viernes, 6. octubre 2006
Jaime, 6 de octubre de 2006, 10:09:31 CEST

La justicia no es ciega en Asnalia: lo examina todo con lupa


La justicia en Asnalia es una delicada y afilada máquina de precisión. En este país, la balanza que simbólicamente la representa no es la de un frutero que cobra novecientos gramos a precio de kilo, sino la de una precisa balanza kern de laboratorio en la que se tienen en cuenta todas y cada una de las pruebas y testigos. Un caso reciente que prueba el meticuloso celo de los jueces asnaleses es el de Manuel Denisovich. Cuando se le arrestó en un céntrico bar, tenía un cuchillo ensangrentado en la mano y el cuerpo de un amigo que le debía dinero yacía desangrado a sus pies. Según varios testigos, Denisovich le había degollado al mismo tiempo que gritaba: "¡Te desollaré como a un cerdo!" Sin embargo, la siempre inconformista justicia asnalesa decidió someter al presunto asesino a la prueba del polígrafo. A la pregunta "¿mató usted a su amigo Pablo Grushenko?", Denisovich contestó que sí y el polígrafo determinó que mentía. El juez encargado del caso le puso en libertad. El resto de pruebas eran circunstanciales. O mejor dicho, consustanciales. Consustanciales con el alcohol. Todos los testigos, incluido Denisovich, estaban borrachos. Por tanto, uno no se podía fiar de ellos para esclarecer los hechos. Alguien le podría haber tendido una trampa a un hombre inocente, aprovechando la coyuntura. Y es que en los bares se bebe. Esto no se suele reconocer abiertamente, pero está más que demostrado. En cambio, el detector de mentiras no había probado ni una sola gota aquella mañana en la que sometió a prueba a Denisovich. Alberto Stepanov, alias el Polígrafo, aka el Detector de Mentiras. Un tipo casi siempre sobrio, con amplios conocimientos de psicología. No en vano, está suscrito a la revista Quo. "Yo miro a los ojos de la gente --explica esta máquina humana de la verdad--, y siento en seguida si me mienten o no. Es como una conexión con el interior de la persona". La UCA, Universidad Central de Asnalia, sometió a prueba su capacidad de disección del ser humano. Varios voluntarios le decían algo acerca de su vida, algo que podía ser cierto o no. Stepanov supo si le mentían o no un cincuenta y tres coma ocho por ciento de las veces, superando el cincuenta por ciento que cabría esperar si todo dependiera de la suerte. Por tanto, no es sorprendente la confianza (ciega) de la justicia en este hombre.


 
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