Los fabulosos Lehman Brothers: "Si lo llegamos a saber, no vendemos nuestra alma al diablo"


Emanuel y Mayer Lehman, más conocidos como los Lehman Brothers, me reciben en su suite del décimo círculo de infierno, el círculo extra que Satán tuvo que acabar edificando para acoger a los banqueros. En su mirada bovina característica de los grandes financieros, se advierten sus orígenes humildes en el seno de una familia de comerciantes de ganado. Como tantos otros financieros, los Lehman escarbaron desde su digna posición hasta hundirse en las más tenebrosas alcantarillas, creando así otro de tantos imperiotes económicos. Pero hoy los hermanos Lehman están tristes. Ese edificio que levantaron con el trabajo ajeno se ha venido finalmente abajo. "Si lo llegamos a saber, no vendemos nuestra alma al diablo —afirma Mayer—. Es cierto que si uno lee la letra pequeña del contrato, puede interpretar que lo que ha ocurrido está contemplado, pero vamos, esto hay que discutirlo largamente. Y por aquí hay muchos abogados y no pocos tribunales, así que no debería ser difícil plantar cara a esta lectura tan parcial de nuestro acuerdo con el señor de las moscas".

El resto, en Libro de notas.


 
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La amante número 10.542 de Aznar: "José María Aznar es el verdadero bosón de Higgs"


Como es ya sabido por todos y especialmente por todas, el poderío erótico sexual de José María Aznar no tiene límites. Los que conocen al ex presidente del mejor gobierno que tuvo España entre 1996 y 2004, afirman que su número de amantes estaría en torno a las once mil, todas ellas por supuesto bellísimas y superpoderosísimas.

Toda la verdad que no quieren que sepamos acerca de las proezas de alcoba de Aznar y el acelerador de partículas ese tan grande en Libro de Notas.


 
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Un tipo que quiere permanecer en el anonimato: "Lo único que mola es cuando se pegan los hinchas"


Hay gente odiosa en este mundo que habitamos. Gente a la que uno desea, por ejemplo, agarrar por las orejas para golpear su cabeza repetidamente contra el borde de una mesa. Hoy me veo obligado a entrevistar a una de esas personas. Lo hago no por el morbo de recrearme en lo abyecto, en lo inmoral, en lo feo —porque además es feo—, sino a modo de aviso. Porque la gente así existe. No es otro temor vano e informe de los más alarmistas, no es sólo el producto de la imaginación enfermiza y asustadiza de los más catastrofistas, no es sólo otra apesadumbrada queja de los más pesimistas. Y es bueno que todo el mundo lo sepa y esté avisado y tome las medidas oportunas, aunque eso suponga llevar siempre un arma encima y, por supuesto, disparar antes de preguntar. Porque hoy entrevisto a un tipo repugnante que, como es natural, prefiere mantener su nombre en el anonimato y que confiesa —por favor sentaos todos y si estáis ya sentados, poneos de pie y sentaos de nuevo. ¿Ya? ¿Puedo seguir? Gracias. No sé cómo habéis tardado tanto. En serio. Tenéis las rodillas de un octogenario—, que confiesa, insisto, que… Oh, cómo me gustan los puntos suspensivos… Que asegura que a él no, repito, no, es decir, NO le gusta el fútbol.

Historia real. El resto, en Libro de notas.


 
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Google: "Al principio se hace raro"


Google ha ganado el premio Príncipe de Asturias. Y eso sin haberlo comprado, ni nada, que es lo habitual para el buscador este. De hecho, en cuanto entro en su despacho, Google insiste en comprarme la chaqueta y las gafas de sol por un total de tres millones de euros, pero rechazo la oferta porque confío en ganar más gracias a la publicidad. Sobre todo con la que llevo en la espalda de la americana: El Corte Inglés, nada menos. Me pagan quince céntimos por cada uno que diga que viene de mi parte antes de pagar. Llevo casi menos de un euro ingresado.

Lee el resto en Libro de notas. Bueno, si te apetece. Ahora no nos vamos a poner tontos. Yo lo hacía con la mejor de las intenciones. La mejor no siempre es buena; sólo es la menos mala.


 
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Juan Costa: "¿Es que Mariano no tiene sentido del ridículo?"


Al parecer, Juan Costa podría presentarse como rival de Mariano Rajoy en el próximo congreso del Partido Popular, con la astuta intención de perder para que no pierda Esperanza Aguirre. Sé que suena supercomplejo y es difícil de entender, pero es que la alta política es así: la constante toma de decisiones estratégicamente fundamentales y fundamentadas para poder… er… ayudar a la… ciudadanía a que… er… los tertulianos puedan… comer. Juan Costa me recibe en su despacho y no puedo evitar preguntarle si es el hermano gemelo viejo y pijo de Pedro Martínez de la Rosa, a lo que me contesta con un "deja que te interrumpa aquí —le permito que lo haga: al fin y al cabo 'aquí', o sea, 'allí' es su despacho y tampoco es plan de imponer mis normas en casa ajena—. Han llegado hasta a mis oídos (ambos) insidiosos rumores al parecer procedentes de personas que dicen conocerme desde mi época de bachiller e incluso prebachiller y que aseguran que yo jamás he pegado un palo al agua. Para desmentir esos rumores aquí en el suelo hay un barreño repleto hasta casi rebosar (de agua, claro), mientras que en mi mano izquierda sostengo una garrota. Voy a proceder a darle un palo (¡y qué palo!) al agua".

El resto de la entrevista, como cada miércoles o lo que sea que es hoy que es muy pronto por la mañana, en Libro de notas.


 
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