martes, 6. febrero 2007
Jaime, 6 de febrero de 2007, 15:44:04 CET

Estadísticas


Catorce de cada doce personas han sufrido en sus carnes experiencias delictivas horrorosísimas. Este dato por sí solo debería servir para que cundiera el pánico y la gente saliera corriendo a las calles, gritando y arrancándose los pelos de la cabeza y de las barbas. Pero aún hay más, mucho más, y todo horrible y sangriento, capaz de provocar ataques de pánico y asaltos a supermercados. Por ejemplo: cuatro de cada ciento veinte personas creen que ocho de cada diez musulmanes son entre el setenta y cinco y el ochenta y cinco por ciento del total de seguidores de Mahoma. El doce por ciento de la población podría votar o no votar en las próximas elecciones, mientras que el ochenta y ocho por ciento restante aún se lo está pensando. Cuatro de cada cuatro casas tienen puertas por las que podrían entrar ladrones. Siete de cada diez personas opinan que los ladrones son delincuentes que podrían ir armados y ser peligrosos, mientras que los tres restantes aún no han respondido a la pregunta al no estar en casa cuando se les llamó. Doce de cada diez barceloneses son muchas personas, mientras que siete de cada ocho madrileños están ahora mismo haciendo cola en algún sitio, porque en Madrid siempre hay mucha gente en todas partes, y eso que es grande. En cuanto al panorama internacional, cabe recordar que el sesenta y cuatro por ciento de los países extranjeros están muy lejos. Además, siete de cada doce alemanes hablan un perfecto alemán (los otros cinco aún se lían con las declinaciones) y nueve de cada diez coches europeos cuentan con un total de cinco ruedas. Pero eso no es todo: de cada cien personas que mueren, noventa y tres estaban vivas hacía relativamente poco. Cada cuatro minutos nace un cerdo, no necesariamente en una pocilga, y dos de cada siete rusos han usado alguna vez la frase (en ruso): "Un día de estos me voy a liar a hostias y no se va a librar ni el director general". Como se puede constatar científicamente (al fin y al cabo estamos hablando de NÚMEROS, y los números son el idioma de la CIENCIA) la situación es cada vez peor y no sería de extrañar que alguna encuesta lo confirmara. No en vano el noventa y tres por ciento de las encuestas se realizan a plena luz del día, con las consecuencias que esto conlleva. Desde esta humilde página, reclamamos que se tomen medidas al respecto, para así al menos saber si cabe el sofá que nos gusta o si por el contrario tenemos que comprarnos uno más pequeño.


 
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jueves, 1. febrero 2007
Jaime, 1 de febrero de 2007, 10:53:29 CET

Justicia rápida


FISCAL: Seré claro y directo: ¿asesinó usted al señor Juan María Hernández? ACUSADO: Yo no, ¿y usted? FISCAL: ¿Cómo que "y usted"? ¿Qué tengo yo qué ver con eso? ACUSADO: No sé, usted está aquí, haciéndome preguntas y, lo que es peor, eludiendo responder a las mías. ¿Tiene algo que ocultar? FISCAL: Esto es ridículo. ACUSADO: ¿Mató usted a Juan María Hernández o no? FISCAL: ¿Pero se puede saber a qué viene esta pregunta? Yo ni siquiera le conocía. ACUSADO: Que conste que el fiscal se niega a responder a la pregunta. JUEZ: Señor fiscal, por favor, conteste. FISCAL: ¡No! Yo no he matado a nadie. ¿Contento? ACUSADO: ¿Y dónde estaba la noche de los hechos? FISCAL: Yo qué sé. En casa, supongo. ACUSADO: ¿Tiene testigos que lo confirmen? FISCAL: No, estoy divorciado y... Esto es absurdo, señoría. JUEZ: Es posible, señor fiscal, es posible. ¿A dónde quiere ir a parar el acusado? ACUSADO: Señoría, creo que ha quedado demostrado que el señor fiscal es como mínimo sospechoso del asesinato de Juan María Hernández. FISCAL: A ver, que el acusado es usted. ACUSADO: Y esa obsesión por verme en la cárcel no hace más que arrojar nuevas dudas sobre su persona. Si tiene tanto interés en que me condenen, igual es porque así evitaría que sospecharan de él. FISCAL: Pero es que mi trabajo consiste precisam... ABOGADO: Señoría, ante la luz arrojada por las nuevas pruebas que han surgido, solicito el sobreseimiento del caso. JUEZ: ¿Lo qué? ABOGADO: Que se suspenda la causa. JUEZ: Ah, pues hable claro, hombre. FISCAL: ¡Esto es ridículo! ¡Sus huellas estaban en el arma! JUEZ: Y su actitud es sospechosa: realmente está obsesionado con este pobre hombre. ACUSADO: Igual mató a Juan María Hernández porque me odia y quería verme en la cárcel. FISCAL: Yo no le odio. ABOGADO: Pues lo disimula muy bien. JUEZ: Considero al fiscal culpable del asesinato de Juan María Hernández y le condeno a la pena de muerte. FISCAL: ¡Pero si en España no hay pena de muerte! ACUSADO: Ah, qué casualidad, justo cuando le condenan a él, resulta que no hay pena de muerte. ABOGADO: Este hombre es la vergüenza de la profesión. JUEZ: Alguaciles, péguenle dos tiros al fiscal. FISCAL: Señoría, esto es un abuso, un crimen, un... (Los alguaciles acribillan al fiscal a bocajarro. El ayudante del fiscal entra corriendo en la sala, sudando y con la corbata desabrochada. Al ver el cadáver, se detiene, azorado.) AYUDANTE: Oh, vaya. JUEZ: ¿Qué ocurre? AYUDANTE: No, nada, traía a un testigo sorpresa que exculpaba al fiscal, pero veo que ya no tiene importancia. JUEZ: Un poco tarde. ABOGADO: Usted también... Ha estado fuera toda la mañana. AYUDANTE: Ya, ya... Es que primero tuve que ir a hacer unos recados. JUEZ: Dígale al testigo ese que se vaya a casa y que no pierda más el tiempo. AYUDANTE: Sí... Esto... Necesita un justificante. JUEZ: ¿Un justificante? AYUDANTE: Sí, para el trabajo. Si no, le descontarán la mañana del sueldo. JUEZ: Bien, de acuerdo. Ya me encargo. ACUSADO: ¿Yo me puedo ir también? JUEZ: Sí, sí, largo, largo. ¿Necesita otro justificante? ACUSADO: Qué va, yo soy autónomo. JUEZ: Buf, ustedes lo tienen fatal. ACUSADO: Qué me va a contar. ABOGADO: Yo estuve trabajando como autónomo una temporada y es un escándalo. ACUSADO: Ni que lo diga. ABOGADO: Se abusa del tema. No puede ser que uno tenga un contrato de autónomo y trabaje en una oficina como cualquier otro asalariado. ACUSADO: Sí, no tiene sentido. JUEZ: La figura del autónomo no está pensada para eso, desde luego. ACUSADO: Es un escándalo. ABOGADO: Sin duda. JUEZ: Sí, un abuso.


 
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martes, 30. enero 2007
Jaime, 30 de enero de 2007, 17:07:17 CET

¡Que me devuelvan a mí mismo!


Sr. Director:

Me dirijo a usted con la intención de denunciar un nuevo atropello que ha sufrido un ciudadano normal de la calle (en este caso yo) por parte de las administraciones públicas que se supone están a nuestro servicio y que sin embargo parecen estar sólo a servicio de los bolsillos de los cuatro de siempre. El tema es que hace unas semanas un juez probablemente drogadicto y seguramente sin noción ninguna acerca de lo que es la justicia decidió ordenar la retirada por dos años de mi permiso de conducir, a causa un asunto que ahora no viene al caso, pero que no fue para tanto, porque si yo me compro un coche de doscientos caballos no es para conducir a ciento veinte como las abuelas y, al fin y al cabo, el que se dejó una fortuna limpiando la sangre y cambiando el parabrisas roto fui yo. Sin embargo, por un error propio de la incompetente burocracia española del vuelva usted mañana, a no ser que mañana sea viernes porque los viernes no estamos para nada, me retiraron el carné de identidad en lugar del de conducir, con todas las consecuencias que dicho error trajo consigo. Imagine: mi señora, mis hijos, mi familia y mis amigos ya no recuerdan ni mi nombre ni mi cara. Es más: yo no recuerdo si esa gente que vive conmigo son mi esposa y mis retoñuelos, ni si ese tipo que dice ser mi primo y me pide treinta euros cada vez que me ve es realmente familia mía, ni si alguna vez he tenido un amigo de esos de verdad, de los que se cuentan con los dedos de una mano y te sobran siete u ocho dedos y un par de codos. Y no se queda ahí la cosa: en el trabajo me dicen "eh, tú", en vez de señor gerente o lo que fuera que haya sido. Porque yo mismo no sé quién soy, ni qué hago en este mundo tan triste, ni qué eran esas cosas tan sencillas, pero al mismo tiempo tan agradables, que le daban sentido a mi vida (quizás los trucos de cartas, pero no me haga mucho caso). Tampoco me emociono cuando veo jugar a la selección y ni siquiera sé cuál es la selección con la que me correspondería emocionarme. No recuerdo quién era mi cantante favorito, ni si yo era (soy) un tipo colérico o más bien tranquilo. Por la calle, la gente no se da cuenta de mi presencia y me pisa, sin disculparse después. Mi médico ha sugerido la posibilidad de que haya muerto. Y, lo que es peor, ni siquiera estoy seguro de estar tan indignado como correspondería, dada la afrenta que he sufrido y el carácter que se supone tenía y que espero recobrar en un futuro próximo. Aprovecho por tanto el espacio que usted tan amablemente me cede en este diario de reconocido prestigio para exigir que se subsane este error de una vez por todas y se me devuelva mi identidad ipsofácticamente.

Atentamente,

Un señor, a juzgar por lo que parece una barba, que tenía un nombre que comenzaba por M o por J.


 
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lunes, 29. enero 2007
Jaime, 29 de enero de 2007, 14:46:38 CET

Acerca de la estúpida moda de resolver crímenes viajando en el tiempo


La escasez de viviendas por desvalijar se está convirtiendo en un problema preocupante. La semana pasada dos individuos entraron a robar en su propio domicilio, y, al sorprenderse a sí mismos, se repelieron a disparos, resultando ambos heridos de gravedad. El juez instructor del caso no lo tenía fácil, porque si bien los acusados en calidad de residentes afirmaron haber disparado en defensa propia, los acusados en calidad de ladrones aseguraron que ni iban armados ni tenían intención de sustraer bien alguno. Con la intención de recoger pruebas, el magistrado decidió viajar en el tiempo y presenciar los hechos, pero por un error acabó unos cuantos decenios demasiado atrás. Lo peor fue que atropelló a su abuela antes de que su padre llegara a nacer y ahora se desconoce el paradero tanto del juez como de su padre, ya sea en este universo o en alguno paralelo. Se teme por la integridad de ambos, ya que su imagen está borrándose poco a poco de todas las fotografías.


 
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lunes, 22. enero 2007
Jaime, 22 de enero de 2007, 16:55:38 CET

Genética


Un niño ha nacido con los ojos de su padre y éste ha decidido demandarle: "Yo también los necesito. Eran míos antes que suyos, que se busque otros que estén libres. Además, le van grandes". La madre tampoco está de acuerdo con la actitud de su hijo: "Los jóvenes de hoy en día son muy egoístas. No es que nosotros no estemos dispuesto a darlo todo por nuestros hijos, pero su padre necesita ver, que si no, se va a quedar sin trabajo y con un sólo sueldo no nos llega". El recién nacido no ha querido hacer declaraciones, pero sus abogados han enviado un comunicado en el que explican que "no es raro que los hijos hereden en vida" y que "nadie se ha quejado de que se haya quedado con las orejas del abuelo, porque, claro, hoy en día nadie se preocupa por los mayores". Diversos expertos en genética consultados por The decay of wit han mostrado su preocupación por el hecho de que cada vez sea más frecuente que los hijos se apropien de los miembros y órganos de sus progenitores, en lugar de conformarse con copiar su ADN. "Eso antes sólo pasaba con el pelo --explica el doctor Hans Adenauer--: los padres se quedaban calvos porque los hijos heredaban su cabellera. Pero una cosa es no tener pelos y otra quedarse sin hígado o sin piernas". Se desconocen las causas de esta mutación, pero todo apunta al cambio climático y al terrorismo internacional.


 
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