martes, 14. noviembre 2006
Jaime, 14 de noviembre de 2006, 9:57:46 CET

Esto es un atraco


A: Buenas, quería sacar cincuenta euros. B: ¿Perdón? A: Sí, es que el cajero no funciona. Aquí está mi libreta. ¿Me da cincuenta euros, por favor? B: ¿Me está vendiendo una libreta por cincuenta euros? ¿Una libreta usada? A: ¿Pero esto no es la Caja Bilbainocatalana de Ahorros? B: Sí, claro. Mire, lo pone en la puerta. A: Ah, qué susto. Pensaba que me había vuelto a confundir con la zapatería. El caso es que el cajero no funciona y... B: Sí, eso ya me lo ha dicho. ¿Pero por qué le tengo que dar yo a usted ese dinero? A: Porque es mío y lo necesito. B: ¿Suyo? ¿Y qué hace aquí, si es suyo? A: Pues abrí una cuenta corriente. Ustedes me lo guardan. B: Ja, ja, ja, qué ridículo. Pero si yo a usted no le conozco, ¿por qué iba a guardarle nada? Y menos dinero. A: Porque eso es lo que hacen los bancos. Ande, déjese de tonterías y déme mi dinero. B: ¿Su dinero? Pero a ver, usted nos entregó ese dinero, ¿no? Pues ahora es nuestro. No habérnoslo dado. A: Se lo presté. B: ¿Dónde dice eso? A: Bueno, supongo que en los papeles... B: Ya, ya, supongo que, imagino que, los papeles que no tengo aquí... Lo de siempre, no es la primera vez que oigo ese discursito. Y luego traerá esos documentos tan superimportantes y veremos que no dice nada de eso, sólo que le abrimos una cuenta a su nombre y punto. Y ahí tiene su libretita con su nombre. Felicidades. Pero esos papeles no dicen nada acerca de la titularidad del dinero. A: Pero la libreta dice que tengo más de seis mil euros en esta cuenta. B: Bueno, al menos usted no peca de avaricioso, que los hay peores. ¿Y si yo le enseño esta libreta y le digo que le di a usted cien millones para que me los guardara? A: Pero es que yo no soy un banco. B: Ni nosotros una oenegé. ¿Qué se ha creído? ¿Que regalamos dinero? ¿Que repartimos billetes de cincuenta euros a cambio de nada? ¿Qué clase de negocio sería ese? A: ¡Ustedes me cobran comisiones hasta por respirar! ¡Y pueden usar mi dinero para prestárselo a...! B: Mire, deje de molestar. O se va de aquí inmediatamente o llamo a la policía. ¡Estafador! ¡Ladrón! A: ¿Y mi sueldo? La empresa ingresa cada mes mi sueldo en esta cuenta. B: ¿Ve cómo lo que dice no tiene sentido? Es decir, según usted, la empresa para la que trabaja nos da su sueldo a nosotros, que no le conocemos de nada y que no trabajamos allí. Eso es absurdo. ¿Qué clase de imbécil autorizaría a otra persona a cobrar su paga? A: Yo sólo la ingreso aquí. La cuenta está a mi nombre. ¿Cómo van a pagarme cada mes en el despacho, si no? B: Pues dándole su dinero. A: Pero eso no funciona así. B: ¿Ah, no? ¿Usted cobra en especie? A: No, cobro un dinero que está aquí a mi nombre. B: A su nombre, dice... Como si fuera el gobernador del Banco de España, firmando billetitos. El dinero ESTÁ EN el banco y ES del banco. No se lo pensamos regalar. Haga el favor de salir de aquí y si necesita cincuenta euros, venda algo o trabaje, como hacemos todos. A: ¿Ah, sí? Pues no pienso seguir pagando la hipoteca. B: ¿La qué? A: La hipoteca. El dinero que el banco ME DIO para comprarme un piso. Santa Rita, santa Rita, lo que se da no se quita. B: Nosotros jamás le daríamos dinero a usted. Y menos para comprarse un piso. Eso es ridículo. La gente no necesita dinero para comprarse una casa. A: ¿Cómo? B: Usted, cuando nació, ¿dónde vivía? A: En casa de mis padres. B: O sea, en una casa. ¿Y alguna vez compró esa casa? A: No. B: Y sin embargo vivía allí. A: ¡No me líe! Mis padres sí que la compraron. B: ¿Tiene pruebas? A: (...) B: Le he vuelto a pillar. Y déjeme en paz de una vez, que quiero acabar mi crucigrama. A: Sí, sí, ya me voy. Pero esto no quedará así. Recibirá noticias de mis abogados. B: Pero si no puede pagárselos. A: No, pero tienen un quiosco. B: Un momento, espere... ¿Usted necesita una batería de cocina nueva? A: No me vendría mal. B: Pues igual le interesa invertir un mínimo de tres mil euros en este fondo ridículo cuyos beneficios se van a comer las comisiones. ¡Le regalamos una olla usada! A: Pero no tengo tres mil euros... Se lo ha quedado todo el banco... B: No se preocupe. Nosotros le podemos prestar ese dinero. Para eso están los bancos.


 
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