparados para darle el Oscar a un español negro de centroizquierda que no estaba en contra de la libre circulación de armas, sino de las balas, que al fin y al cabo es lo que mata. Y es que las armas sin balas son como martillos de diseño más complicado, mientras que las balas sin armas pueden hacer mucho daño si se arrojan con la suficiente velocidad. Fijaos si no, en esta cicatriz. Me la hice de niño, cuando me caí de un columpio. A las chicas les gusta. Bueno, espero que les guste. Cuando la vean. Alguna la verá, un año de estos, digo yo. Está en una zona muy íntima que, claro, no es para cualquiera. Me la reservo para esa persona especial. Sí, es aquí en la frente. Al menos pude pasearme por la alfombra roja. Fui a una tienda de alfombras. Al final me quedé un kilim. Lo único malo es que sigo sin saber qué es un kilim. Ahora, el nombre es gracioso.


 
Menéame Envía esta historia a del.icio.us
enlace directo