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Críticas y respeto
El comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes del Reino Unido ha llegado a la conclusión de que el primer ministro, Tony Blair, no manipuló los informes de los servicios de información para llevar a su país a la guerra contra Iraq. El mismo comité ha criticado al gobierno por errores como confiar demasiado en los informes estadounidenses y plagiar la tesis doctoral de un estudiante. Mientras se llevaba a cabo esta investigación, la BBC emitía un reportaje en el que se citaba anónimamente a un oficial de la inteligencia británica que acusó al gobierno de manipular estos informes. Da la impresión de que nunca podremos ver algo así en España. Una investigación parlamentaria que pueda llegar a conclusiones algo críticas con el gobierno. Y una televisión pública que no dude en informar con independencia de que su trabajo pueda perjudicar al partido que esté en el poder. Blair se implicó aún más que Aznar en la guerra contra Iraq. Envió tropas e incluso es posible que mintiera más que el presidente español. Y lo ha pagado con críticas de la prensa y de los ciudadanos, además de con dimisiones de altos cargos de su partido y del gobierno. Pero, aunque pueda resultar paradójico, su postura me parece más respetable que la de Aznar. Blair ha tenido la valentía de someter su actuación a investigaciones parlamentarias y no ha usado la televisión pública como un arma propagandística. Mientras tanto, José María Aznar y Ana Palacio se han dedicado a faltarnos al respeto, pidiéndonos confianza a pesar de la ausencia de pruebas y, en el caso de la ministra de exteriores, alegrándose por la bajada del petróleo y por la subida de la bolsa. Al parecer, lo demás es lo de menos.
De entre los muertos
Ya están enterrando a Zapatero. Claro que la fuente (Libertad Digital) no es precisamente muy fiable. Pero después de lo de Madrid, muchos se están frotando las manos. Otro que cae, pensarán. Pero no sólo los políticos y votantes del Partido Popular, sino también muchos socialistas. Por lo que se rumorea, José Bono sería uno de estos. Y es que el presidente de Castilla-La Mancha, que ya estuvo a punto de hacerse con el liderazgo en su momento, podría resurgir como un De Gaulle de pacotilla dispuesto a sacrificarse por el bien de lo que viene siendo la izquierda, que últimamente ya no se sabe para dónde tira. El caso es que no creo que Zapatero lo tenga tan mal. Hombre, bien no lo tiene, pero si aprovecha para hacer limpieza y de paso se busca un equipo mejor, algo hará. Desde luego, con el elocuente Jesús Caldera y el hábil José Blanco no se ganan unas elecciones. Incluso sin ellos lo tiene más que crudo. Pero por lo menos resultará creíble. Que aprenda de Maragall, que ha sabido rodearse de gente buena -guste o no- y cuyo único problema es él mismo, que a veces tiene ideas de las suyas, casi nunca se las guarda para él y así nos va a todos. En todo caso, la solución Bono me parece la peor. Lo que necesita el Psoe para ser de nuevo un partido presentable es renovarse. Limpiar a fondo. Que ahora venga Bono es como si el sucesor de Aznar resultara ser Fraga. Vaya, los dos presiden comunidades autonómicas y los dos tienen tirón electoral.
Vergüenza ajena
La verdad es que el tema de los tránsfugas socialistas me aburre. Pero últimamente estoy un pelín vago y no me apetece ponerme a buscar temitas originales. Así que era eso o las elecciones a la presidencia del Fútbol Club Barcelona. Y teniendo en cuenta que del tema futbolístico sólo sé que los amigos de Joan Laporta le llaman Jan, al más puro estilo pijo de Barcelona, sólo me queda hablar del follón que se ha liado en Madrid. Bueno, sí, también podría escribir sobre los premios a los más estúpidos que ha otorgado Moron, la Main Organization Revealing Obvious Numbskulls, pero la noticia ya es algo vieja y estoy demasiado ofendido por el hecho de que haya ganado la futura estrella de la televisión -eso espero- Mohammed Saeed al-Sahaf. A lo que iba: Madrid. A estas alturas, ya sabe todo el mundo qué ha pasado. Dos presuntos corruptillos, Eduardo Tamayo y María Teresa Sáez, podrían provocar la repetición de las elecciones madrileñas, al parecer sólo porque les interesa más (económicamente) la política inmobiliaria (y especulativa) del Partido Popular. Todo para espanto y desconcierto de los líderes socialistas, especialmente del avispado (ejem) José Blanco, que parece ser el responsable de que los nombres de esos dos diputados rebeldes figuraran en las listas. El caso es que leyendo muy por encima alguno de los miles de artículos que se han publicado sobre el tema, me han venido a la mente unas palabras que soltó Pasqual Maragall hará ya unas semanitas, palabras que, en principio, no guardan mucha relación con el asunto madrileño. Maragall, líder del PSC, que es algo así como la sucursal catalana del Psoe, aseguró que el Partido Socialista Obrero Español no existe en Catalunya. Él sólo quería afirmar la independencia de su partido frente a Madrid, pero, viendo lo que está ocurriendo, podría interpretarse casi como una manera de avergonzarse. Como diciendo eps, que yo no soy del mismo partido que Tamayo y Sáez. Ni del de Blanco. Y aquí el PP no pinta mucho. Y es que ésta es una ventaja que tenemos los catalanes. Que podemos declararnos independentistas, aunque sólo sea por vergüenza ajena.
Esto... ¿y aquellas armas?
Mientras Tony Blair visitaba Iraq, sin corbata y luciendo una resplandeciente camisa blanca, Polly Toynbee se preguntaba en un artículo de The Guardian qué fue de aquellas armas de destrucción masiva que, supuestamente, Sadam Husein tenía en su poder. Y es que el primer ministro británico llegó a asegurar que el dictador estaba preparado para usarlas en contra de Gran Bretaña en apenas 45 minutos. Vaya, yo no tengo mucha idea sobre armamento, y menos sobre el de destrucción masiva, pero parece difícil hacer desaparecer como si nada tanta arma tan poderosa. Digo yo que no resultará sencillo enterrar misiles en el desierto, como si fueran el cofre del tesoro de una novela de piratas; o pasar laboratorios químicos a Siria, como si se tratase de tabaco de contrabando. En todo caso, seguiría sin explicarse la inusitada bondad de Sadam, un dictador sin escrúpulos que, milagrosamente y en el último minuto, renuncia a usar las terribles armas que tiene en su poder. Y es que usar armas en las guerras es tan típico. Merecía la pena probar algo diferente. Pero, vaya, insisto, yo soy un ignorante en la materia: todo lo que sé de las guerras lo aprendí viendo Los doce del patíbulo y trasteando con algún que otro juego de ordenador. Es decir, que puede ser que esas armas existieran y que hayan desaparecido, del mismo modo que se han volatilizado Bin Laden y el propio Husein, de cuya existencia nunca ha dudado nadie. Al menos, que yo sepa. Por otro lado, Robert Fisk recuerda que George W. Bush quiere visitar Iraq esta misma semana. Un Iraq, recordemos, sumido en la anarquía y en el pillaje. Como Afganistán, mas o menos. O sea, bien lejos de la prometida democracia. Fisk apunta que nada le gustaría más a Bush que pasearse por algún almacén lleno de misiles y de ántrax. Porque hasta ahora apenas se han encontrado cuatro barriles mal contados que contenían lo que una vez fue plutonio. Visto el panorama, no me extrañaría que los militares estadounidenses estuvieran ahora mismo haciendo horas extra, rebuscando como locos en el desierto para encontrar algo, cualquier cosa que haga quedar bien al presidente y a sus amigos de las Azores. Algo que evite que todo el mundo piense que son unos embusteros. Pero me parece que lo tienen difícil.
El crítico
Parece que cuando José María Aznar se retire, se va a dedicar a la crítica televisiva. O eso podría entender uno después de leer sus declaraciones a Onda Cero sobre la telebasura: "No es bueno el que haya personas que puedan entender que lo normal consiste en insultarse a voz en grito diciendo todo tipo de barbaridades de las vidas de unos y de otros". En parte le comprendo, para qué negarlo. Y es que ayer, mientras cenaba, vi a Aramis Fuster acusando a Pocholo de maltratador, y eso ya era lo que faltaba, que los malos tratos llegaran a Hotel Glamour. Una pena. Y una vergüenza. De todas formas, Aznar se olvida de que, como le recordó el diputado de Izquierda Unida Felipe Alcaraz, él es "el primer empresario televisivo del país", y es que Televisión Española no es un canal que pueda dar ejemplo de nada. Total, que no sé para qué habla. Siguiendo con el tema de los medios de comunicación, Luis del Olmo le preguntó por qué los tenía a casi todos en contra del gobierno. Y el presidente no lo acabó de negar, por mucho que intentara matizarlo. Pobre víctima de la televisión. Si es que está solo ante el peligro. Pero el caso es que a mí no me salen las cuentas, porque por ahí andan Antena 3 y Televisión Española a su lado, y, en lo que se refiere a cadenas estatales en abierto, enfrente sólo tiene a Tele 5. Y Aznar y Del Olmo parecen olvidarse también de Onda Cero, de la Cope, de ABC, de El Mundo y de La Razón. Entre muchos otros medios. Lo dicho, que no sé para qué habla.