La tercera manga


A: Oiga, yo creo que esta chaqueta no me va bien. B: Que sí, que sí, hágame caso. Es lo que se lleva. A: Pero es que tiene tres mangas. B: Nunca se sabe cuándo puede hacer falta una tercera manga. A: Yo no la he necesitado nunca. B: Por eso nunca se sabe. Si la hubiera necesitado ya sabría cuándo hace falta. A: En eso tiene razón... ¡Me la quedo! B: No se arrepentirá... Por cierto, usted tiene móvil con cámara, ¿verdad? A: Sí, ¿por qué lo dice? B: No, por nada, por nada.


 
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La yegua gris de Laporta


Joan Laporta no se puso a imitar a Boris Izaguirre en el aeropuerto de Barcelona sólo para llamar la atención. El presidente del Barça ha asegurado que se quitó los pantalones "para desbloquear la situación". ¿Y quién no se ha quitado alguna vez los pantalones para desbloquear una situación? Quitarse los pantalones lo desbloquea casi todo. Es más, tras los fracasos en los referendos sobre la Constitución Europea en Francia y en Holanda, no me extrañaría que en la próxima reunión de presidentes y primeros ministros se liaran todos a quitarse los pantalones. Para así desbloquear la situación en la que se encuentra la Unión Europea, una situación al parecer muy bloqueada. Sin embargo, Laporta debería recordar que es difícil mantener la dignidad sin pantalones. Hay que saber cuándo y dónde quitárselos. En el aeropuerto y frente a la guardia civil quizás no sean las circunstancias más apropiadas para ponerse a desbloquear situaciones. Por ejemplo y si quiere seguir desbloqueando, sería bueno que Laporta tomara nota de ese episodio de Los Simpson en el que Krusty, arruinado, pide dinero a cambio de bajarse los pantalones. Pero no sirve de nada: hay un viejo que canta Esta yegua no es mi vieja yegua gris con los pantalones en los tobillos y gratis. El tipo mayor le ha ganado la partida al payaso, gracias a la experiencia que da eso de peinar canas. De hecho y unos minutos más tarde, el abuelo aparece en televisión, acompañado del coro de viejos chiflados, todos cantando Esta yegua no es mi vieja yegua gris. Así, la próxima vez sería mejor que se juntara con, por ejemplo, Lendoiro, Florentino y Lopera para ir todos al aeropuerto, bajarse los patalones y ponerse a cantar. Nunca un presidente de club de fútbol se vio en situación más digna. De hecho, nunca un presidente se vio en situación más digna. Esta yegua no es mi vieja yegua gris, no es mi vieja yegua gris... Es pegadiza como una canción de Amaral, la muy maldita... Esta yegua no es mi vieja yegua gris... Y la letra es mejor... No es mi vieja yegua gris...


 
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El cliente siempre tiene razón


Disculpe doctor, pero el que paga manda y si le digo que tengo algún tipo poco habitual de anemia, pues lo tengo y no se hable más. A ver si usted se ha creído que yo pago la cuota de la mutua para acabar con una simple gastroenteritis. Si no le gusta la anemia o no se le da bien, ofrézcame otro diagnóstico, pero haga el favor de no soltar vulgaridades. Una gastroenteritis... Para eso me quedaba en la seguridad social. Creía que aquí se enfermaba con clase.


 
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Dejar de fumar no es tan fácil como dicen algunos


Llevo una semana sin fumar. Desde que lo dejé me encuentro mucho mejor: respiro con todo el pulmón, ya no me pongo a toser como un condenado nada más despertar y no rompo a llorar si las escaleras mecánicas del metro están estropeadas. Me costó mucho dejarlo. Sobre todo porque yo no había fumado nunca y, conociéndome, sabía que la mejor forma de quitarme del vicio era dejarlo gradualmente. Esto significaba que debía comenzar fumando un paquete diario y cada día fumar un cigarrillo menos. Cuando llegara a tres o cuatro tendría que aguantar unos días más y luego seguir con el proceso hasta ya no fumar ninguno. El que más me costaba fumar era el de después de las comidas. Incluso hubo algún día que nada más tragar el humo tuve que correr al lavabo a vomitar. El primero de la mañana tampoco era agradable. Me daba dolor de cabeza y me amargaba el día, ya que me recordaba que aún no había conseguido dejar el maldito tabaco. Al menos me consolaba ser consciente de que era necesario sacrificarse para poder disfrutar de los beneficios de haber dejado ese hábito horrible, como que la ropa no oliera a humo o que dientes y dedos no se mancharan de amarillo por culpa de la nicotina. Ahora estoy comiendo algo de más para engordar los preceptivos cuatro o cinco quilos que todos los ex fumadores ganan. Así daré por concluido el proceso. Espero no recaer, con lo que odio el humo, pero si he de hacer caso a las estadísticas, me temo que tendré que apechugar y dejarlo de nuevo dentro de unos meses.


 
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Juguetes educativos


Un recordatorio a todos los padres que hayan regalado a sus hijos "Organiza tu propia Revolución Francesa", la sensación de los juguetes-que-enseñan-mientras-el-niño-juega: si alguno de los niños resulta guillotinado por error, hay que introducir inmediatamente la cabeza en una bolsa o caja impermeable con abundante hielo. Lo ideal sería una nevera de playa. Inmediatamente después hay que acudir con la mencionada cabeza y el resto del niño al hospital más próximo para que se practique el reimplante del miembro cercenado. Eso sí, hay que ir directamente al hospital. Lo más rápido posible. Nada de llevar primero el coche al túnel de lavado, ya que estamos, o pasarse por el súper, que falta azúcar. También hay que recordar que en el cuello del muchacho o muchacha quedará una cicatriz bastante fea, pero no se trata de nada que no se solucione con un par de operaciones de cirugía estética o, en su defecto, con un jersey de cuello vuelto. Esto en el caso de las decapitaciones por accidente. Porque, por ejemplo, cuando se ajusticia al niño que representa el papel de Luis 16 (XVI para los cursis), se le está guillotinando intencionadamente en lo que viene a ser el buen desarrollo del juego. Y obviamente hay que mantener separados cabeza y tronco. Así los niños aprenderán que el navío de la historia surca océanos de sangre.


 
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