martes, 11. junio 2002
Jaime, 11 de junio de 2002, 16:55:35 CEST

Sangre verde


Muchos vegetarianos -no todos- lo son por pena. Pobres bichos. Qué crueles somos: los criamos sólo para matarlos. Y comérnoslos. Pero, ¿y si las patatas y las zanahorias gritaran al ser arrancadas de bajo tierra? ¿Y si la lechuga sangrara al cortarla para hacer ensalada? ¿Y si los árboles gimieran al arrancarles sus frutos? ¿A los vegetarianos les daría pena también matar verduras? Porque son seres vivos. Y sienten, aunque no puedan mostrarlo. Los primates son -somos- omnívoros. Lo explica Marvin Harris en Nuestra especie: lo que más nos gusta son las proteínas animales. Si alguien considera que su cuerpo se siente mejor obviando la carne, estupendo. Allá él y que lo disfrute. Si a alguien no le gusta el sabor de la carne, ningún problema, que no se amargue. En todo caso, dejémonos de hipocresías: no es mejor matar una col que una vaca.
 
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