agosto 2004 | ||||||
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Trueque
Es lo de siempre, mucho hablar y luego al final, cuando a uno le tocan la cartera, nada de nada. Sí es que ya tienen razón los liberales: para ser de izquierdas uno tiene que ser pobre de solemnidad, porque si no, es un hipócrita. Sólo hay que fijarse en los casos de Ana Belén, el Gran Wyoming o Javier Sardá. ¿Acaso reparten sus fortunas entre los más necesitados? No. Se las guardan celosa y avaramente para ellos, aun a sabiendas de que si cada uno me diera un diez por ciento de lo que tiene en su cuenta corriente, yo podría retirarme y vivir sin dar un palo al agua. Otro ejemplo de izquierdoso de boquilla: Otis B. Driftwood. Me explico. Otis disponía nada menos que de cinco cuentas de Gmail para él solo. Si fuera realmente un tipo preocupado por la redistribución de bienes y la igualdad de oportunidades, repartiría esas cuentas sin pedir nada a cambio. Pero no, tenía que solicitar un cuento o algo parecido. Estos rojos son unos vagos que no hacen más que comerciar con el esfuerzo y el dinero ajenos. Ahora, lo propio, ni tocarlo. Así, no me extraña que Otis no haga más que criticar al Partido Popular, como si este partido no fuera tan bueno que lo de "partido" es un insulto: el Entero Popular se tendría que llamar. En definitiva, Otis, como todos los que añoran el muro, no es más que un hipócrita con el cerebro lavado por el Prisoe. Mucho no a la guerra, no a la guerra, pero a la hora de la verdad, sí al comercio y al trapicheo.