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abril |
Ernest Benach: "Por eso mi coche vuela"
El conserje me abre una de las puertas del coche de Ernest Benach, arrastrando penosamente los tres por dos metros de madera de roble con acabados en acero blindado, oro y rubíes. Subo las escaleras que llevan a la recepción, también llamada hábilmente sala de los espejos, al tener las paredes y el techo cubiertos de, eso, espejos. Me pongo a cotillear y estoy a punto de tirar un jarrón de alguna dinastía china monosilábica, cuando uno de los cocheros me dice que ya puedo pasar al asiento trasero del vehículo. Por mal que suene eso. Ahí me espera Ernest Benach, sentado en su sillón masaje con reposapiés y frente a la televisión de plasma de cincuenta pulgadas. Un rápido vistazo al interior de la sala de estar del coche me permite identificar una antena parabólica, luces de neón en el techo, un terrier, dos pavos reales, la Enciclopedia Británica, una masajista finlandesa (de las que hacen masajes terapéuticos, ojo), unas veinte botellas de vino, dos grapadoras, un despertador del Club Super 3, un violinista, una calculadora solar regalo de la Caixa, un pequeño vestidor con cuatro trajes, seis camisas, doce corbatas y tres pares de zapatos, un jardín zen de dos metros cuadrados y una Fender Jazzmaster negra y blanca.
Lo demás, en Libro de notas. Y lo demás es la mejor parte, ojo.
Javier Mariscal: "Resulta que soy un pelín cabrón"
Acudo a entrevistar a Javier con el corazón encogido por la emoción, un par de nudos en la garganta y varios paquetes de pañuelos de papel. Preparado para un dramón de estos que ganan varios Oscar. Al fin y al cabo, Javier es el primer niño nacido en España para curar a su hermanito. Perdón, es que se me ha metido algo en el ojo. Ya. Resulta que Andrés tiene una rara anemia y los avances en genética han permitido que Javier nazca con una sangre perfectamente compatible para las transfusiones que necesita su hermano. Cuando Javier me recibe en su domicilio gallego, intento mantener la compostura, pero al comenzar a hablar sobre su hermanito enfermo, no puedo contener las lágrimas, mientras musito, primero, y grito, después, dos puntos comillas pero qué bonito es el mundo coma por cosas así merece la pena vivir punto. "Calla, payaso —me interrumpe y desconcierta—. Desde que nací llevo oyendo la misma tontería. Pues que sepas que mi hermano me la suda". Mis ojos se secan del susto. ¿Cómo? "Lo que oyes. Los médicos serán muy listos, pero además de haber nacido con sangre compatible con la de mi hermano, resulta que soy un pelín cabrón".
El premio Nobel de Literatura (mantengamos la intriga): "Dejé de leer a los siete años para dedicarme por entero a la literatura"
El jurado que entrega el premio Nobel de Literatura conspira (¡de nuevo!) contra mí, por envidia y por cierto intento de atentado con bomba que algunos resentidos no saben dejar atrás. ¡Me disculpé! ¡Por carta! ¡Por carta manuscrita! No me refiero a que, de nuevo, el premio vaya sin duda a recaer sobre alguna otra persona. Bah. La reputación de un premio con nombre de cigarrillo y que ignoró a Shakespeare, Sófocles, Horacio, Mozart, Flaubert y Cervantes está lo suficientemente maltrecha como para que prefiera no recibirlo. Se trata de que, un año más, lo anuncian justo cuando la entrevista de Dos puntos comillas ha aparecido ya publicada en la edición matutina de Libro de notas. (Gritos de “no puede ser”, “ultraje”, “boicot”, “¿ése era el tren de las 11:42?”, “no”, “menos mal”.) A pesar de que los Nobel están sin duda sobrevalorados, la resonancia de este galardón bien merecía una entrevista. Pero su caducidad convertía en imposible esperar una semana a su publicación. Por ejemplo, ¿quién se acuerda hoy en día de Terence Grasshopper? ¡Pues fue el sastre de mi abuelo! ¡Y aún me puedo poner esta chaqueta! ¡Está como nueva! ¡No, no es de Grasshopper, me la compré el sábado en Zara! ¡No me liéis con preguntas que no vienen al caso!
Si queréis saber el nombre del premiado y leer el resto de la entrevista, pinchad justo aquí.
Sarah Palin: "Los osos polares comen más personas que los terroristas"
Sarah Palin me recibé en su cabaña de Alaska, donde me invita a tomar asiento cerca de la chimenea y me sirve un café en una jarra metálica y abollada. "Hace frío, ¿eh, Jaime?" Le hubiera contestado, de no tener la mandíbula entumecida. "Pues el frío que hace aquí demuestra que esos jipis están equivocados: ¡el cambio climático es un invento de los rusos para acabar con el modo de vida occidental! Lo explica claramente Shell en un artículo científico titulado Vosotros, ecologistas, sois los terroristas".
Todo lo demás, en Libro de notas.
Carlos Dívar: "Claro que voy a misa cada día: hay que conocer al enemigo".
Carlos Dívar ha sido elegido por unanimidad presidente del Consejo General del Poder Judicial. A pesar de que su dedicación y discreción han sido elogiadas por sus compañeros, han sido muchas las voces que han criticado este nombramiento al saber que Dívar es católico de misa diaria y de artículos publicados en la revista de La hermandad del Valle de los Caídos. Dado que conozco a Dívar desde hace casi cuarenta y dos años, tres meses, dos semanas, noventa y siete horas, cuatro kilómetros, tres días, doce segundos y un lustro, me sorprenden estas acusaciones. ¿Dívar católico? "Sí, Jaime —explica, encogiéndose de hombros—, ya ves lo fácil que es malinterpretar las acciones ajenas". Porque Dívar es uno de los máximos representantes del culto satánico en España.
Lo que falta, en Libro de notas