lunes, 26. diciembre 2011
Jaime, 26 de diciembre de 2011, 18:21:25 CET

Auditoría


A: Buenos días. Soy su auditor. Venía a comentarle un par de asuntillos. B: ¿Mi qué? A: Verá, a lo largo del mes pasado se le vio varios días consecutivos por la estación de Sants explicando que le faltaba un euro con cincuenta para comprar un billete a Mataró. Lo que nos extraña es que entre la documentación que nos envió, no nos consta ningún billete de tren. ¿Olvidó adjuntarlo, acaso? B: No, yo... Es que eso se dice porque... Bueno... A: Ya, mire, no puede hacer eso. Usted puede creer que es muy listo pidiendo dinero para un tren que no va a coger, pero como comprenderá, esa práctica entra dentro de la competencia desleal. Entienda que hay gente que realmente necesita dinero para volver a Mataró o a Sabadell o a dónde sea, y por su culpa es posible que haya personas, clientes potenciales, que desconfíen. B: No lo hacía con mala... A: No se trata de si hay mala o buena intención: el caso es que usted se ha reído de un montón de gente que creía que le estaba ayudando a volver a casa cuando se ha quedado por el barrio y por tanto no necesitaba ese dinero. B: Sí que nec... A: Además, entiendo que una vez reunió ese euro con cincuenta, siguió pidiendo. B: Sí, pero... A: No, si pide un euro con cincuenta, tiene que pedir un máximo de un euro con cincuenta. Comprenda que lo contrario supone publicidad engañosa. B: Ah... A: El siguiente tema que quería comentarle es que al parecer en los últimos tres meses, siete señoras le dieron un total de seis euros con ochenta céntimos, especificando claramente que no querían que se lo gastara en vino. B: Sí, puede ser... A: Bien, pues por lo que vemos, al menos gran parte de esa cantidad de dinero se ha usado para comprar vino. ¿Me lo puede explicar? ¿Se trata de un error en el asiento contable, tal vez? B: Es posible que... A: Tampoco puede hacer eso. Comprenderá que estas señoras ahora se sienten estafadas por el hecho de que usted haya usado su dinero para un fin específicamente prohibido. De hecho, dos de ellas le dijeron expresamente que comprara leche. Y creo que no ha tomado mucha leche últimamente. B: No mucha... A: Pues esto es algo que tampoco puede hacer. Solo puede destinar el dinero a los fines concretados por el cliente o, como mucho, a los no prohibidos expresamente. Y esto ya debería saberlo. B: Pues... A: Por último, en alguna ocasión usted ha explicado que tiene dos hijos a los que no puede dar de comer. B: Bueno... A: Pero no tiene hijos, ¿verdad? B: Es que... A: Sí, lo sé. Está en sus libros. B: ¿Libros? A: Aquí: los días en los que ha hablado de sus hijos inexistentes ha recogido una media de siete euros con doce céntimos más. De nuevo, esta conducta profesional no está permitida. Piense que la gente le ha dado ese dinero pensando en unos niños muertos de hambre y no en usted, con todos mis respetos. B: Yo solo... A: En fin, veo que no puede justificar todas estas irregularidades, así que tendremos que hacerlas constar en nuestro informe. La próxima auditoría es dentro de seis meses, así que le recomiendo que cese en estas prácticas y que coja al menos algún tren a Mataró, y así podríamos justificar estos viajes, aunque sea con retraso y no en su totalidad. B: Bueno, pero... A: Ah, y otra cosa: procure no dormir en los cajeros. ¿No ve que por culpa de gente como usted ahora los bancos cierran los cajeros interiores por la noche y los clientes se ven obligados a sacar dinero en la calle? Piense por ejemplo en los días de lluvia y en cómo esta gente se ve obligada a sujetar el paraguas con el cuello, como si fuera un teléfono, mientras saca la tarjeta de crédito de la cartera. ¿Sabe lo incómodo y molesto que resulta? Por no hablar de cuando no hay más remedio que entrar y sacar dinero con uno de ustedes ahí delante, mirando, haciendo que todo el mundo se sienta incómodo. B: Bueno yo... A: Pues eso sería todo. Firme aquí, por favor. Aquí también. Y aquí. Gracias, seguimos en contacto. B: Sí...


 
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