martes, 13. septiembre 2005
Jaime, 13 de septiembre de 2005, 15:10:29 CEST

¡Camarero!


JAIME: Oiga, camarero... ¡Camarero! ¡Señor! Oiga... Camarero... Camarero. ¡Camarero! ¡¡CAMARERO!! Oiga, por favor... Camarero... Ep... Jefe... ¡Aquí, aquí! ¡No! ¡Allí no! ¡Aquí! ¡AQUÍ! Derecha, derecha, izquierda, derecha, ¡dispara! CAMARERO: Señor. J: Es que le he pedido un café. C: Sí, señor. J: Y me ha traído un bocadillo de tortilla. C: Y al señor no le gusta la tortilla. J: Sí que me gusta. C: ¿Entonces cuál es el problema? J: Que he pedido un café. C: Ahora le traigo el café. J: Y llévese el bocadillo. C: ¿No le gusta el bocadillo? J: No lo sé, no lo he probado. C: ¿Y cuál es el problema? ¿Es demasiado pequeño? ¿Demasiado grande? J: No, es que yo no he pedido ningún bocadillo. C: Lo siento, señor. ¿Y qué ha pedido? J: Un café. C: ¿Y por qué tiene un bocadillo enfrente de usted si ha pedido un café? J: Usted sabrá. C: Lo siento señor, pero el bocadillo está en su mesa, no en la mía. J: A ver, yo le he pedido un café y me ha traído un bocadillo. C: Lo siento señor. Error mío. J: Sí, claro. (Silencio incómodo) J: Entonces... C: Ya he reconocido mi error, señor. ¿Usted nunca se equivoca? J: ¿Pero me podrá cambiar el bocadillo por un café o no? C: Creo que me está intentando engañar. J: ¿Perdón? C: Perdone usted, señor, pero creo que hay truco. J: ¿Truco? C: Sí, claro, si yo le doy un café que cuesta noventa céntimos no tiene mucho sentido que me dé a cambio un bocadillo que cuesta dos con diez. Aquí hay gato encerrado y, con todos mis respetos, yo no soy fácil de timar. J: A ver si lo entiende: yo quiero un café. C: Sí, señor. Nada más fácil, señor. Esto es un bar, señor. Le traigo un café ahora mismo, señor. J: Y no quiero ningún bocadillo de tortilla. C: Claro que no, señor, ya tiene uno, para qué quiere dos. J: No, es que éste no lo he pedido. C: ¿Entonces qué hace en su mesa? J: Eso me pregunto yo. C: Mire, no quiero entrometerme, pero debería cuidarse más. Yo duermo siempre mis ocho horas diarias y como mucho pescado: así tengo la mente despejadísima. Si pido un bocadillo, me acuerdo de haberlo pedido, lo cual es una ventaja ya que no me tengo que preguntar cómo ha aparecido un boca... J: ¡Pero es que yo no lo he pedido! C: No entiendo, señor. J: Oh, es igual, ya me lo como, mire cómo me lo como, ¿LO FE? EFTOY COBIEMDO Y HABLAMDO COM DA DOCA MENA, ¿MALE? ¡MOCADILLO DE TODTILLA! ¡BE EMCABTA! C: ¿Algo más, señor? J: No, no, por favor, no. Déjeme a solas con mi bocadillo. Y ya iré a pagar a la barra. No se me acerque. C: Sí, señor. Me alegro de haber sido de ayuda, señor. Si necesita algo más, llámeme.


 
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