junio 2012 | ||||||
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Vatileaks: el Vaticano al desnudo
(Publicado en Diagonal. El periódico, no la postura.)
En el Vaticano están teniendo lugar sucesos de una complejidad tremenda, que podrían sacudir los cimientos de un edificio de quince plantas si en lugar de sucesos fueran varios kilos de explosivos. Al ser sucesos y no explosivos, no sacuden los cimientos de nada. Lo sé porque una vez me acerqué a un edificio de oficinas y expliqué varios asesinatos, pero los cimientos ni se inmutaron. Así son los cimientos. Fríos, insensibles.
Pero me desvío: están saliendo a la luz documentos que relatan escándalos palaciegos, como que... Er... Hay una corriente en el Vaticano que quiere un Papa italiano y... otra corriente que cierra puertas de golpe y... Ehm... Para acabar de desentrañar esta compleja trama, viajé a Roma disfrazado de cura, con el objetivo de colarme en San Pedro y recoger información de primera mano (la izquierda, comenzando a contar por la izquierda). A pesar de que iba gritando palabras en latín al azar (¡confutatis! ¡maledictis!), la guardia suiza no me dejó ni acercarme a la puerta. Fue entonces cuando me di cuenta de que me había equivocado de disfraz: ¡no había traído el de cura, sino el de cura del resfriado y venía por tanto caracterizado como una enorme jeringuilla!
Decidí quitarme el atuendo, dado que resultaba inútil. Y me arrestaron. Por ir desnudo en el Vaticano. Lo cual, reconozcámoslo, tiene sentido. Y además fue una suerte, porque acabé compartiendo celda con Paolo Gabriele, mayordomo del papa. Gabriele había sido recientemente arrestado, acusado de filtrar esos documentos que harían temblar cimientos si los cimientos no fueran fríos e insensibles y no hicieran ningún caso a mis declaraciones de amor eterno.
Sé que puede parecer mucha casualidad que hubiera acabado precisamente en la misma celda que la persona que más me podía ayudar a informar a los lectores de DIAGONAL (por cierto, no hace falta leer el periódico torcido). Pero a ver, estaba en el Vaticano. ¿Cuántos presos puede haber en el Vaticano? ¿Acaso los sacerdotes católicos son famosos por cometer algún delito? ¿Algún acto desagradable en particular? ¿Se os viene a la mente algún hecho delictivo y desagradable cuando pensáis en curas? ¿algún crimen? ¿sacerdotes? ¿católicos?
(Silencio incómodo).
Sabía que no podía simplemente interrogar a Gabriele, ya que no tendría muchas ganas de hablar con periodistas, así que me gané su confianza estrangulándole y golpeándole la cabeza contra la pared.
–Verás –me dijo una vez nos hicimos amigos y me pidió que no le matara mucho– resulta que hay documentos que...
–No, si eso ya lo sé. Escándalos financieros. Grupos de interés. Pero es que la complejidad es tal que no soy capaz de entender todos esos secretos que están poniendo en una situación comprometida al papa.
–Se han publicado artículos en los periódicos. Sólo tienes que leerlos.
–Es que... Me quedo dormido después del primer párrafo... ¿No podrías hacerme un resumen? ¿O un dibujo? ¿O un resumen con dibujos?
–En fin, yo sólo envié las cartas... Pero... Cómo explicarlo... No las he leído. Me quedaba dormido después del primer párrafo. De hecho, se las leía al papa en voz alta y nos quedábamos dormidos los dos. Abrazaditos.
–¿Crees que podría hablar con monseñor Gänswein, que custodiaba esos papeles?
–Lleva dormido desde 1987.
–Pero esto es importante: ¡espías en el Vaticano! ¡Neocatecumenales!
¿Neo qué?
Desistí. Me senté con el culo desnudo sobre el suelo de la celda, sabiendo que había fallado a los lectores de DIAGONAL, muchos de los cuales al llegar a esta línea habrán torcido de nuevo el periódico, al no confiar más en mí. Encima, cuando volví a casa, mi esposa Cimientos se había marchado. Intenté pedirle que volviera conmigo, pero no hubo forma de conmoverla.