enero 2004 | ||||||
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Palacio, Chacón
Llevo semanas sintiendo la urgente necesidad de defender a dos mujeres metidas en política y con una inmerecidísima fama de incompetentes. Me refiero a Ana Palacio y a Carme Chacón. Tienen tan mal nombre que incluso escuché a Pilar Rahola (creo que fue ella) poner a la primera como ejemplo de mujer que es escogida para un cargo de responsabilidad con el objetivo de dejar mal a quienes defienden la igualdad de aptitudes entre hombres y mujeres. Conste, eso sí, que ahora no quiero hablar de discriminación, sino simplemente de lo desacertado de la mayoría de juicios sobre estas dos políticas, independientemente de su sexo. Creo que casi todo lo que se dice acerca de Ana Palacio -a excepción de cuanto se comenta sobre su armario ropero- es injusto. No puede ser tan mala si incluso los columnistas mayordomos del Partido Popular la critican. Sí que es cierto que se hace la picha un lío cada vez que abre la boca, y que cuando logra aclararse acostumbra a soltar barbaridades, pero eso no es porque sea una inútil, sino porque duerme poco. Sinceramente. Sin coñas. Ella, como es ministra, dormirá unas cinco o seis horas como mucho y así va, medio zombie, dando cabezadas a eso de las tres de la tarde entre informe e informe, o entre declaración y declaración. Esto me la hace muy cercana, ya que yo también soy de esos que necesitan sus nueve o diez (o doce) horas de sueño. Por otro lado, no se puede olvidar ese casi morreo que se dio con Colin Powell hace unos meses. Una persona que consigue que un general se enternezca hasta parecer un teletubbie merece todo mi respeto. En cuanto a Carme Chacón, de acuerdo, probablemente también meta la pata casi cada vez que habla. Lo suyo es peor, porque resulta que Zapatero la ha designado como portavoz del Psoe y, en consecuencia, tiene muchas ocasiones de pifiarla. Como durante la noche de las elecciones catalanas, cuando mostró una euforia precoz que acabó con una cara amarga que merecería figurar en el diccionario para ilustrar la palabra "chasco", o incluso al lado de la expresión "me cago en todo lo que se menea". De todas formas, si lo que le necesita Palacio son horas de sueño, a la Chacón lo que le falta son tablas. Todo se andará, digo yo, sobre todo teniendo en cuenta que hasta Esperanza Aguirre se ha hecho lista de repente, o eso parece cuando uno lee Libertad Digital, donde la dejan casi de premio Nobel. O sea, que uno tiene cierta esperanza con la Chacón. Sobre todo porque no puede ser que Zapatero no dé ni una al rodearse de gente, y pienso, claro, en esos cabezas de chorlito que son Jesús Caldera y Pepe Blanco. Alguna vez tendrá que acertar, el pobre hombre. Además, así, entre nosotros y al menos en comparación con el resto del panorama político español: la Chacón tiene su morbo. Ana Palacio también, claro, pero ese morbo, de morboso llega a enfermizo. Sí, bueno, no es lo más importante etcétera, etcétera, pero, vaya, lo mismo se decía de Felipe González y nadie se quejaba.