¡No con mis anacardos!


A mucha gente le ha molestado que viniera el Papa a España. A mí me molestan muchas cosas, también, y no voy por ahí montando acampadas. Más que nada porque es terriblemente incómodo. Para empezar, el suelo está duro. Y sucio. No hay enchufes. Y estás muy cerca de otra gente. Y la otra gente huele y habla y en ocasiones comete asesinatos. Es cierto. Viendo cualquier telediario uno puede ver que LA GENTE MATA. Mala idea, eso de acampar. Por no hablar del peligro de que te ataque un oso. Dicho lo cual, sí que entiendo las quejas de mi amigo Francisco Casanueva, a quien a partir de ahora llamaremos Juan para mantenerle en el anonimato. El Papa le visitó a él, personalmente, en su casa. Y --aquí viene lo malo-- sin avisar: "Fue horrible --explica--. Sonó el timbre y vi por la mirilla que allí estaba Su Santidad Benedicto XVI. Y yo en calzoncillos, con la casa sin barrer y la pica llena de platos sucios". Se vistió de a toda prisa con su camiseta de Bob Esponja favorita mientras Benedicto llamaba a la puerta con insistencia. "Francisco, ¿estás ahí?", gritaba, sin tener en cuenta que Francisco quería permanecer en el anonimato y prefería que lo llamaran Juan. Al cabo de 47 segundos que se le hicieron eternos, Juancisco abrió la puerta, inclinándose y disculpándose por ir sin afeitar --"es que estoy de vacaciones"-- y por apenas tener cuatro cosas en la nevera --"si me hubiera avisado con tiempo, hubiera comprado unas magdalenitas o algo". Francisco apenas pud... Perdón. JUAN apenas pudo ofrecerle al Papa una cocacolita y unos anacardos revenidos, que el Papa aceptó de buen grado. Lo peor fue que Juan notó cómo Su Santidad miraba el polvo acumulado en las estanterías, eso sí, sin hacer comentarios al respecto. Luego hablaron de cosas sin importancia, tonterías como el tiempo, series de televisión y los últimos avances en física cuántica. Benedicto se despidió con un "hasta la próxima" que a Juan le provocó un escalofrío. Cosa que le vino muy bien porque como el Papa y él habían comentado, está haciendo más calor estos días. "Fue una tarde terrible --explica mi amigo anteriormente conocido como Francisco--. Desde luego y después de mi experiencia, estoy muy en contra de las visitas del Papa. No con mis anacardos y no sin avisar". Juan recuerda que el Papa tiene su móvil y no le hubiera costado nada llamar antes o incluso enviarle un correo electrónico. "Estaba tan indignado que me hubiera unido a la acampada en contra de las visitas del Papa, pero oí por la radio que les había atacado otro oso. Soy alérgico a que me coman los osos. Si un oso me come, podría morir del shock anafiláctico".


 
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Jaime Rubio desmiente los rumores acerca de su persona


Jaime Rubio se ha visto obligado a negar los rumores que apuntan a que es zurdo. Rubio convocó a los medios de comunicación en las puertas de su residencia -una autocaravana de 1993-, donde les recibió acompañado de su mujer, sus tres hijos y su perro sordomudo, para asegurar que estos rumores "no son más que habladurías; siempre he usado la mano derecha para escribir, rascarme e incluso para jugar a tenis. Aunque no juego a tenis. Pero si lo hiciera, usaría la mano derecha". El reputado escritor de novelas de terror -aunque él insiste en que son eróticas- afirmó no tener nada en contra de los zurdos: "Incluso tengo amigos zurdos. Aunque me da un poco de asco mirarles a las manos... Eso que hacen me parece contranatura. ¿Por qué no pueden escribir con la derecha, como todo el mundo? Seguro que se puede curar. En realidad, yo no me hablo con esa gente. Pero los tengo agregados en Facebook. Aunque preferiría que estuvieran en la cárcel. O que no existieran. Es más, los voy a borrar de Facebook ahora mismo". Su mujer, una actriz contratada para la ocasión, aseguró haber estado al lado de Rubio "durante estos momentos tan difíciles para nuestra familia. Hemos intentado mantener al margen de toda esta polémica a nuestros hijos, cuyo nombre no recuerdo porque me pasaron el guión hace apenas una hora, pero no nos ha sido posible". Debido al trauma insuperable que atormentaba a los hijos de Rubio, tanto él como su mujer habían decidido suministrar dosis letales de un veneno mortal que justo comenzó a hacer efecto durante la rueda de prensa. Los niños agonizaron durante unos segundos mientras Jaime y su esposa se agarraban de la mano con los ojos bañados en lágrimas, y la prensa tomaba notas y fotografías con todo el respeto que la ocasión merecía. "A esto nos han llevado vuestras sucias ganas de vender periódicos y banners de publicidad –afirmó Rubio, mientras cogía una pala para enterrar a sus hijos-: a matar a estos niños que en realidad son de la vecina. Es más, mi perro sordomudo en realidad es un gato ciego disfrazado. Y esta pala en realidad es un pico". La vecina, que justamente se encontraba entre la multitud de curiosos que atendía a la rueda de prensa, soltó un "ya decía yo que esas caras me sonaban... Pues ahora a ver qué hago con tanta lenteja". Desde las páginas de este periódico que tenemos tantas ganas de vender, le recomendamos encarecidamente a la señora el uso de tuppers para congelar lo que haya sobrado del guiso para así poder aprovecharlo convenientemente durante los próximos días o incluso semanas. "Un momento -afirmó Jaime Rubio mientras este cronista terminaba de redactar el presente artículo-. Sólo quería añadir que en realidad la vecina no había cocinado lentejas, sino garbanzos. Pero claro, piensa que los garbanzos no tienen tanta clase como para aparecer en los papeles. Racista de legumbres..." El racismo de legumbres no tiene ninguna base científica, tal y como explica el doctor en biología Jaime Rubio: "Los diferentes tipos de legumbres no son ni mejores ni peores, sino simplemente diferentes. Además, hay muchos mitos al respecto. Por ejemplo, no es cierto que las legumbres asiáticas sean mejores en matemáticas. De hecho, no hay ninguna legumbre que sepa sumar". En otro orden de cosas, la policía ha arrestado a Jaime Rubio por encubrimiento: al parecer, habría ofrecido cobijo a un elefante acusado de destrozar catorce automóviles en las calles de Calcuta. El elefante consiguió huir, gracias a un hábil disfraz de gato ciego disfrazado de perro sordomudo.


 
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Un donativo para los niñitos de Intereconomía


Como todo el mundo concienciado sabe, la ONG Intereconomía está pidiendo donativos para poder mantener en antena su canal de televisión. Como obviamente yo soy un tipo preocupado por los más necesitados, acudo a la redacción de la cadena, consternado y con la intención de echar una mano, aunque simplemente sea escribiendo sobre el tema en La decadencia del ingenio. (Nota: este blog recibe varios millones de visitas cada siglo, por lo que su influencia es más que notoria. La dirección espera aumentar el crecimiento de lectores de forma geométrica una vez la población de la Tierra se instale en otros planetas, siempre y cuando esos planetas dispongan de wifi). Me recibe el presidente del grupo, Julio Ariza, luciendo una chaqueta raída y unos pantalones de pana con un alargador de enchufes a modo de cinturón. Me hace pasar y algo avergonzado me ofrece una taza de achicoria. "Es que no nos llega para café", se excusa, reprimiendo un sollozo. Damos una vuelta por las instalaciones. Lo que veo me sobrecoge, me acongoja, me sulibeya, me zarlinvaja: los redactores ahuyentan a las moscas mientras intentan amamantar con sus fláccidos y vacíos pechos a unos bebés etíopes, Lady Di aplica curas a unos niños indios con lepra y centenares de refugiados palestinos sobreviven en las tiendas de campaña que Acnur ha instalado en uno de los estudios. -Como ves -explica Ariza- necesitamos de todo: mantas, leche en polvo, harina, alguna revistilla porno... Tampoco tenemos agua potable, porque nos la ha cortado La Razón con el photoshop, y por supuesto nos vendría muy bien una de estas planchas de Jata para cocinar sin aceite. -Son muy prácticas. -Y se limpian con mucha facilidad. (Nota: el Consejero Delegado y Presidente de La decadencia del ingenio Inc. reconoce que en ningún momento de la conversación se mencionó la Jata, pero considera adecuado hacer buena publicidad, ya que él necesita una y espera que alguien en dicha empresa lea en algún momento este texto y premie su buen criterio. Gracias de antemano. Se ruega difusión). Ariza añade que no busca caridad, sino que "estamos preparando un proyecto que nos permitiría salir adelante y generar ingresos constantes. A mí esa frase de 'no le des pescado, enséñale a pescar' desde siempre me ha llegado muy hondo y... De hecho, mira, mira". Hace una pausa, abre la boca y alumbra con la lintena del móvil. Abajo, pasada la campanilla, puedo leer la frase en cuestión, con lo que compruebo que efectivamente le llega muy hondo. "¿Por dónde iba? -se pregunta, rascándose la cabeza-. Ah sí. Que con los donativos estoy apuntando a los empleados a un curso de pesca. Esperamos conseguir un mínimo de tres kilos de sardinas diarios, con lo que nuestro share se incrementará en un fruncinuete por ciento". Ariza explica que de seguir así y si la iniciativa no tiene éxito, tendrán que pasar a emitir en blanco y negro, para ahorrarse los costes de los ilustradores. "Y ya tuvimos que vender los micros hace semanas. Por eso los presentadores gritan tanto y en Cádiz nuestra emisión se oye así de bajita". Me lleva al piso de arriba, lo que antes había sido la planta noble, donde los directivos de la cadena fuman crack y planean atracos a gasolineras con el siempre noble objetivo de continuar emitiendo la verdad, perdón, la Verdad. Es más, LA VERDAD. -Es que a nosotros nos marginan por contar lo que verdaderamente ocurre -explica Ariza-, lo que el gobierno no quiere que se sepa. Porque por culpa de Zapatero viene al mundo una evacuación mundial. Por extraterrestres. Al mundo vendrán, dentro de poco, trece millones de naves. De una confederación intergaláctica. -¿De Ganímedes? -De Ganímedes, de constelación Orión, de Raticulín, de Alfa, de Beta... Todo esto se está preparando ya. Lo está preparando Esperanza Aguirre. Entonces yo simplemente estoy marcando en la frente, como Cristo me dijo, a los siervos de Dios. -¿Y los siervos de Dios son...? -Los liberales. Este grupo de comunicación apuesta desde siempre por los liberales y a ellos dirige esta campaña de solidaridad. Siempre siguiendo la primera acepción del término en el diccionario de la Rae, claro: adj. Generoso, que obra con liberalidad. Lo que no tengo claro es que significa adj. Para mí que el tipógrafo tenía como una flema y la sacó mientras imprimía. Por eso quedó ahí. Asiento, sin dejar de tomar nota, mientras con la mano libre le tiendo mi cartera a un alto cargo del departamento comercial, que me amenaza con un cuchillo del Ikea. Sé que no cortan, pero soy un cobarde y además quiero contribuir a la causa. -Adj es una interjección -apunto. -¿Ah sí? -Adj, adj, por supuesto. -¿Y cuándo se usa? -Pues no sé... Un poco al azar. -¿Por ejemplo? -Por ejemplo: adj. Generoso, que obra con liberalidad. -Ahora lo entiendo. Sonriendo, me conduce de nuevo a la puerta, donde se despide de mí con un cálido y afectuoso adj.


 
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Yo delaté a Bin Laden (hala)


No sé hasta qué punto es conveniente que cuente esto, pero creo que es importante que el mundo (El País y El Mundo) lo sepa: yo delaté a Osama Bin Laden. Todo empezó por uno de estos errores tontos. Un despiste. Estaba buscando destinos turísticos, ya que quería irme de vacaciones a la playa, y me acordé de aquella hermosa canción que dice aquello de guantanamera, guajira guantanamera, y pensé que nada mejor que viajar a Guantánamo, provincia de Cuba, a disfrutar del sol y de las cálidas playas del mar Caribe. Pero por algún extraño motivo y de camino al hotel, unos soldados norteamericanos me arrestaron y arrastraron hasta una enorme cárcel llena de señores de fuera. De camino, los soldados aseguraban que me había fugado e insistían en que me había delatado mi moderna y vacacional barba de tres días, además de mi alegre camisa naranja, ante lo que sólo pude quejarme con un: --¡Hala! Esta interjección recibió como respuesta varias patadas en la boca y un discurso sobre la religión verdadera que yo diría que no venía a cuento. Durante el tiempo en el que estuve encerrado, me exigieron bajo terribles torturas que les diera información útil, a lo que respondí con los horarios del metro de Barcelona y cómo bajarse Fringe gratis. Al parecer esto no les pareció suficiente, imagino que porque no tendrían pensado ir de vacaciones a Barcelona --no me extraña, con lo caro que está todo--, así que procedieron a someterme a toda clase de torturas: me pusieron música de Amaral, Extremoduro, Pegatina y Justin Bieber, entre otros y en ocasiones a la vez; rascaron una pizarra en mi presencia; me obligaron a participar en la representación teatral de El diario de Noah (ante la ausencia de ancianas, tuve que representar el papel de la señora con alzheimer); me hicieron caminar un rato; un imitador de Steve Urkel se pasó más de diez horas preguntándome si había sido él... En esos terribles momentos y para consolarme, pensaba en los amigos que había dejado en Europa: un plátano al que le había dibujado una cara y una corbata, y que responde al nombre de Marcos. A veces también canturreaba aquello de guantanamera, guajira guantanemera para mis adentros (tengo tres o cuatro adentros, ya que mi vida interior es muy rica), y pensaba en las playas caribeñas. Hasta que de repente recordé que a mí nunca me ha gustado la playa. Ah, qué rabia. Pero qué rabia. Es que me dejo llevar por la publicidad. La publicidad de playas. En todo caso, al final me vi obligado a ceder. Les dije que les contestaría a todo lo que me preguntaran, pero que por favor especificaran un poco más, y que en todo caso no sabía los horarios del metro de Madrid. A pesar de que todo el mundo sabe que lo hemos pagado los catalanes a cambio de que nos dejen ganar la Copa de Europa. --Pues nos vendría muy bien saber dónde está Bin Laden. --¡Hala, y yo qué sé! Lo de decir "hala" les volvió a molestar, cosa que todavía no entiendo. De todas formas y mientras seguían con sus patadas, intenté explicarme. --¡Que no lo sé, de verdad...! --¡Confiesa! --¡Pues estará en su casa, a mí qué me explicáis! Joder ya... Además, creo que los viernes cierra a las dos. El metro, digo. Hubo un momento de silencio. De los incómodos, no de los románticos. Para ellos y también para mí, ya que estaba atado a una viga y colgado de los pies, y no me sentía yo para enamorarme. --Hum... En su casa... --Mi coronel, yo... --Claro, porque a ninguno de vosotros se le ha ocurrido mirar en su casa... --Bueno, verá, es que Lewis me dijo que... --Eh, no me eches la culpa a mí. Siguieron unos cuantos gritos y reproches. Palabras malsonantes. Frases fuera de tono. Viejas rencillas. Lágrimas. Abrazos. Una reconciliación. El caso es que me encerraron unos días más y después de aquello me soltaron. De camino a la salida de la prisión, uno de aquellos soldados me comentó que sí, que era cierto, que Bin Laden estaba en su casa de Pakistán. --No era tan fácil, ojo, que se ve que tenía dos o tres casas. La de la playa y esa. Y no sé si otra en el pueblo. Pero bueno, ya está, le pillamos. --Me alegro de haber sido de utilidad. ¿Tendré que testificar en el juicio? --Er... Pues no será necesario... --Menos mal. No me gustan nada los juicios, siempre los pierdo, jajajaja... --¿Cómo? --Por lo de perder el juicio, jajajaja, pero no es un juicio de verdad, volverse loco y tal, perder el juicio, jajaja... --Ya... Er... --Jajaja, qué bueno... Yo siempre pierdo los juicios... Ay, si es que tengo cada ocurrencia. --Sí, bueno. La puerta es esa. Cierra por fuera. --¿Me escribirás? --No sé, tengo mucho lío. --¿Y me seguirás en Twitter? --Huy, no tengo cuenta de Twitter. --El otro día te vi conectado... --No, pero... Er... Sólo curioseaba... La cuenta de mi primo... --Ah. --Bueno, adiós. Tengo cosas que hacer. --Adiós. Una lágrima me resbaló mejilla abajo. Abrí la puerta. El sol me dio en la cara. --Hala, mis ojos. Alguien me dio una patada en los riñones.


 
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Nosotros, los expertos en centrales nucleares


Yo también soy un experto en la energía nuclear y sus peligros, como toda esa gente que habla: no en vano estuve a punto de terminar el bachillerato y además lo hacía de la mejor manera. Es decir, no estaba matriculado, sino que fregaba los pasillos mientras esos niños de papá iban a clase, sin aprovechar para nada los conocimientos que resbalaban por sus impermeables cerebros. Así aprendí a valorar lo importante que es la educación. Lo malo es que también llevaba mis walkman y no me enteraba de mucho, pero vaya, que me empapé de conocimiento por lo que viene a ser la proximidad, hasta el punto de que se dio cuenta un profesor del instituto. Este buen hombre quería aprovechar todo mi potencial y se ofreció a enseñarme "lo que es bueno", aunque de hecho aseguraba que yo ya sabría "latín, por lo menos". Luego se empeñó en hacerme fotos y dada mi timidez, preferí dejar estas, er, clases de lado. Y eso que llegó a ofrecerme "dinero para chucherías". Pero en fin, vaya, que yo aprendí mucho en el instituto. Latín y eso. Centrémonos. De repente me siento incómodo. El caso es que he seguido con atención lo que está ocurriendo con la central nuclear de Japón y hay una serie de cosas que me puedo atrever a decir, dentro de la modestia habitual que me caracteriza como genio modesto que soy. Primero: la bandera de Japón resulta curiosa. No hay rayas, ni cuadritos, ni estrellas. Sino un enorme círculo rojo. Como si fuera un botón de alarma. Esto demuestra hasta qué punto están preparados los japoneses. En cualquier momento, la población está lista para lo peor porque ya tiene asumido lo peor en su propia identidad nacional: terremotos, ataques de epilepsia, robots asesinos, Godzilla, coches híbridos (que no sé lo que es, pero suena a coches mutantes). Todo. Lo que sea. Cualquiera de esas cosas pasa por ejemplo en España y el país se desmorona. Si casi se hunde en el mar con las obras del Ave, no digo más. Bueno, sí que digo más. De hecho, aún me falta casi medio artículo. Continúo: Segundo: leo que la central nuclear de Furkushr... Fusju... Funksy... La central nuclear de Japón se está quedando sin agua en las piscinas. No dudo de la importancia de este hecho que tanto destacan los periodistas, pero teniendo en cuenta que hay héroes arriesgando sus vidas para evitar una fusión (o fisión, siempre las confundo), me parece ridículo preocuparse ahora por piscinas y jacuzzis. Cuando todo esto concluya, esperemos que bien, ya habrá ocasión de celebrarlo y montar una fiesta en el jardín que acabe con todos borrachos y bañándonos primero con ropa y zapatos, y finalmente en pelotas. Aunque no le recomiendo a nadie que invite a mi profesor de latín. Tercero: hay dudas acerca de si el desastre nuclear de Japón es más grave de lo que se atreven a confesar los políticos. Yo creo que no, que están siendo sinceros. Lo digo más como experto en comunicación no verbal que en física nuclear: cuando las autoridades competentes hablan de estas cosas, no veo que al terminar silben y miren para el techo, lo cual sin duda denotaría que están disimulando como ratas. Puede que suden un poquito y se ajusten el cuello de la camisa, pero eso yo diría que es porque están enamorados de algún o alguna de los o las periodistas o periodistos presentes o presentas en la rueda o ruedo de prensa o prenso. En todo caso y (por cierto, cuarto:), el resto del mundo no tiene que temer los peligros de una nube radiactiva. Y es que aunque lo de la central acabara más bien tirando a regular, Japón es un país chiquito. El otro día lo miré en un mapa y no tendrá más de tres centímetros de largo, cosa que sin duda explica su alta densidad de población. Es decir, en caso necesario siempre podemos recortar el país nipón y guardarlo en una cajita hasta que todo pase. En resumen, esto de la energía nuclear tiene sus cosas y anda que no. Recomiendo encarecidamente que en lugar de centrales nucleares se construyan laterales nucleares, para así minimizar los riesgos y preservar el legado cultural que suponen los chistes malos. Dicho lo cual, de nada.


 
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