Genocida


Jaime Rubio fue juzgado anoche por no reciclar. El juicio se celebró a las tres de la mañana para evitar que una violenta turba de ecologistas se lanzara sobre el acusado y lo linchara como este cronista cree modestamente que merece. Rubio comenzó asegurándole al juez que quería defenderse a sí mismo. Sin embargo, el magistrado le negó esta petición, alegando que el caso era demasiado complicado y serio como para que el acusado se pudiera arriesgar a no tener una defensa justa y adecuada. Así pues, le representó un abogado de oficio, Telesforo Domínguez, famoso por ser el primer chimpancé en licenciarse en Derecho. Durante el interrogatorio al que le sometió el nunca bien ponderado fiscal, Rubio admitió los cargos: "No reciclo porque es demasiado difícil. ¿Dónde pongo el polietileno? ¿Eh? ¿DÓNDE, MALDITO BASTARDO, DÓNDE? ¿Ves como no es tan fácil?" El fiscal le aseguró que con los plásticos y le propinó una sonora bofetada. Rubio adujo que había intentado reciclar durante casi un mes: "Pero con tanto cubo y con el lío de los horarios, les aseguro que el mundo se me vino encima. Fíjense, traigo el parte de lesiones que prueba este accidente". De todas formas, el documento sólo confirmaba que lo que le había caído encima era el norte de Suecia y no el mundo entero. El fiscal añadió que reciclar requería un esfuerzo, sí, pero que este trabajo se veía prontamente compensado por la satisfacción de haber salvado el mundo. "Aprenda de los alemanes --explicó--, gracias a ellos se han salvado hasta el día de hoy mil doscientas cuarenta y siete focas y veintitrés ballenas". El chimpancé Domínguez adujo que no España no es Alemania, a lo que el juez le dio la razón. "Los alemanes --dijo-- son otra cosa. Saben trabajar, y no como aquí". "Tienen otros horarios", añadió el fiscal. "Claro --dijo el juez--, es que es otra cultura". "Centroeuropea", concretó el mono. El abogado de Rubio centró su alegato en su experiencia como chimpancé: "Los monos, igual que todos los seres vivos, dependemos del reciclaje para sobrevivir. Un día de estos el mundo explotará por culpa de gente como Jaime Rubio. Sí, merece un castigo, pero también nuestra compasión. Es un pobre borracho que no duerme las horas que necesita y cuyo único amigo es un pececillo de colores que lleva tres días muerto". El discurso emocionó al juez, que condenó a Rubio a la pena mínima: diez años de trabajos forzados en una planta de reciclaje, fabricando abono a partir de restos orgánicos.


 
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Natural


El grupo ecologista Free the computers lucha por devolver a los ordenadores a su hábitat natural, llegando a secuestrar macs y pecés de domicilios y oficinas para soltarlos en los Pirineos. La activista Natalia Rebollo es clara al respecto: "Los ordenadores no aparecen por arte de magia en las tiendas y oficinas. Hay que cazarlos o criarlos en cautividad y ambas cosas suponen un ataque intolerable a su naturaleza y a su dignidad". En cambio, el cazador de ordenadores Juan Fino, asegura que "la caza y la cría mantienen vivos a los ordenadores. Si no hubiera interés por tener ordenadores en casa, quedarían a merced de los depredadores y se hubieran extinguido hace décadas. Actualmente hay granjas, cotos y cercados que permiten que hombres y ordenadores vivamos en paz y nos complementemos a la perfección: nosotros cazamos y ellos son cazados. Además, no los matamos, sólo los capturamos para su posterior domesticación, tarea fácil gracias al software actual. Si yo le contara lo que teníamos que hacer hace sólo diez años para instalar un procesador de texto..." La portavoz de Free the computers no está de acuerdo: "Los ordenadores no dependen de la cría. Han convivido durante miles de años con toda clase de depredadores. Lo que realmente los está poniendo en peligro es la caza, que está llegando a niveles excesivos. Y la cría en granjas es inhumana: los ordenadores se apiñan en condiciones insalubres. No me extrañaría que en pocos años tuviéramos que enfrentarnos a terribles virus asesinos que pasarían a la población humana sembrando el pánico". La solución quizá esté en la cría ecológica de ordenadores. Grandes granjas por donde corren las cpu, con familias de informáticos que cuidan a los ordenadores como se hacía antes de que la tecnología asimilara el trabajo de campo al de una fábrica cualquiera. El granjero Agustín Boñiga defiende la cría tradicional: "Es respetuosa con los ordenadores, que crecen libres y alegres, cosa que se traduce en procesadores rápidos y discos duros amplios y silenciosos. Son más caros, pero están hechos para durar. Se nota la diferencia".


 
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Contra los arquitectos


El derrumbe de un edificio en Asnalia, capital de Asnalia, ha provocado una ola de protestas por todo el país en contra de los arquitectos. Hay que recordar que este incidente en el que hubo dos muertos y diecisiete heridos, se une al derrumbe de una pared en una casa de campo situada en las afueras de la ciudad. Los tumultos y manifestaciones duran ya cuatro días, y se han sucedido los enfrentamientos con la policía y las consiguientes detenciones. Cuatro manifestantes y un policía han tenido que ser hospitalizados. Más graves han sido los ataques a arquitectos. El colegio de arquitectos ha sido incendiado y la facultad de arquitectura lleva varios días sitiada. Al menos siete profesionales de este ramo han denunciado lesiones y agresiones, y la mayoría no se atreve ni a salir a la calle, a pesar de que hace un tiempo estupendo. Obviamente, ha sido necesaria la intervención del primer ministro asnalés, que en un discurso televisado ha llamado a la calma y ha recordado que "aunque los arquitectos han de responsabilizarse de sus obras, en nuestro país hay libertad de elección de profesión. Y la libertad es sagrada. Muchos arquitectos no tienen culpa de lo sucedido. Algunos ni siquiera ejercen como tales". El reconocido arquitecto asnalés Hans Hanselman, ha declarado desde un congreso en Londres que está "harto del acoso sistemático" al que se ven sometidos los arquitectos: "¿Qué hay de los albañiles y de los ingenieros y de los jefes de obra? ¿Acaso no es también responsabilidad suya que las casas se caigan?" La prensa ha sido unánime en su rechazo a los linchamientos y a los insultos, pero algunos rotativos como el Asnal Times han recordado que "la libertad tiene sus límites y si un hombre libre escoge libremente la arquitectura como profesión, ha de cargar con las responsabilidades que esta decisión conlleva". En cambio, el sensacionalista Expresso no ha dudado en afirmar que Asnalia sería "un país más grande, líder en Europa y en el mundo, si decidiera dar el paso valiente que la ciudadanía le reclama: la tranquilidad de los asnaleses pasa por eliminar la profesión de arquitectura y forzar a los arquitectos, esos verdugos pijos y despiadados, a buscarse una profesión digna y honrada. Porque a pesar de toda la palabrería pusilánime y bienintencionada, tengamos bien presente que si no hubiera arquitectos, las casas no caerían. Los romanos y los griegos no contaban con estos dibujantes vanidosos y sus templos y palacios siguen casi en pie, después de siglos de guerras, hambre y epidemias".


 
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Motivados


Un conocido experimento empresarial nos muestra lo curioso de los mecanismos de la motivación en el trabajo. En una compañía, a un grupo de trabajadores se le dio el coche de empresa y se le subió el sueldo un quince por ciento. A otro grupo del mismo nivel y con las mismas responsabilidades sólo se le compró una cafetera de las buenas para compartir en la oficina y se le dio dinero para café, azúcar y galletitas danesas. Adivinad qué grupo mejoró más su rendimiento. El del café, obviamente. Al principio se creyó que era por la importancia de esas pequeñas cosas. Hasta que se comprobó que los tipos de los coches llegaban cada día tarde a la oficina por culpa de los atascos. Y que dos de ellos habían muerto en terribles accidentes. Bueno, en realidad uno no murió. Quedó en estado vegetativo. Lo desconectaron, pero aún aguanta gracias a la pila del marcapasos. Esas pilas aguantan diez o doce años tranquilamente. Lo peor vino cuando el grupo de la cafetera se enteró de que a sus compañeros les habían regalado esos audis negros y, resentidos, quemaron la oficina y asesinaron a los primogénitos de los dueños, de los altos directivos, de los psicólogos, del jefe de personal y de un tipo que pasaba por allí y se parecía mucho al fundador. "¡Café --gritaban-- los explotadores nos daban café!" Cuando les recordaban lo contentos que estaban, los empleados aseguraban con los ojos enrojecidos por la ira que hubieran estado aún más contentos con un Audi negro. Incluso con un Audi gris. Los trabajadores fueron juzgados y absueltos de todos los cargos. El juez aseguró en su sentencia que "él hubiera hecho lo mismo" y que estaba "hasta las narices de esas galletas danesas, que te las ponen en todas partes y no tienen ni chocolate ni pasas ni nada".


 
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En contra de todas las cosas


Sin duda, vivimos tiempos difíciles. Este es el motivo por el que creo necesario poner en marcha una Asociación de Defensa de las Cosas en General. No para defender las cosas, sino para defendernos de ellas. De hecho, estoy recogiendo firmas para mis cosas. Os ruego vuestra colaboración. Gracias. ¿Y las cosas qué tienen de malo? Las cosas en sí son malas. Malísimas. Malérrimas. El trabajo, por ejemplo, es una cosa. Los políticos también son una cosa horrible. Y los cuchillos. Cortan. Tendríamos que hacer algo en contra de los cuchillos. No los soporto, es ver un cuchillo y me entran ganas de rebanar cuellos. Pero me tomo la pastilla y se me pasa. Las pastillas también son un asco. Y los ascensores. ¿Y si se caen? Y los aviones. ¿Y si se caen? Y el tomate. Los tomates son tan repugnantes como las gunufretas, por mucha afición que haya por aquí a esas cosas que se supone que son frutas, pero todo el mundo dice que son hortalizas. Hay más cosas horribles: esas cosas que se te meten en los ojos, las cosas que pasan, las cosas que tiene la vida, la delincuencia, que es una cosa de difícil solución. Y más. Sí, de acuerdo, puede que también haya cosas buenas, pero una cosa buena puede convertirse muy fácilmente --demasiado fácilmente-- en una mala. Una manta puede ser muy agradecida en invierno, pero ¿y si alguien la empapa a traición? Podríamos acabar pulmónicos perdidos. Pido un minuto de silencio en contra de las cosas. No más cosas. Abajo las cosas. También pido un voto en el referéndum de las cosas.

¿Estás en contra de las cosas?

Sí, las cosas son horribles, odio las cosas
22,2% (4 votes)
No, yo soy comprensivo y tolerante con todas las cosas
16,7% (3 votes)
Desde que morí, todas las cosas me dan igual
61,1% (11 votes)
Total: 18 votes

 
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